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La gente lenta. ¡Mierda! Cómo odiaba la gente lenta. Pero lenta para todo: para conducir, para andar, para pagar, para todo, ¡para todo! Le causaba un estrés irracional e incontrolable.
Yoo Jimin podría definirse como la persona más impaciente del mundo. Le gustaba que las cosas se llevaran al día, que nada fuera tarde, y que si iba tarde, que no fuera lento.
Su día había sido realmente estresante, quería meterse un tiro en la sien y acabar de una vez por todas con su silencio tormento.
El psicólogo le había recomendado hacer cuentas regresivas. Primero desde diez, pero ya había llegado a setenta, mas creía que su método regresivo estaba dejando de funvionar.
Ya nada la conseguía desquitar, nada la lograba calmar. Todo iba lenta para ella cuando estaba estresada, y Jimin odaiaba que las cosas fueran lentas.
Si iba en coche, muchas veces sobrepasaba la velocidad máxima permitida; las multas que había pagado no eran precisamente pocas. Que sus encargos tardaran mucho en entregarse y rompiera su rúbrica de la jornada.
Todo estaba siendo poco ergonómico para ella estos últimos días, todo estaba yendo al revés, como ella tanto odiaba. Solo deseaba llegar a casa, comer y cubrirse bajo la ropa de su cama para dormir y olvidarse de su mal humor.
Pero era un día especial, era el décimo aniversario con su pareja y quería sacarla a cenar, y precisamente por eso dejó su agenda prácticamente vacía, para que nada la pillara por sorpresa.
Todo pareció ir bien cuando ella estaba en casa con rosas, un vino y chocolates. Mas la cabecera rubia desaliñada que la recibió al llegar a casa, hizo que sus expectativas de una velada romántica de película cliché, se hundiera en la miseria.
Las rosas cayeron al suelo, al igual que los chocolates y la botella de vino. Esta pareció despertar a su pareja de la ensoñación. ¿Casi diez de la noche y Minjeong se había recién levantado? ¿Es que acaso había olvidado el día tan especial que era?
Enfureció, además el vino había manchado sus pulcros pantalones de traje. Apretó sus puños contra el lateral de sus muslos e hizo cuenta regresiva desde cien.
