Un año después...
Su capa roja de terciopelo galopaba a su espalda, siendo golpeada férreamente por la brisa. JungKook se encontraba a unos pasos de la casa de su abuelo YoonGi, cargando en su cesta una deliciosa tarta de fresa, esta vez, preparada por si mismos. Ahora tenía una razón muy buena para cocinar como si esa fuera su pasión más grande, incluso mejor que su madre, y es que amaba sorprender a esa persona en todo sentido.
Sobre todo, a él.
El bosque estaba tranquilo y sereno a esas horas de la mañana, cuando el sol apenas calentaba el lugar y apagaba las sombras entre el follaje de los árboles. Hoy parecía ser un día cálido y despejado, a diferencia de la época de lluvias que atravesaron hace unos días. Los imponentes árboles limitaban su vista, pero sabía que el cielo estaba hermoso, tan azul como sus ojos. A su alrededor los pájaros cantaban con brío, alegres, y los animales salían en busca de comida, creando sonidos entre las ramas, despertando sus sentidos.
Incluso su sombra lograba alertarlo. Él podría aparecer en cualquier momento y en cualquier dirección.
Sus pensamientos divagan en tantas cosas que a veces sentía que no pensaba nada en realidad, siempre le pasaba cuando caminaba solitario por aquellos caminos silvestres. En todo este tiempo no había visitado a su abuelo YoonGi, y ya ansiaba verlo con todas sus fuerzas. Extrañaba sus consejos, abrazos y su comida a leña, también cuando le regalaba prendas de vestir elaboradas por el mismo. Eran las mejores y lo protegían del frío.
Poco a poco sus bostas dejaron de maltratar las ramas esparcidas por el suelo. Alzó su vista y se encontró el hermoso jardín de YoonGi. Este había agrandado el espacio para sembrar una amplia variedad de flores de distintos colores y especies. Su cabaña se veía aún más preciosa, como en la de los cuentos que solía contarle de pequeño, en esos donde existían las hadas, todo tipo de creaturas fantásticas y, por supuesto, lobos.
Pero estos últimos estaban más vivos que nunca, y eran tan reales como cualquier humano común y ordinario.
JungKook abrió la pequeña puerta de la cerca que encerraba la parte frontal del jardín y caminó por el sendero de piedra hasta llegar a la entrada. Tocó tres veces con un ritmo característico que le indicaba a YoonGi que era él.
Luego de unos minutos, el rubio hizo acto de presencia y JungKook no dudó en saltar a sus brazos.
—¡Yoonnie!
—¡Oh, mi cielo! Que alegría tenerte por aquí. ¿Cuántas lunas y soles sin verte? —Sonrió con emoción y secó una pequeña lágrima que escapó por su mejilla en medio de la euforia—. Vamos, entra. Tengo algunas para ti.
—Yo también, Yoonnie. —Comentó y se adentró a la cálida cabaña. Su interior era como siempre, familiar y acogedor, con todo perfectamente ordenado. Dejó su cesta en la mesa de la cocina y de inmediato su olfato captó el olor a estofado de ovejo y arroz recién hecho—. Huele delicioso. —Cerró sus ojos y disfrutó del bombardeo a sus fosas nasales.
—Aún le falta un poco, querido. Antes, vamos a revisar unas cosas que preparé para ti.
JungKook asintió y subió junto a él por las escaleras chirriantes de roble viejo. Ambos entraron a la habitación de YoonGi, quien no podía aguantar un segundo más sin mostrarle lo que había hecho para él. El menor se quitó el gorro de su caperuza y su hermoso y brillante cabello rojo saltó a la vista. Lo sacudió de un lado a otro y luego fijó sus ojos en las manos de YoonGi. Este le tendía unos hermosos guantes que dejaron a JungKook boquiabierto.
—¿Esto es para mí? —Sus ojos dejaron de ser rasgados y su boca color cereza formaba una pequeña "o". Nunca había visto nada parecido.
YoonGi asintió. —Esta tela nunca había llegado a mis manos. Es nueva para mí, pero es tan delicada y elegante. Pensé que se verían perfectas en tus manos.
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¡𝐷𝑒𝑣𝑜́𝑟𝑎𝑚𝑒 𝐿𝑜𝑏𝑜! ³ ╿𝑱𝒊𝑲𝒐𝒐𝒌╿
Fanfiction- Pero, Lobo... ¡Que ojos tan grandes tienes! - Son para ver mejor cuando te corras por mí, mi cielo. - Pero, Lobito... ¡Que lengua tan larga y grande tienes! - Es para lamerte mejor, Corderito. - Pero, JiMin... ¡Que dientes tan grandes tienes! El l...