La marca de la Luna | #Kookgi [Omegaverse]

-🌙 La sombra del pasado

🌙

Capítulo I

''Una noche miro a la luz de la luna, pienso, respiro profundamente y dejo que el aire fresco inunde cada espacio de mi ser. Los días en los que mis pensamientos no me preocupaban, donde ni siquiera existían, cuando nuestra única preocupación era correr bajo el calor del sol, con los pies descalzos sobre el verde pasto, cuando tu sonrisa era provocada por la mía, donde tus ojos me buscaban con desesperación.

Ahora tus ojos me ven, y aunque siento tu amor, también puedo sentir como se escurre entre mis dedos, como te abrazas al amor que alguien más te puede dar, como te apartan de mi sin que haya algo que pueda hacer ¿acaso la felicidad se me ha sido negada?

Mírame, porque estoy aquí, invisible para los demás, pero no para ti, sé que guardas esos recuerdos preciados en lo profundo de tu corazón. No me olvides, jamás me extrañes, porque no me has perdido, y no lo harás, tu siempre estarás en mi corazón porque te pertenece''.

...

Terminó de escribir aquella última línea y guardó el trozo de papel en un sobre, el cual selló con su lengua antes de meterlo en el cajón de su pequeño escritorio.

—¡Jungkook! Hijo, ven y ayúdanos en la cocina —su madre le llama desde las escaleras, toma su corbata de moño y baja a toda prisa, vestido como era de costumbre para una noche especial como esta.

Arribó a la cocina, donde su madre preparaba lo que faltaba para le cena de esta noche.

—Cariño, ayúdame con el hielo para la champaña —le pidió, se dirigió entonces al congelador afuera de la cocina, tomó con un balde el hielo en que cual reposará la bebida.

—¿Ya llegaron? —preguntó a su madre.

—No, aún no, pero no tardan, tu padre fue por ellos a su casa.

—¿No tienen un auto acaso?

—Es una costumbre de los Min el recoger a sus invitados, además, es una ocasión especial. Todo debe salir perfecto.

Continuó picando las fresas que adornarían el pastel, Jungkook toma unos trozos y huye antes de ser reprendido.

Se asomó al patio derecho de la mansión, donde está aquel viejo kiosco donde los rosales se enredan sobre el tejado y sobre las vigas; a lo lejos pudo ver aquella silueta conocida, dando vueltas alrededor del kiosco, se le notaba nervioso. Se acercó entonces.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí, yo... sí, solo necesito aire —vestía un hermoso traje que encajaba perfectamente con su silueta.

—Estas nervioso.

—No, claro que no.

—Yoongi... —se acerca, el contrario le da la espala y se recarga contra el barandal, coloca su rostro cerca del cuello del más bajo, su respiración choca contra su oreja, su piel se eriza.

—Por favor... no puedo hacerlo —cierra los ojos.

—Es imprescindible que lo hagas ¿no es lo que me dijiste?

—Pero... no es correcto.

—No, no lo es, pero es preferible atarse a alguien que no amas por conveniencia, que vivir con quien amas en la infelicidad —Yoongi se voltea bruscamente, quedando a centímetros de su rostro, casi compartiendo el mismo aire.

—Por favor... —susurra contra sus labios.

—No puedo... no debo... —dice el contrario sin atreverse a abrir sus ojos.