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Han-na

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Han-na

─ ¿En serio escribiste sobre de él?─ Su voz parecía ser una extraña mezcla entre incrédula y temerosa, aunque sonaba mucho más titubeante que estupefacta no estaba segura de la forma en que me dirigía esas palabras.

─  No va a enterarse de que lo hice, ¿de acuerdo?

─ ¿Y por qué él?─ De pronto, la intriga parecía ser algo que carcomía sus entrañas,  hasta subir por su esófago y detenerse en una picazón en su lengua, teniendo como única manera de hacerla presente mediante su  tono y la manera en que sus iris lavanda me analizaban como si lo que hubiera hecho aquella mañana fuera una clase de delito del cual me exigía una confesión.

 ─ ¿Y por qué no?

─ Tengo la teoría de que te parecen fascinantes los chicos que tienen una mata oscura como melena y que tienen la pinta de que no suelen dormir mucho.

Lo miré de mala manera mientras compartiamos la acera que estaba tangente a la otra. Mi mirada fue suficiente para que Inumaki formara una delgada y suave línea con sus labios que se ensanchó en arrepentimiento. La había cagado y eso era obvio porque en su cara se reflejó lo que  era una disculpa sin necesidad de las palabras.

─ Lo siento.

─ Prometimos no volver a hablar de eso.─ Puntualicé, como si aquel secreto tuviera que estar enterrados tres metros bajo tierra junto al nombre de Yuta Okkotsu.

. . . 

La epoca de otoño era mi favorita, las hojas de los arboles caían y se encargaban de pavimentar el piso con sus tonos tierra y se trataba de un camino anaranjado sin importar de a donde fueras o estuvieras, en parte, me abstenía del tener que seguir con mi estúpido juego de rayuela, en dónde debías evitar las líneas en el suelo. Así que dejaba de ser infantil y me enfocaba en ignorar el crujir de las hojas bajo la suela de mis zapatos. 

Trataba de salir temprano de casa y ser puntual en el colegio. 

Y aunque el otoño y los últimos meses del año eran mis favoritos, era asfixiante el hecho de pensar  que el año se agotaba y con ello mi tiempo en la preparatoria. Se sentía como si una enorme capa invisible de no sé qué me aplastara contra la realidad y me hiciera consciente de que estaba apunto de tomar una de las desiciones más importantes de mi vida.

Mi vida entera significaba estudiar, así que cualquier tipo de fallo dentro de aquel ambito era una total perdición para mí. Yo debía ser perfecta.

─ Buen día.

Al saludar.

Al caminar.

Al sonreír.

Al escribir.

No cabía margen de error en mi día, ni en mi vida. Era una exigencia que yo misma me había impuesto y estaba bien con eso.

─ En serio no creo que lo hayas hecho.

 Inumaki ignoró mi saludo por completo, lo dejé pasar a la vez que tomaba asiento frente a él y dejaba mi mochila descansar sobre el piso y me apresuraba a sacar mi libreta y un bolígrafo.

─ Está bien, lo hice, el mundo no se va a acabar.─ Me echó una mirada de reproche y desaprobación.

Me había parecido divertido escribir sobre Choso. La psicóloga escolar me había encomendado una actividad bastante simple y especifica, escribir sobre  alguien que no conociera demasiado. Aunque se encargó de dejarme muy en claro que sabría si intentaba mentirle. Eso era todo, sin embargo, mi mejor amigo parecía escandalizado por ello y mi elección.

─ Yo me hubiera ido por alguien... diferente─ Se mantuvo en silencio por un par de segundos antes de encontrar la palabra que parecía estar buscando. 

Al inicio no comprendía el hecho de que Inumaki lo viera como si el mundo hubiera estado perdido en su momento. Y yo lo había encontrado divertido, solo se trataba de una carta que no tenía que ocasionar ningún tipo de problema ni incoveniente, que se quedaría guardada en lo más profundo de mi bolso y se perdería en el vacío inconmesurable de la misma. Quedaría escondida bajo los escombros, como cualquier otra cosa y como lo hacía cualquier otro pensamiento dentro de mí, como aquellos que no debían salir a flote y yo misma me esmeraba en que jamás vieran la luz, volviéndolos difusos con el paso del tiempo hasta convertirlos en algo que no estaba segura de saber a ciencia cierta si al final del día era algo que yo misma me había impuesto o alguien más lo había hecho pero que sin embargo era tan doloroso que había preferido ingorarlo hasta olvidarlo.

Solo era una carta y él solo era un chico que tenía algo dentro díficil de explicar. 




ANXIETY  | 𝗔𝗨 ( ᶜʰᵒˢᵒ ⁻ ʲᵘʲᵘᵗˢᵘ ᵏᵃᴵˢᵉᶰ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora