Las vicisitudes de un adulto joven varían dependiendo del contexto, pero el que vive Sol, la protagonista de esta historia, es uno irrepetible, o al menos eso cree ella. ¿Cómo te sentirías si alguien más viviera en tu mente? ¿Cómo tomarías decisione...
*Cuando el diálogo de un personaje esté entre paréntesis significa que está teniendo un diálogo mental. Se ahondará más adelante en el capítulo. Es más sencillo de lo que se escucha (o lee)*
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-3 pm, viernes 25 de noviembre, en la Universidad Inti, a la que Sol asiste.-
Le doy muchísima importancia a la música y tengo la mala suerte de que en las fiestas solo pongan lo que se encuentra de moda. No tengo un problema con eso, hay varias buenas, pero siento que podríamos variar un poco. Hay música que no llega a las radios de aquí y que estoy segura de que a mis amigos les gustaría. Es más, podríamos bailarlas y pasar un rato genial.
(¿?): Sí, supongo que sí
Los amigos invisibles son excelentes, tienen unas canciones bastante bailables. Otras son demasiado eróticas para mi gusto, pero no les quita la magia.
(¿?): Hay otros grupos, Sol...
(Sol): Bueno, a mí me gustan, así que te aguantas.
(¿?): ¿Qué harás con Joshua?
(Sol): Ya veré que hago, no te incumbe.
(¿?): Claro que me incumbe, idiota. Tengo la mala suerte de tener mis sentimientos ligados a ti. Siento lo que tú sientes, por eso me preocupa. No es tan poca cosa como quieres hacerte pensar.
(Sol): Gonzalo, solo eres un producto de mi mente. Deja de hablarme como si fueras una entidad adjunta a mí o algo así. Parece de película fantasiosa.
(Gonzalo): Han pasado tres años, guapa. No ha habido un solo día que no hayamos hablado desde entonces. ¿Tan segura estás de que tú tienes el control de mis apariciones?
(Sol): Segurísima. Ahora: cállate.
(Gonzalo): Te vas a caer, mira el escalón.
(Sol): Dije que te calles-
-Sol se tropieza con un pequeño escalón y cae al suelo-
Lo que más me duele de estas caídas es que la gente me mira. El dolor es pasable, pero no la burla. Encima tenía que pasar en plena universidad, no quiero ni levantar la cabeza de la vergüenza.
A ver, levántate, Sol. A las 3: una, dos y... ¡Vaya!, una mano se extiende para mí, qué dulce. La caballerosidad no está muerta, los buenos hombres aún existen.
Ay, no puede ser, de todas las personas tenías que ser tú.
-Sol toma la mano del hombre que la extendió y la usa para levantarse-
