¿El principio de qué?

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La tarde continuó con tranquilidad si se puede decir así pues Kaminari no sentía tranquilidad alguna, estaba demasiado nervioso puesto que Hanta estaba acostado en su regazo, algo muy íntimo a su punto de vista. Solo había visto a parejas hacerlo y en películas románticas.

Kirishima y Mina seguían jugando Mario Kart en la consola y momentos antes Bakugo había caído rendido en los brazos de Morfeo, Kaminari posó su mano sobre las hebras negras acariciando lentamente viendo a un punto lejano en la casa perdiéndose en un sinfín de pensamientos que lo abordaron desde el momento que pensó en tocar al moreno. En su pecho se incrustó el deseo de acariciar lentamente su rostro hasta que sus manos memorizaran cada centímetro de éste, perderse en sus ojos, tomar sus manos, adueñarse de cada parte de él y no entendía por qué. Volvió su vista al televisor sin darse cuenta que un par de orbes oscuras lo miraban intentando descifrar sus pensamientos, intentando acceder a ellos sin saber que todo lo que allí había eran imágenes suyas.

Mango

A eso olía, era tenue pero podía olerlo e inundar sus fosas nasales con el. Aspiraba lo más que podía como si quisiera que el momento no terminase y embriagarse en esa fragancia. El moreno no dudo un segundo y se acercó poco más al rubio para seguir aspirando su aroma, uno que no quería dejar de tener para sí. Es dulce pero no empalagoso, tampoco es agrio. Es delicioso. Pensó con recelo, no se dió cuenta en qué momento Kaminari había comenzado a quitarse el saco, corbata y desabotonar su camisa. No podía pensar, el olor a mango se intensificaba poco a poco y el era víctima del encanto que tenía sobre su cordura.

-¿Hace calor o es mi imaginación?- soltó el rubio de repente.

-No está haciendo calor, ¿estás bien Kami?- se acercó el pelirrojo al ver su rostro coloreandose poco a poco de un rosado fuerte posando suavemente la mano sobre la frente ajena, el azabache gruñó inconscientemente al ver la escena sorprendiendo a los demás.

-Whoa, será mejor que no te acerques Eiji- se acercó Mina alejando al chico. Examinó el rostro que comenzaba a palidecer y lo tocó con suavidad para evitar causarle alguna molestia. -Kami, no quiero que te asustes y tampoco que te alteres ¿entendido?- la respuesta fué un asentimiento- Estás entrando en calor* y necesitas refrescarte en lo que hace efecto el supresor, ¿está bien?- otro asentimiento un poco más lento y cansado- Muy bien, Eiji mi mochila por favor- pidió con calma y buscó lo que necesitaba con una velocidad increíble. Con delicadeza administró el farmaco y pidió al azabache llevarlo a la habitación a descansar.

-No me dejes solo- susurró cuando fué depositado en la cama con suavidad- No quiero estar solo, se siente horrible- hizo una pausa- Es como cuando sientes que te falta algo y no sabes que es, así se siente- se acurrucó en la cama haciéndose un ovillo en un intento de calmar la sensación agobiante.

El chico se sentó a la orilla de la cama lo suficientemente cerca para acariciar con suavidad su cabello rubio acomodando con cuidado las finas hebras por detrás de su oreja delineando ésta maravillado por la sensación de calidez que le brindó simplemente rozar su piel. Posó su mano sobre su cabeza dándole a entender que se quedaría ahí y con eso cayó rendido en un sueño profundo relajando su expresión. El azabache miró con detenimiento su rostro, miró sus rubias y largas pestañas que asimilaban pequeños abanicos, sus cejas rubias que a veces a contraluz eran invisibles, sus casi imperceptibles pecas demasiado tenues para verlas a simple vista, los pequeños lunares esparcidos estratégicamente por su piel, el rubor que adornaba su rostro todavía, sus labios rosados y tranquilos, el gentil gesto que se formó después de hacerle saber que estaba ahí. Se levantó con cuidado y se encaminó a la puerta, dió un último vistazo para salir de la habitación y darle privacidad. El camino escaleras abajo se volvió tortuoso y lento, quería volver, volver y embriagarse en ese aroma nuevamente, quedarse con él, aspirarlo hasta oler a él. Y no entendía porqué, ¿porqué él? ¿porqué su mejor amigo? ¿porqué sentía que quemaba su interior al dejarlo ahí solo? No entendía mucho de lo que sucedía y eso le comía la cabeza poco a poco.

Cuando llegó al último escalón estuvo a punto de regresar pero el ruido en la sala de estar lo hizo volver a la realidad, no estaba solo.

El moreno se acercó lentamente — Ahm, Kiri quiero pedirte una disculpa por lo de hace rato, no fué intencional — se rascó la nuca apenado.

— No te preocupes amigo, solo me sorprendí pero nada más, no hay problema.

— Bien — sonrió levemente y tomó asiento con ellos en el sofá — Mina ¿qué estamos jugando?

Para ese momento habían dejado de lado el juego y apenas lo recordaban.

— Cierto que estábamos jugando — río un poco — Mario Kart, ¿una partida?

El azabache asintió, tomó el control y se sentó en el suelo con la chica. Entre risas y ligeras maldiciones pasaron horas de juego, siquiera se dieron cuenta de lo tarde que era hasta que el cenizo despertó maldiciendo y diciendo que eran unos irresponsables.

Se despidieron en la puerta del azabache y justo en ese momento Kaminari estaba al pie de las escaleras tallando sus ojos intentando quitarse lo adormilado.

—Hola Kami, ¿cómo sigues?— dijo amable acercándose a él mientras cerraba la puerta tras de si.

—Tengo sueño, pero ¿qué hora es Hanta?— continúo intentando quitarse lo modorro y sin pensar un solo segundo en cómo llamó al azabache.

—Ya es tarde, ¿quieres quedarte o te llevo a casa?— fingió limpiar su nariz para tapar el ligero sonrojo que amenazaba con convertirse en un violento color rojo.

- Llevame por favor, no puedo quedarme ahora, recuerda que mañana tengo clase de violin.

- Cierto, dejame buscar las llaves y nos vamos - se encamino a la cocina mientras Kaminari terminaba de juntar todas sus cosas. 

- Oye Sero, te molesta si te digo Hanta? Es que, no se, me agrada llamarte asi pero si te molesta no lo hago. - su rostro podia compararse con una granada, asi de rojo estaba.

El azabache salio de la cocina con las llaves en la mano y sonrio a lo que el rubio decia - puedes llamarme como gustes Kami, por mi no hay problema mientras no se muy ofensivo - solto una pequeña risa y camino hasta en sillon tomando las cosas del rubio - vamos antes de que se haga mas tarde y tu mama nos regañe a los dos. 

- Si ya voy deja me acomodo la camisa.

- ¿Me alcanzas en el coche? - dijo abriendo la puerta volteando un momento

- ¡Claro! - sonrio y se levanto.



N/A: Veremos la continuacion en el siguiente capitulo ¡nos vemos!

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⏰ Última actualización: Mar 04 ⏰

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