Two

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Taehyung estaba nervioso.

Trataba de concentrarse lo más que podía en cumplir con el objetivo del juego, pero ser tan consciente de la mirada de Jungkook congelada en su nuca lo hacía difícil.

Hace un par de minutos que habían iniciado y desde entonces solo habían encontrado un colgante oxidado, una muñeca descosida y sucia junto a una cajita de música averiada.

Y nada de eso parecía tan aterrador como Jimin precisó, bueno, tal vez un poco sí la muñeca. Las muñecas de trapo nunca le dieron buena espina. Ninguna muñeca en absoluto, más bien. Eran como la versión en miniatura de los payasos, solo que menos inofensivas.

Y sosteniendo a esta en sus manos, con sus amplios ojos negros, su cabello de estambre rojizo que de alguna forma le recordó a Medusa, su vestido confeccionado por parches y una sonrisa lineal curva que le abarcaba toda la cara; le hizo estar contento una vez más de no haber nacido niña. Ya bastante agotada tenía su cuota de fobias con los payasos, muchas gracias.

Los payasos y las arañas.

Sin una segunda ojeada metió la muñeca a su mochila cuando Jungkook hizo lo mismo con la cajita de música y el colgante, para seguir inspeccionando la habitación en que estaban. Que parecía ser un dormitorio más bien, es decir, había una cama, flanqueada por un mugriento dosel color... ¿celeste? Era difícil decirlo entre tanto polvo. Y si tenemos en cuenta lo poco que hasta ahora habían encontrado, era el dormitorio de un infante.

A decir verdad, no había nada aterrador en esta casa. Era solo una propiedad como cualquier otra que alguna vez habitó una familia común. Por supuesto que la ahora presente oscuridad sumado a los ruidos producidos por las corrientes de aire que se filtraban por la desgastada madera hacían lo suyo. Y era tétrico. Pero lejos de eso, nada lo asustaba más que el pensamiento errante de que podrían toparse con alguien en este lugar; algún sin hogar o un bándalo, como veía a escondidas en las películas de acción que su madre le prohibía. Eso daba más miedo que cualquier entidad flotante; lo vivo, de carne y hueso, y con la potencial habilidad para hacer daño.

Había terminado de cerrar la tapa de un baúl a los pies de la cama cuando escuchó a Jungkook aclararse la garganta.

"Aquí no hay nada más" dijo. "Deberíamos seguir buscando en otro sitio"

Taehyung emitió un corto sonido como gesto de afirmación, pero antes de que pudiera moverse más allá hacia la puerta, el menor se colocó justo enfrente.

"Hyung, yo... Lo siento mucho, ¿sí?" el mayor levantó las cejas, desorientado "Por lo de antes, en mi casa. No debí gritarte"

Oh.

Sinceramente, Taehyung no había estado esperando una disculpa ni mucho menos.

A sus catorce años –edad que compartían– Jeon poseía un carácter de acero. Era pésimo leyendo a la gente, pero Jungkook no parecía ser el tipo de persona que se disculpase por algo, o nada en absoluto. Razón por la cual el castaño ahora parecía tan cohibido y nervioso.

Quiso ponerle las cosas fáciles.

"Está bien. No estoy enfadado contigo" y era cierto. En verdad no lo estaba.

"No. No está bien" objetó "Yo perdí el control y te traté mal. Pero no va a volver a ocurrir. Lo prometo" luego, su cara se iluminó en algo desconocido para Taehyung. ¿Era ternura? ¿adoración? No tenía idea, pero sabía que no era la primera vez que el menor le veía de ese modo. "No estabas enojado conmigo, ¿aún después de todo lo que te dije? Eres la persona más bondadosa que he conocido en mi vida"

El mayor se removió un poco inquieto en su lugar bajo la intensidad del menor.

"Gracias" balbuceó "Supongo..."

Crush¹ ♡ OS 태국Donde viven las historias. Descúbrelo ahora