El aula estaba llena de alumnos. Una iglesia atacada por la humedad contenía en una de sus habitaciones a una veintena de niños de diversas edades. La mayoría de ellos provenían de familias nobles. Tan sólo había un par de excepciones, producto del cariño que el monje les tenía.
Era el primer día de la semana. Los chicos estaban desganados. Iban dormidos espoleados por sus padres quienes esperaban un segundo de paz más que esperar una buena educación. El padre Francesco sabía que era complicado luchar contra tantas vicisitudes, por lo que empezaría ese día con una de las leyendas que más fuerza había ganado en los últimos tiempos.
—Durante miles de años —empezó con su voz amigable y profunda—, el mundo ha sido testigo del eterno enfrentamiento entre el bien y el mal. Bajo diversas formas, ambas fuerzas han luchado por obtener la supremacía sobre la otra. Y aunque la batalla terminaba con la derrota de una de ellas, siempre quedaba un remanente que en un futuro, no muy lejano, volvería a emerger para impedir la hegemonía del poder vencedor y mantener un precario equilibrio.
»En la Biblia podemos encontrar, en una de las últimas epístolas del Nuevo Testamento, que Satanás luchó contra el arcángel Miguel por el cuerpo de Moisés. Fue una importante batalla que definiría el curso de la humanidad. Es de opción personal creer o no que esa batalla ocurrió en las pasadas edades.
»Las armas que se emplearon en ese enfrentamiento fueron determinantes en aquel aciago día. Dos espadas forjadas con la fuerza de cada combatiente. El acero del Diablo, rebosante de su odio y maldad, tenía un poder cruel y sin igual. En cambio, el arcángel Miguel formó su espada conforme a la voluntad de Dios. El mismo Todopoderoso la tomó en sus brazos, la bendijo y la selló con su espíritu. La energía de ésta creció hasta que los cielos se estremecieron y se quebraron.
Francesco paseaba entre los bancos. Sabiendo que la atención de todos los alumnos estaba centrada en él. A todos les gustaba ese tipo de historias fantasiosas. Él como monje católico no terminaba de gustarle mucho el devenir de aquella leyenda. Aun así, no la abandonaba. Era el vehículo ideal para enseñar de la palabra de Dios. Del poder del bien sobre las tinieblas.
—La dura batalla terminó cuando el arcángel usó ese poder —prosiguió—. Tras la lucha, ambos instrumentos se enclavaron en distintos lugares de la tierra para que, cuando el sempiterno cruce entre bien y el mal volviera a desatarse, estuvieran listas para defender al paladín de cada bando con el espíritu de su creador.
»¡Pero eso no es todo! El cuento prosigue. Cientos de años después, mientras huía, un malvado conspirador halló la espada del Diablo en lo profundo de una oscura cueva. Al tomarla, sintió que un fuego lo consumía por dentro. Al llegar sus perseguidores, el fuego que lo llenaba le había conferido una fuerza y letalidad innata que nunca habría imaginado poseer. Sin apenas cansarse, acabó con la vida de un pequeño regimiento de diez caballeros.
»Debido a su experiencia, la denominó Ogаnj što Proždire (1).
»Este malhechor se dio cuenta de que no era la misma persona de antes. Había cambiado desde lo más profundo de su alma, hasta el último pelo de su cuerpo. Resolvió que había muerto y renacido en medio de un bautismo de fuego y sangre. De acuerdo a esto, decidió darse un nuevo nombre: Bojan Dragovic.
La clase entera murmuró con miedo. Algunos temblaron. Dragovic y su descendencia eran los villanos por antonomasia de la época. Muchas madres amenazaban a sus hijos diciendo que si no se portaban bien, Dragovic vendría a por sus almas. Los niños, realmente aterrorizados de que eso pudiera ser verdad, obedecían sin rechistar.
—Días después, mientras vagaba en busca de peleas, tuvo una revelación: era un ser divino. Como toda deidad, él tendría adoradores y seguidores que querrían estar bajo la sombra de sus alas y ser bendecidos por él. Ese era su anhelado sueño. Toda su vida había sido un malhechor sin nombre, hastiado de la ignominia y los pecados de sus padres que lo habían convertido en quién era. Él abriría un camino nuevo en medio de ese frondoso bosque de perdición y se convertiría en el rey-dios que siempre había deseado ser.
»Reclutó a asesinos, ladrones o cualquier criminal que quisiera sembrar el caos donde quiera que pasaran. Ese era su primer mandamiento. Nada habría de quedar a su estela que no fuera sangre y ceniza. Veintisiete hombres llegaron a ser. Nunca se superaría ese número. Según Dragovic era la cifra de la victoria que había recibido por medio de una revelación del mismo Satanás.
»Así llegaron a todas las naciones las terroríficas historias y crónicas de unos villanos que no dejaban más que desolación allí donde pisaban. Demonios fieros e inmisericordes cuya sed era sólo saciada con carne inocente.
Como buen cuentacuentos, Francesco hacía muecas, cambiaba la inflexión de su voz y hacía gestos ilustrando cada una de sus palabras. Tal vez estuviera siendo muy expresivo. Los niños lo miraban con pánico.
—Fue a la edad de ciento sesenta y dos años, en la que la muerte reclamó el alma Bojan Dragovic. Su hora había llegado. Pero no dejaría que sus hazañas pasaran al olvido. Tomó al que tenía por su segundo al mando, lo bautizó como su descendiente, le otorgó el apellido Dragovic y lo hizo el soberano jefe del grupo.
»Durante siglos, Ogаnj što Proždire y el apellido Dragovic han ido pasando de hombre en hombre hasta el día de hoy. Cada uno de ellos buscó el poder supremo y el deseo de encontrar la espada de Dios para destruirla. Era la única arma capaz de poner fin al terror que el itinerante grupo iba sembrando.
Sólo los bardos y juglares cantaban canciones sobre ellos y sus macabras hazañas. Historiadores y eruditos se resistían a creer en aquellos cuentos para niños. Eran mitos a sus ojos. No era posible concebir la destrucción de miles por medio de menos de una treintena de hombres, por muy diestros que estos fueran. Francesco, no obstante, lo usaba para divertir a los chicos en la mañana. Seguidamente, continuaría con la catequesis.
—Hemos de orar y velar pidiendo a Dios que noestén equivocados. No sea que un día los veamos hacerse reales ante nosotros ysuframos la cólera y poder de
Vigintiseptem Homines
(1) Fuego Consumidor en serbio
¿Qué les parece el prólogo de este libro? No os perdáis el primer capítulo, Habrá rumores de guerra. Una gran aventura está a punto de comenzar.
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27: La Leyenda Sangrienta (#1)
FantasyLas Crónicas del León. Libro primero. ¡Bienvenido a finales del siglo XII! Un mundo lleno de guerreros, batallas, damiselas en apuros y leyendas tales como la de Vigintiseptem Homines, un poderoso grupo de veintisiete guerreros que siembran muerte y...