Capítulo 3

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Esa noche  Nea tampoco logró dormir. Los recuerdos la cazaban sin tregua alguna. La traición había reinado en la gran mayoría de su vida. Primero fueron sus padres y sus hermanos, luego Eric y finalmente ella misma. No podía huir del pasado y de la persona en la que se había convertido. Desconfiada, arisca y cerrada. Pero había una persona, una sola en todo el universo, bueno, en todos los universos que la conocía de verdad y habían quedado esa mañana para desayunar. Myra jamás la había decepcionado. Desde el primer momento supo cómo romper todas y cada una de sus defensas. Para ella no había muros que valiesen. Ella que poseía una voluntad de fuego le dijo al poco de conocerse " Nuestros caminos han sido unidos Nea, no hay nada que puedas hacer, no me echarás de tu lado, porque te he elegido, y ya eres mía, estamos atrapadas en este mundo así que caminaremos juntas". Ciertamente Myra tenía mucho que solucionar en su plato. Sus traumas eran igual o más profundos que los de Nea. Había sido vendida con tan solo 5 años, para uso y disfrute de unos cuantos seres retorcidos. Su verdadera naturaleza la hacía única en algunos lugares y exótica en otros, pues cuando lo deseaba podía cambiar de forma, pero a diferencia de Nea, Myra se convertía en un ser propio del mar, una Nereida. Se parecen sin duda a las sirenas pero al contrario de estas, las Nereidas son bondadosas y su misión es ayudar a los marineros a la par que servir a Poseidón. Sin embargo, ambas especies son dificilísimas de ver o de capturar de ahí su alto indice de esclavitud. Cuando Nea tenía 16 años se encontró en una taberna de mala muerte,  aún recordaba el olor de aquel lugar, a cerveza rancia y a hombres que jamás habían oído hablar del jabón. Por aquella época Nealia estaba en busca de uno de los grimorios sagrados pero, a pesar de saber que las paradas no eran buena idea necesitaba comer algo, por aquel entonces ella aún no se había establecido y su cuerpo necesitaba alimento, también debía pasar totalmente desapercibida así que el uso de la magia no era una opción así que decidió que era mejor averiguar de qué cocina salía aquel olor a gachas. Ese tipo de lugares son difíciles de olvidar así que aún después de tanto tiempo Nea conseguía recordar todos los detalles. Los gritos de los clientes y el sonido de sus jarras cuando chocaban, el color marrón oscuro que predominaba por toda la estancia, techo, suelo, barra y mesas. Se sentó en una de aquellas mesas de madera, repleta de líquido de los anteriores ocupantes, y aunque en el pasado se habría negado a poner un pie allí podía oler en su piel la suciedad que ella portaba, pues llevaba días sin encontrar un arroyo en el que lavarse. Mientras degustaba sus gachas y bebía un poco de vino escuchó una conversación en la que hablaban de mover a cierto número de esclavos. Y aunque ella sabía que no debía inmiscuirse no pudo evitar recordar los tiempos en los que ella misma había sido privada de su libertad. Así conoció a Myra, liberándola de su próxima tortura.

El timbre de su apartamento sonó sacándola así del embelesamiento en el que se había sumido al recordar cómo conoció a su amiga. Se levantó de su gigantesca cama, cortesía de uno de los artesanos de la calle donde tenía su galería, y uno de sus pocos caprichos que había tenido siendo una simple humana.Era tan grande que casi ocupaba toda la habitación. Mientras caminaba hacía la salida se tropezó con su mesilla de noche, la cual estaba aparcada en medio de la habitación y maldijo. Maldijo, por no acordarse que estaba ahí.  Culpa obviamente de esa enorme cama. Necesitaba encontrar una solución para cargar su teléfono puesto que la cama cubría el enchufe más cercano a esta, eso hacía que la mesita fuese su única salvación para poder cargarlo. No iba a deshacerse de la cama, eso estaba claro pues se sentía bien en ella, y había logrado que las pocas horas que conciliaba el sueño fuesen reparadoras. Pero en el fondo era porque le recordaba a casa aunque no se permitiría  admitirlo. Cuando por fin llegó a la puerta incluso antes de abrir pudo oler lo que su amiga traía con ella, cruasanes qué bien la conocía.

-  Espero  que hayas traído más de uno porque me muero de hambre - dijo con entusiasmo mientras abría la puerta. A pesar de todo este tiempo su belleza seguía dejándola extasiada, ciertamente es propio de una Nereida poseer una belleza extrahumana pero lo de Myra era pasarse. Dioses sagrados solo eran las 7 de la mañana, nadie podía lucir así. Llevaba su largo pelo rojo suelto. Le cubría sus hombros como una suave manta de rocío. Myra acostumbraba a vestir de verde, pues sabía que le favorecía llevaba un mono muy elegante color esmeralda que hacía resaltar sus pecas de una manera rutilante y voraz. Era un ser de luz. Eso es, un ser de luz estaba plantado en la puerta de su casa.

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2022 ⏰

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