La paulatina respiración de Sunghoon contra su erizada piel era una tortura. Se sentía como dentro de una caldera incapaz de hacer nada más que rogar. Era un ser diminuto que expulsaba deseo por todos sus poros, deseo de ser follado con anhelo y pasión por su sexy compañero de grupo al que no parecía importarle mucho como lo había dejado, chillando por sus roces. Así fue como terminó disminuyendo su presencia, demostrando su inferioridad intentando que sus ganas de ser jodido sean de nuevo correspondidas.
- Hoon, nos quedan diez minutos... -susurró Nishimura muy suavemente con la respiración cortada. - Te necesito... Mucho...
Park no respondió.
Sin embargo se quedó estático solo unos pocos segundos hasta volver a lo suyo porque el mismo se estaba conteniendo.
Actuó sin ser el mismo hombre cariñoso que estaba tomando al menor con anterioridad, simplemente se movió a su antojo con rudeza, bajando sus pantalones y ropa interior al mismo tiempo, deshaciendose de ambos en algún lugar del cuarto y tomando fríamente la piel descubierta que tenía enfrente. Niki no se sentía desnudo, se sentía expuesto, como si el fuera un apetitoso trozo de carne al que Sunghoon estaba analizando. Y cuando lamió el interior de su muslo aún silencioso, sentía como si estuvieran probando su calidad.
El cutis de Niki era precioso, lechoso, flexible. Siempre tenía un aroma a canela por las colonias que utilizaba, las cuales a pesar del sudor no se estropeaban en su fragancia. Tocarla en sí era todo un deleite y más cuando al hacerlo se podían obtener catálisis tan gratificantes de parte del pelinegro, su sometimiento a los toques podría elevar al cielo el ego de cualquiera, en especial de alguien como Sunghoon.
Pero él volvió a abandonar su piel, haciendo una mueca indescifrable.
Niki soltó un grito ahogado cuando sin anticipación su mayor lo agarró cual pluma y lo giró sobre la estrecha mesa, dejando que su cara quede frente al espejo mientras bajaba sus piernas al suelo, pero sin dejarlo pararse por si mismo. Sunghoon sujetaba fuertemente su cintura rodeándolo con su brazo izquierdo, la sensación de pequeñez bajo la fuerte definición de sus bíceps aprisionándolo era abrumadora para Niki, podía colapsar al sentir esos grandes músculos rodeándolo con firmeza.
Aunque no tanto como cuando la mano libre de su Hyung abofeteó brutalmente su glúteo derecho, el ardor recorrió todo su cuerpo, haciéndolo gritar sin contenerse. No sabía si de dolor o del inminente placer que eso le provocó. Su rebelde libido se sintió totalmente intimidado.
Sunghoon lo pegó tan fuerte que unas cuantas lágrimas se asomaron en sus ojitos estrellados, viendo a través del espejo como la expresión dura del castaño tras él no cambiaba ni se preocupaba en lo más mínimo. Volvió a gemir cuando apretó sus grandes dedos alrededor del mismo glúteo dejando marcas rojas y lo hizo gritar por lo mismo unas tres veces más.
- Eres hasta peor que una puta, Niki -finalmente habló.- Una puta ignorante que no tiene idea de lo que dice ni a quien se dirige -agarrando su trasero aún, fue introduciendo su grueso pulgar a la entrada del menor. - No me das respuesta cuando te digo que no voy a tener cuidado pero luego ruegas porque te penetre, ¿cuándo te vas a decidir?
Sunghoon hundió su dedo dentro de Niki que, por su tamaño, ardía como los mil demonios en su interior. Hace semanas que no había sido follado por su compañero, por un lado debido a las promociones, por otro debido a cómo se encontraba tan metido en mejorar su baile alargando horas y horas de práctica. El mayor lo entendía... a medias.
A medias como las pajas que tuvo que hacerse por no poder joderlo como deseaba.
Ante la ausencia de su rosado y blandito culo rodeando su polla, le era imposible llegar al clímax, quedándose insatisfecho casi todos los días en que la calentura por recordar el cómo se sentía probar de ese pecaminoso cuerpo le ganaba.
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camerino ; hoonki
Tiểu Thuyết Chung(two shot) frente a cámaras, se pueden ver muchas interacciones adorables y divertidas entre sunghoon y riki, pero quién diría que tras bastidores, lo único tierno son los suaves gemidos del menor.