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Al sonar la campana indicando que la clase habían culminado, no lo pensé dos veces y me levante saliendo de inmediato del salón de clases, tenía la intención de salir del instituto e irme lejos, si él me había encontrado seguramente los demás no tardaban en hacer lo mismo y trataría de evitar eso a toda costa.

Iba prácticamente corriendo por los pasillos hasta que sentí un jalón en mi brazo, siendo llevado hasta el cuarto del conserje, escuche la puerta ser cerrada con seguro y pensé lo peor "me va a lastimar", levante la mirada al escuchar la voz de kiraiya, al ver que era él quien me había secuestrado en este pequeño cuarto de conserjería, sentí un alivio, sabía que él no me lastimaría.

— ¿Por qué saliste corriendo de esa manera? - no mostraba ninguna expresión ni tono de voz preocupado

— Solo no me siento bien, creo que volveré a casa - me acerqué a la puerta para abrirla y salir pero fui interrumpido por un acorralamiento de parte de kiraiya hacia mi persona

— Ryukozo, dime qué pasa ahora mismo ¿Por qué esa reacción? - trataba de a toda costa evitar mirarlo lo cual no dio resultados, pues kiraiya tomó mi mentón y me obligó verlo - habla de una vez, ¿fue por el profesor? - a pesar de que obligó a mi rostro a mirar hacia el, mi mirada se desvió de la suya

— No tengo porque contarte nada, ahora déjame en paz - apretó mis mejillas un poco fuerte lo que me hizo mirarlo y soltar un pequeño quejido - suéltame ahora mismo idiota

— ¿De donde conoces al nuevo profesor? - ante esa pregunta no pude evitar recordar todo aquello, mis ojos se comenzaron a cristalizar y fue en ese momento que sentí como kiraiya apartaba su mano de mis mejillas y en su lugar sentir como rodeaba sus brazos en mi cuerpo - tranquilo, todo estará bien

Esas simples palabras hicieron que correspondiera a su abrazo y llorara en silencio en su pecho, kiraiya no sabia nada de mi pasado, a pesar de ser uno de mis mejores amigos, jamás nunca le conté nada a nadie, todo aquello me hacía sentirme avergonzado y sucio, no podía contarles y arriesgarme a que sintieran asco o que siguieran conmigo por lastima, no quería que supieran que en un pasado fui débil.

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Kiraiya me había acompañado a la enfermería, obviamente mentí diciendo que me sentía mal por lo que la enfermera me dio un papel para aprobar que me fuera a casa, el albino falso nuevamente me acompañó hasta la salida, le llamo a su chófer para que viniera por mi, no quería irme solo y el no quería que me fuera solo.

Cuando llegó su chófer me despedí de él y entre a la parte de atrás del auto, el camino fue silencioso pero no incomodo, simplemente miraba hacia la ventana, había comenzado a llover y después de un rato llegamos al qué supuestamente era mi domicilio, le di las gracias al chófer y me baje del auto, finjo abrir la puerta y cuando el chofer se fue, me coloqué la capucha de la sudadera y comencé a caminar hacia mi verdadero domicilio.

Si, incluso había mentido sobre el lugar donde vivía, tenía la suerte de que ellos no iban a visitarme solo porque yo no quería que lo hicieran pero les había mentido sobre mi dirección, camine unas cuantas cuadras hasta llegar y abrí la puerta, revise el buzón y tome todos los sobres que habían dejado y entre.

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Me había dado una ducha para impedir algún resfriado por haberme mojado en la lluvia, encendí el televisor y lo puse en mute y le baje un poco el brillo a todas las luces, me senté en el sofá y mientras que con una mano secaba mi cabello con la otra mano libre tomaba los sobres y veía de que eran.

El Cuerpo Más DeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora