Sun Wukong era un maravilloso mono dorado que vivía en Flower Fruit Mountain, un lugar tan sagrado en el cual vivía con otros monos.
Entre ellos, el macaco de seis orejas.
Eran inseparables amigos, entrenaban juntos, Wukong siempre sobresalía en todo, Macaque lo sabía, no le molestaba, de hecho, lo felicitaba por eso.
Porque al macaco de seis orejas nunca le molestó ver a su sol brillar, a su rey.
Lo amaba.
Si, Macaque amaba a Wukong.
Lo felicitaba por su increíble progreso y se destrozaba a sí mismo con el fin de poder progresar al mismo tiempo que Wukong, porque no deseaba ser dejado atrás.
...
Pero curiosamente, sucedió.
Sun Wukong era el sol, Macaque era la luna. Brillaban juntos para proteger al mundo y nadie podía hacerles frente, eran imparables.
Pero, aunque brillaban juntos, Wukong era el sol y brillaba mucho más, Macaque siempre lo supo.
Siempre supo que la belleza y talento de Wukong era mayor, que, así como él lo amaba, otros lo harían, y así fue.
Su sol dejó de ser suyo, porque brillaba para el mundo y conoció a otras personas, brillando aún más, aprendiendo aún más.
Y Macaque solo seguía entrenando, la luna quería alcanzar a su sol, pero era tan difícil.
Porque no podía brillar como él.
—¡Wu-Wukong, espera! — Llamó Macaque mientras seguía a quien más amaba.
—¿Qué pasa, Mac? — Wukong se detuvo y se giró a verlo.
Wukong iba a irse a entrenar, otra vez, se estaba haciendo costumbre que dejara de volver a su hogar, que dejara de volver con Macaque.
¿Pero qué podía hacer Macaque? No era nada más que un amigo, debía sentirse feliz porque Wukong reciba esa atención que merece.
Porque el es un sol, su sol.
—¿Cuándo volverás? Te llevas... Muchas cosas. —
Macaque estaba preocupado porque veía la bolsa que se llevaba Wukong, lo vio empacando tanto comida como ropa.
—Solo un viaje, como siempre. No te preocupes, Mac.—
Wukong le dio una palmadita en la cabeza y se fue de allí.
Macaque quería preguntarle si podía quedarse, pero no dijo nada. No le gustaba cuando Wukong viajaba, porque cada vez tomaba más tiempo.
Primero una semana, luego un mes, luego 6 meses... El macaco de seis orejas tenía miedo de que se volvieran años de espera.
Sentía angustia cuando Wukong se iba, sentía frio y soledad.
Porque la luna era fría y solitaria, y cada mundo tiene a su luna junto al sol.
Macaque deseaba que su sol regresara, que su rey volviese a sus brazos para volver a adorarlo.
Y entrenaba, tanto.
Entrenaba para enseñarle como progresaba a Wukong, porque, quizás, si le demostraba que era fuerte y útil, Wukong se quedaría.
Porque antes sí se quedaba, pero ahora se iba.
Como si...
Como si su tiempo de utilidad se hubiese acabado.
Pero, eso solo era un pensamiento que su mente le estaba dando, no podía ser verdad. Porque Wukong nunca le haría eso, ¿Cierto? Seguro el también extrañaba a su luna.
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Mi sol [Shadowpeach/One-shot]
FanfictionEras mi sol, tan brillante y precioso. Pero al sol es mejor tenerlo lejos o te podrías lastimar.