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Narra Grecia Evans

La señora Alicia veía a Fabián interrogante mientras Máximo sonreía.

¿Cómo se enteró de que nuestro matrimonio es una farsa? Es familia de Fabián, quizá su abuelo se lo dijo.

El señor Hoffman pone su mano sobre el hombro de Máximo y le dice

—Será mejor que hablemos otro día...

Máximo asiente y se aleja del jardín no sin antes mirarme con ternura y sonreírle a Fabián

—Fabián ¿De qué habla Máximo? —pregunta Alicia, se cruza de brazos y de verdad Fabián está sin palabras

De pronto me encuentro diciendo algo inesperado

—Creo que estoy embarazada —todos me miran incluído Fabián —De eso habla Máximo...

El señor Hoffman abre sus ojos como platos pero aún así sonríe, la señora Alicia mira a Fabián sonriente

—¿De veras? —me pregunta.

—No lo sé todavía...—digo tímida

—¿No te has hecho una prueba? —pregunta sorprendida

Niego

—Es que no estoy segura —dije tímida. Es obvio que no estoy embarazada es solo que es lo único que se me ocurrió decir

—Deberías salir de dudas —dice el señor Hoffman y negué

—No. —dice Fabián, toma mi mano y me mete en la casa a la fuerza, trato  zafar su agarre de mi pero me es difícil

Mi madre me da una mirada y me sonríe cálidamente. Fabián sube las escaleras conmigo a arrastras y pasamos por el pasillo entramos a una habitación y me suelta. Veo mi muñeca y está roja de lo fuerte se su agarre

—¿Por qué dijiste eso? —preguntó dándome la espalda

Me abracé a mi misma y baje la cabeza

—Fue lo único que se me...

—¡Embarazada! —gritó

—Tu...no decías nada. —Ataqué —Máximo iba a decirles del contrato. Tú no quieres que tus padres se enteren —dije en un tono bajo

—Grecia, Grecia —Se volteó y pude ver su rostro. Iba a acercarse pero retrocedí un paso —No se como Máximo se enteró...Pero AHORA tienes que quitar esa idea del embarazo —me apunta

Asiento. El toma mi muñeca y la ve levemente roja

—Lo Siento —acaricia mi muñeca

—¿Por qué te pusiste así? —pregunté

—Yo...—se detuvo así mismo, negó y se encamino a la puerta, la abrió e hizo un ademán para que saliera primero

Salimos y bajamos al comedor nuevamente

A mi mente viene el momento en el que casi me besa, su boca estuvo a centímetros de la mía, no iba a oponerme si me besaba solo estaba nerviosa

Me detuve en la escalera y lo ví, él igual se detiene y me mira interrogante. Veo su pómulo está algo morado y su ropa desaliñada. Por instinto mi mano va a su cara lastimada y él se queja por lo bajo

—Tienes que ponerte hielo —le digo

—No es necesario —sus ojos clavados en los míos

—No, si es necesario. ¿Dónde está la cocina? —le pregunto y resignando apunta con su cabeza a una dirección

Una Vida a tu Lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora