¿Te veré mañana?
—Ya era hora que nos reuniéramos —exclamó el rubio antes de besar las mejillas de Hyungwon.
—No seas exagerado —volteó el rostro alcanzando a ver los gestos de desagrado de su novio. —El viernes pasado nos encontramos...
Desde hace dos años que su mejor amigo había logrado comprar una pequeña casa a las afueras de la ciudad, eran pocas las veces que lo había visitado. A lo mucho, unas diez veces sino es que exageraba. En el último mes, todo contacto se había reducido a mensajes y llamadas ocasionales. Todo por una razón. El novio de Hyungwon y sus celos enfermizos.
Minhyuk rodó los ojos. Pasó un brazo por los anchos hombros de Hyungwon y lo introdujo a la casa.
Las veces anteriores en las que Hyungwon estuvo en la casa de su mejor amigo había visto cuadros, pinceles, brochas, lápices, botes de pintura y lienzos por doquier. Sus ojos se abrieron sorprendido por el cambio radical de la decoración. Todo estaba en orden y completamente limpio, era como si Hygeia hubiera salido de los libros de mitología griega y romana para establecerse en la casa de Minhyuk y hacer una limpieza profunda.
—¿Seguro que no nos equivocamos de domicilio? —frunció el ceño sentándose en el sillón de dos plazas.
Hyungwon lo recordaba cubierto de plástico manchado de colores primarios y no como un sillón mullido en tonos beige.El rubio chasqueó la lengua.
—Es mi cumpleaños ¿sí? Merezco una fiesta digna en un espacio resplandeciente.
Byeol apartó a Minhyuk del frente de Hyungwon. Levantó a su novio del sofá sin delicadeza alguna y ocupó el lugar de éste obligándolo a sentarse en su regazo.
—¿Dónde están los demás? —preguntó Hyungwon para romper con la incomodidad del momento.
Minhyuk apretó los dientes y asintió. Como embajador de la paz, cada vez que presenciaba escenas posesivas de Byeol, se enterraba las uñas en las palmas para no lanzarse y sacarle los ojos al malhumorado hombre.
—Están por venir —murmuró caminando hacia la cocina.
Tan pronto Minhyuk desapareció de la vista de la pareja, Hyungwon confrontó a Byeol.
—¿Por qué actúas así? —Hyungwon cerró los ojos intentando controlarse. —Prometiste comportarte y no estás cumpliendo.
—Sé lo que prometí —gruñó apretando la cintura de Hyungwon. Un movimiento tan conocido para Hyungwon pero a la misma vez, tan aterrador. Las marcas de los dedos de Byeol estaban impregnadas en su piel y en el alma. —Pero el idiota de tu amiguito no entiende de límites. Apenas cruzas la puerta y ya está sobre ti. ¡Lo odio!
—Min es mi mejor amigo —susurró tomando las manos de Byeol para reducir la presión del agarre. Acción que incrementó el enojo del mayor.
Byeol negó estrechándolo contra su pecho. Hyungwon jadeó asustado. No pudo evitar mirar hacia la cocina rogando que Min no saliera, aún.