IV - SORPRESA

14 1 0
                                    

Marcelo.

Me despierto sobresaltado por el sonido de mi teléfono.

¿Quién llama a esta hora?

Miro el reloj en mi cómoda: 9:54 a.m.

No es tan temprano como creí. Mi teléfono comienza a sonar de nuevo.

— ¿Bueno?

—Milo, hasta que por fin respondes, hermano —suspira.

— ¿Quién habla?

—Veo que te desperté. Soy yo, Sebastián.

—Ah...

Despego el aparato de mi oreja y con un ojo abierto leo el nombre. Sí, es él.

— ¿Para qué me llamabas?

—Bueno... ayer tuve una pequeña discusión con Scar y... quiero disculparme, pero no responde su teléfono y pensé que estaba contigo.

Lo de anoche llega a mi mente.

—Discutió con sus padres. Le quitaron su teléfono y la encerraron en su habitación —digo con la mandíbula apretada.

Anoche no mostré que estaba molesto, no quería que Scar se sintiera peor. Pero no puedo creer que ellos sean así de miserables con ella. Ella se merece algo mejor, mucho más.

— ¿Y cómo sabes tú eso?

—Lastimosamente me enteré de todo anoche, a Scar no le quedó de otra que decirme.

Se queda callado.

— ¿No sabías? —pregunta sorprendido.

—No.

—Ah, bueno... entonces... ¿puedes hacerme un favor?

Ahora soy el de los favores.

—Depende.

—No quiero llegar a su casa solo y pensé que... podrías acompañarme.

No es mala idea, pero... la señora Sofía piensa que estoy de viaje.

—Sí, ven a mi departamento.

—Está bien —cuelga y dejo mi teléfono en una almohada.

Respiro profundo y empiezo hacer mi rutina.

****

—Bueno... llegamos —apago mi auto delante de la casa de los Willow—. En todo momento debes permanecer en silencio. Hasta donde yo sé los padres de Scar no saben que yo estaba escuchando toda la pelea de anoche.

Sebastián asiente y salimos del auto. Caminamos hacia la entrada y toco el timbre.

Segundos después se escuchan unos tacones y la puerta es abierta por ella. Levanto la mirada encontrándome con la señora Sofía, sorprendida.

—Marcelo, querido —deja un beso en mi mejilla—. Qué bueno tenerte por aquí, pasa adelante.

Se hace a un lado y nos deja pasar, no sin antes hacerle un repaso con la mirada a Sebastián.

—Regresaste pronto del viaje.

—Sí, la verdad regresé por Scarlett. No respondía mis llamadas ni mensajes, tampoco respondía los de Sebastián y empecé a preocuparme.

—Oh, no era necesario que te regresaras —dice con una sonrisa tensa—. Sabes que ella mientras esté en casa estará bien.

Sí, claro.

—Me preocupo porque es mi novia y me importa todo lo que pase con ella. Además, quiero que ella viaje conmigo.

La señora me mira sorprendida por lo último que dije.

Laberintos de mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora