POR SUPUESTO QUE SABÍA ESE HECHIZO, LOS sabía todos de memoria, como un tatuaje imborrable que no quería arrancarse de la piel, pues esas eran las fuertes raíces inmarcesibles que la ataban a su propia sangre, imposibles de borrarse, todos habían sucumbido al poder de la magia y el mundo oculto, desde niña supo que ese era su destino, romper el frágil velo que la separaba del mundo oculto y cruzarla sin saber lo que le esperaba dentro de la inmensidad brumosa de la oscuridad en la que podría bailar con todos sus monstruos o ser ella la única bailando sobre la canción de la luctuosa noche, deseando poder gritar como una banshee y sentir aquella euforia escurriéndose como la música cantarina del veneno entre sus venas, deseaba ese final feliz que todos deseaban. Hasta que supo el costo que no quería pagar, su familia solía insistirle que algún día lo haría, pues el poder de la familia Kedward no conocía un no por respuesta, tarde o temprano llegaría como un graznido de un cuervo por la tarde, cantando la sonata de la muerte en su oído, para empezar a volar como uno más de ellos, sin villano ni héroes. Sólo los hechizos y ella, aquella maldición que les fue transmitida por ser ellos mismos, la historia familiar contaba que la primera de ellas fue una mujer llamada Ethel Kedward, quemada en la hoguera y maldecida por un pastor antes de morir, su hija, Laurie, consiguió escapar de ese maldito pueblo, contando la historia a sus hijos, sin poder usar la magia sin traer caos. Pero todos eran seducidos por el sonido melifluo que traía consigo la magia.
—Y creo que no está funcionando, ¿crees que le falte algo más? Necesito este remedio para ahora—su hermano lucía desesperado, casi queriendo arrancar sus cabellos de su cuero cabelludo, había intentado la misma receta por varias lunas nuevas, sin conseguir ningún resultado—¡Maldita sea, así no podré ver a Marie mañana, se lo prometí!—continúa leyendo Fatale, un cómic que le recordaba al típico terror que se había repetido por tantas siglos, aquel terror que hizo crecer su concepto sobre el miedo del ser humano a lo desconocido, un miedo que permanecía atado a ellos por la eternidad, aún más antiguo que todo el poder familiar, algo que ellos habían cruzado al tocar lo desconocido y ahora, habían terminado malditos.
—Un medicamento le bastará, no sé por qué te lo pidió, tal vez le gustas y puedas conseguir la novia que tanto te urge, ¿no le hiciste el favor también a Akiko? Si continuas de esa todo el pueblo se va a enterar, ¡y bum! Seremos quemados por ser brujos al momento que encuentren pruebas, lo siento pero lo último que está en mis planes es ser un pollo rostizado, hablando de comida, hoy me tienes que alimentar, papá salió por las cosas que le faltaban para su hechizo de fortuna, dejó dinero en la cocina
—Claro, lo haré si me ayudas a terminar esto de una vez por todas y no estamos en la edad media como para que nos lancen a una hoguera, deberías dejar de leer esas historias o acabaras tan loca como mamá. Adivino, no quieres ir a la escuela sólo por un chico—cierra el cómic de un sólo golpe, creciendo sus emociones como un gran caos dentro de ella, queriendo arrasar con la sonrisa burlona de su hermano—¿Acaso acerté, pequeña Elly?—acomoda su falda escocesa, sintiendo los pliegues de esta por sus manos, queriendo hacerle ver que poco le importaba aquel sentimiento, cuando era todo mentira, pues la flecha de Cupido la había alcanzado como el oleaje del mar a su rostro aquel día en la playa, cuando al inicio no había nada más allá de una ilusión, un sueño que no creía que fuera real, pero sólo fue cuestión de tiempo cuando el reloj comenzó a moverse, con un sonido suave en su oído consolándola de toda su realidad que no estaba dispuesta a enfrentar, hasta que tuvo que pelear frente a frente con el mayor enemigo que enfrentaban las chicas de su edad: El enamoramiento, no supo cómo ni cuándo aquellos hoyuelos en las comisuras de sus labios la atraparon la primera vez que le sonrío, en un hechizo que no quería que terminara nunca, algo más fuerte que la maldición de su sangre y de lo que no quería alejarse, aquel chico que se había adueñado de su corazón y le hizo creer que tal vez el amor era la única cosa que no podría morir, que duraría por toda la eternidad y en aquella eternidad no hubiera nada más allá de sus ojos oceánicos y el cabello que tenía, un hechizo que no quería romper, el ángel que había buscado durante tanto tiempo, el único que podría alejarla de su propia oscuridad con unas simples palabras que iluminarían como luciérnagas en medio del bosque más oscuro. Un ángel que no podía estar con alguien maldita, pero sólo era cuestión de no hacer magia, no era algo grave, si antes quería hacerlo cuando era tan sólo una niña, ahora era el sinónimo de la perdición vestida de polvo de estrellas en la negrura del espacio—Bien, por tu sonrisa de idiota que pones supongo que sí, podré enseñarte a hacer un hechizo "por amor", si el chico es inteligente como para fijarse en ti
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🗯⃝⚝𝐏𝝑𝚻𝛊𝛐𝛈 𝙁𝝑𝚪 𝜁𝝑𝜐𝜀 ▬▬▬ 𝙎𝘰𝘶𝘤𝘩𝘪 𝘛𝘴𝘶𝘫𝘪𝘪
Fanfiction𝗣𝗼𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗙𝗼𝗿 𝗟𝗼𝘃𝗲 | 𝘚𝘰𝘶𝘪𝘤𝘩𝘪 𝘛𝘴𝘶𝘫𝘪𝘪 𝗘𝗡 𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 𝗘𝗟𝗟𝗬 𝗞𝗘𝗗𝗪𝗔𝗥𝗗 rocía accidentalmente una poción de amor al chico más raro de su pueblo. 𝗢 𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 𝗦𝗢𝗨𝗜𝗖𝗛𝗜 𝗖𝗔𝗘 𝗣𝗢𝗥 𝗔𝗤𝗨𝗘𝗟𝗟𝗢𝗦 cabellos rojos an...