capítulo dos

826 134 36
                                    




—¿Quackity?—preguntó con dificultad, encogiéndose por las fachadas del pelinegro. Nunca se había sentido tan pequeño frente a otra persona, mucho menos tratándose del híbrido.—creí que estabas en... mi casa.

Su dialogo se volvió inseguro, mientras que Quackity levantaba ambas cejas, sorprendido de que supiese su nombre. Porque en esa temporalidad, en esa situación,

No le conocía de nada, ni si quiera le sonaba su rostro. Lo peor fue cuando hizo mención de su casa, ahora sus labios se fruncieron en una mueca un tanto disconforme con lo que el castaño le comentaba, y peor se le hacía tenerle semidesnudo en medio de un espacio público.

—stop...—se detuvo, no vió necesario hablar en inglés, pero hace ya bastante tiempo que no ejercía su lengua materna. Incluso llegó a sentir que no sabía español—deja de hablar. Mierda, te...te prestaré algo de ropa.

Levantó a Luzu con cuidado facilitándole una chaqueta que llevaba encima. Este sólo pudo sonrojarse por el olor del contrario, mientras era escoltado hacia lo que suponía una penthouse. 'quién coño vive aquí' se preguntó en un susurro, porque a pesar de que todo le indicaba a que si, no le entraba en la cabeza que todo aquello le perteneciera al híbrido. Y verdaderamente aún no se lo podía creer; lo lujoso del lugar, un Quackity completamente distinto, una realidad alterna. Se llegó a plantear que quizá ni se trataba de eso, aún se mantenía fiel a la idea de una línea temporal distinta.

pero, ¿por qué?

Tan centrado estaba en sus pensamientos que ni si quiera se percató en cuanto se adentraron a la habitación principal; en el centro se hallaba la cama, lo suficientemente grande como para que dos personas durmiesen allí. No creyó que al híbrido le molestase, así que caminó a uno de los costados y se sentó a esperarle mientras este se dirigía al probador. Notó que encima de la mesita de noche tenía unas cuantas cosas; copas de vino ya vacías, pastillas para dormir, entre otros medicamentos los cuales desconocía su propósito.

Tomó una de las cajitas y comenzó a leer sin cuidado.

Supresores de...

—hey, no andes de chismoso—se sobresaltó al escucharle tan de cerca, para luego sentir como le arrebataban la pequeña caja de sus manos. Quackity la miró por unos cuantos segundos, quedando a centímetros del castaño antes de idear una respuesta—son para la jaqueca.

Luzu tragó saliva, manteniendo su postura frente al contrario. Por un momento ambos se sumaron en silencio hasta que el pelinegro se reincorporó, dejando algunas prendas sobre la cama antes de dar la vuelta. Eso rompió la tensión que se había formulado entre ambos, y vaya que el de ojos rubís lo agradecía en plenitud.

un 'lo siento' se escapó de sus labios antes de vestirse con los ropajes del menor, los cuales se le hacían un tanto familiar; ahora vestía una camiseta básica, junto con el buzo azul de franjas blancas que tanto caracterizaba al híbrido de pato. Se sentía extraño en él.

iba a darle las gracias, pero al levantar la cabeza sólo se topó con la espalda del contrario y sus pronunciadas alas.

Por alguna razón, su plumaje no se veía del todo limpio, y algunas plumas estaban fuera de lugar. He allí recordó las veces en las que había ayudado a "su" Quackity con este problema, o más que problema, era cuestión de higiene o falta de responsabilidad.

Abrió la boca para hablar, pero en vez de decir algo, un simple 'mmm' se escapó de sus labios. Porque claro, si bien podía ofrecerle ayuda, tampoco se la iba a aceptar considerando el cómo le había tratado minutos antes. De todas formas tenía que intentarlo, o se quedaría con la duda para siempre.

—veo que haz descuidado un poco tus plumas y lo bien que te gusta cuidarlas—comenzó, tragando duro desde un inicio ante una posible reacción negativa, pero a lo más divisó como Quackity se encogía en su lugar, moviendo energéticamente su cola de pato. Esto le dió chance para seguir hablando— ¿necesitas ayuda con eso?

Por otro lado, Quackity estaba demasiado nervioso como para responder, nervioso y molesto a decir verdad. ¿cómo se le ocurría preguntar algo tan intimo como eso? Y peor, ¿por qué le había invitado a pasar? No podía responderse luego de sentir que este chico, tenía algo, algo que lograba hacerle reaccionar de esa forma tan sumisa y patética a su parecer. Porque si se tratase de otra persona, es probable que su trato frente a ella sería completamente distinto.

—no

—¿no?—repitió Luzu ladeando su cabeza—tu colita dice lo contrario, Quacks

El mencionado respiró sonoramente en un claro indicio de molestia, dando la vuelta entre tanto se cubría la cola.

—quién mierda eres.

y quién mierda se creía, pensó Quackity. Sabía su nombre, la rutina de sus alas, hablaba con él como si le conociera, y eso era jodidamente extraño.

—creo que eso ya me lo preguntaste una vez—contestó.

—no me has respondido aún.

—pues, es una larga historia—vaciló, rascando su mejilla. Se sorprendió al notar que el pelinegro había tomado asiento cerca suya, de brazos cruzados, esperando a que continuase con un monólogo el cual ni él mismo estaba seguro de empezar. Prefirió detenerse en sus facciones, en su mirada cansada, y lo reciente que se veía la cicatriz cerca de su ojo. Normalmente, la marca que decoraba el rostro de Quackity lucía en una tonalidad bastante pálida, pero ahora, sólo era oscura, casi grisácea.

—go ahead, adelante—insistió el híbrido, sacando de trance al chico por décimo quinta vez en el día.

swap! [luckity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora