Se trataba de la suerte, de una fortuna que no estaba a su lado, habiendo abandonado a la muchacha cuando sus ojos se abrieron por primera vez y despertó como enemiga jurada del destino y hasta de la misma magia.
Habían sido noches y noches en vela, con los ojos abiertos y brillantes en la oscuridad mientras su mente dispersa no hacía si no observar las sombras, mirando en la hipnotizante oscuridad lo que sería todo en un mundo distinto, y cuán distinta sería su vida si tan solo no hubiera nacido maldita por su mágico linaje.
En otro mundo, ella habría sido hija única. Keira despertaría todos los días consciente del amor incondicional que sus padres, ambos amables, generosos, normales y vivos, le profesaban. Su madre, Freya, ni siquiera tendría ese nombre, ¿por qué habría de tenerlo si era una mujer normal y no existían viejos rencores latiendo por sus venas?
No conocería a Hades, claro, pero quizá habría conocido a Ethan, aunque en mejores circunstancias. Él se habría acercado alguna vez y ella habría descubierto su existencia, encandilada como cualquier muchacha normal ante lo perfecto que él era, y enamorándose de él desde el primer instante... No tan distinto al mundo real, pero muchísimo más conveniente.
En esa otra vida, en ese otro universo, Keira no sería buena en nada, y lloraría en las noches al sentir ese vacío en su interior, porque otros eran talentosos para el arte, con imaginación sin límites, con la fuerza, velocidad y potencial para ser grandes atletas... Y ella sería Keira, cada mañana y cada noche sería Keira, la chica que no destacaba jamás por brillo propio, si no como reflejo de las habilidades ajenas.
Mientras las lágrimas humedecieran sus mejillas, cayendo por su rostro cual torrentes, algo en lo más profundo de su subconsciente, en lo oscuro de su alma, la haría sentir feliz de ser quien era, porque, en otro mundo, ser de esa forma era su sueño. En otro mundo, ella había elegido, había deseado con inmensurable intensidad estar vacía y no rota.
Y cuando otros desearon a una estrella poder ser celebridades, poder vivir en medievales castillos y tener fortunas que un rey codiciaría, ella solo suplicó por sus egoístas sueños con un mundo distinto. Sin embargo, sus deseos hechos a ese destello fugaz estaban destinados a cumplirse, porque cuando deseas algo con intensidad estás dispuesto a esforzarte por hacerlo realidad, y, si estás dispuesto a realmente esforzarte, entonces tu sueño está destino a suceder. Cuidado con lo que deseas. Cuidado con la magia.
No se trataba de una vida distinta en otro mundo donde todo era diferente, y no soñaba despierta con un espejismo donde la penumbra habitaba, no, era su sueño volviéndose realidad, al mismo tiempo en que descubría que, lo que siempre creyó que era un sueño, resultó ser siempre una pesadilla.
La magia se había apagado en su interior, como una chispa qué se había extinguido, un fuego que se había visto morir al terminarse la leña.
Ella se llevó las manos temblorosas a la cabeza, apretando con fuerza como si eso fuera a detener el dolor punzante qué comenzaba a atormentarla. Sus piernas se sintieron débiles y Keira temió que no fueran suficiente para sostenerla por mucho más tiempo, y cuando ella cayó, Hades la atrapó en un instante. Él quedó de rodillas en el suelo, con ella tendida sobre sus piernas y entre sus brazos, pero apenas le prestó atención, con la mirada perdida y su mente yendo a una velocidad mayor a la que podía soportar.
Su respiración se volvía más y más superficial a ratos, como si el aire se volviera denso hasta el punto en que le dificultaba simplemente inhalar.
Trató de recordarse a sí misma lo que debía hacer, que respirar consistía en dos pasos: inhalar y exhalar, pero su cuerpo no parecía obedecer a su mente, quizá por todo lo que cruzaba por su cabeza al mismo tiempo era que no sabía que hacer, a cuál de todas sus órdenes obedecer. Por un horrible segundo, se preguntó si entonces era algo que ella se estaba haciendo a sí misma, si no podía respirar porque elegía no hacerlo...
Ya no temía a morir, no como antes, pero no significaba que lo quisiera, aún así, la incapacidad para respirar la llenaba de pavor mientras un peso invisible crecía sobre su pecho, como un yunque allí asentado, y esa presión, el dolor en su cabeza y hasta el retortijón en su estómago no hacían más que empeorarlo todo, llenando su sistema de adrenalina y el miedo más crudo. Tenía miedo de ahogarse.
Una de las manos de Hades sostuvo el rostro de Keira, que apenas se inmutó y no opuso resistencia alguna, como una muñeca de trapo que se movía al gusto de los demás, manipulada entre una decena de hilos invisibles.
—Agotaste tu núcleo mágico —dijo Hades, pero Keira escuchó su voz ahogada y con un sordo eco, reverberando entre las ruinas de lo que había sido el lugar.
Ojalá ella pudiera pensar, ojalá pudiera escucharlo, porque quizá así podría calmarse, pero la cuestión era que no podía y que su vista se nublaba mientras la respiración seguía acelerándose sin control y las lágrimas corrían libres por sus mejillas. Una sensación de frío caló en sus huesos, y, al borde del desmayo, se estremeció.
Hades, impaciente e insensible como era, no se dedicó a cuestionarse implicaciones morales o lo que pensarían de sus acciones después, giró el rostro de Keira con rudeza y unió sus labios de golpe.
Quizá era porque el mundo había estado girando muy rápido a sus ojos que Keira sintió que todo se detenía de golpe, y cerró los ojos con fuerza, para no ver la escalofriante perfección en los rasgos de Hades mientras la besaba.
Era un beso de esos que lo caracterizaban: bruscos y arrebatadores, pero, extrañamente, no ausente de sentimientos, pues aunque no había amor y dulzura, ella sí podía reconocer su ira, su frustración y su desesperación. Podía reconocer todo eso en un beso de la misma forma en que podía corresponderle, porque sentía lo mismo, no amor, sino ese sentimiento que te ponía de rodillas ante alguien mientras tu mente se convertía en una nebulosa; se degradaba a ser arcilla entre sus manos, porque era ese tipo de beso. El tipo de beso que solo la Muerte podría darle.
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Sempiterno
Fantasy❝Violet James escapó de la muerte, eso tuvo un precio, pero no es ella quien deberá pagarlo.❞ Keira Dupont es la medio hermana de Violet, la única inocente de todo pecado en la familia, y por lo tanto, la única que puede pagar el precio por la vida...