VII - BIENVENIDA

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Scarlett

No tengo palabras.

O sea... ¡ESTOY EN PARIS, FRANCIA!

No me lo puedo creer.

No sé cómo lo hicieron para poder venir, tampoco sé de dónde sacaron el dinero, pero se los agradeceré siempre.

Vamos en la mini-autobús camino a lo que supongo será nuestro hogar por estas semanas. Admiro todo por la ventanilla, las hermosas calles, sus locales, las personas con estilos asombrosos... esto parece un jodido sueño del que no quiero despertar.

Nos detenemos delante de una casa muy pintoresca, con un patio delantero hermoso y lleno de flores de muchos colores.

Observo a Milo acercarse a la puerta principal a tocar el timbre e inmediatamente abre una señora de cabello blanco.

—Querido —habla antes de abrazar a mi chico.

¿Son familia?

—Me parece que sí —cuchichea Sam a mi lado, respondiendo la pregunta que no formulé.

—Amor —levanto la mirada hacia Milo y me extiende su mano—, necesito presentarte a alguien.

Asiento y con pasos débiles subo las pequeñas escaleras de la entrada, cuando estoy al lado de Milo pasa un brazo por mis hombros.

—Ella es Mirla, era mi nana cuando yo era un bebé.

—Soy Scarlett Willow, un placer conocerla —hablo y le extiendo mi mano pero la señora no la acepta... me agarra por los hombros y me da un fuerte abrazo y después deja un beso en mis mejillas.

La verdad me agarró desprevenida.

—Es un gusto por fin conocerte, querida —le echa una ojeada a Milo y vuelve hablar—. Cuando me llama por teléfono nunca deja de hablar de ti.

—Nana, te escuché —dice el aludido.

—Lo sé, corazón —formula con una sonrisa de oreja a oreja—. Bueno, entren ya. Metan sus maletas, luego les doy sus habitaciones.

Mis amigos les hacen caso y comienzan a entrar a la gran casa.

Cuando ya todos se alejan me acerco a Milo.

—Así que hablas de mí a mis espaldas —delibero con media sonrisa—. Cada vez me impresiona más, señorito Lee.

Comienzo a caminar hacia donde se encuentran los chicos pero me detengo al sentir un jalón en mi muñeca y termino chocando con un pecho que conozco a la perfección, sus manos en mi cintura baja me distraen.

—De esta no se librará tan fácil, señorita Willow —informa con voz picara.

—Te recuerdo que no estamos en mi casa ni en tu departamento —murmuro contra su boca.

—Tienes razón pero bien podemos ir a un hotel, aunque la idea de hacer que no hagas ruido me parece excitante.

Se me escapan unas carcajadas.

—Tú no tienes remedio, querido mío.

—Pero así me amas, mi amorrr —alarga la "r" y frota su nariz contra la mía.

—Ya veremos —dejo un dulce beso en sus labios y me separo de él.

— ¿Por qué será que no te creo?

Me rio fuertemente y sigo mi camino. Los chicos se encuentran en la cocina con la señora Mirla.

— ¿Dónde dormiremos, nana? —interroga Jasón.

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⏰ Última actualización: Jun 07 ⏰

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