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Las nubes de lluvia dejaron el cielo al mismo tiempo en que lo hacía la noche. Y tal vez fue porque el suelo todavía estaba húmedo, pero descubrió que en realidad eran poquísimos los aldeanos que subían a la montaña y venían a rezar.

Después de una ceremonia tranquila, Viola fue a ver a los pastores y a sus ovejas en compañía de Safils. Ellos ya estaban vestidos y listos para marcharse de allí.

"Gracias por darnos un lugar donde quedarnos."

El hombre inclinó la cabeza, mirando hacia sus ovejas una y otra vez como para confirmar que estuvieran juntas.

"Parece que el clima va a estar muy soleado hoy. Menos mal".

Safils miró hacia el cielo y luego entrecerró los ojos un instante.

"Viola, quiero que me des un momento. Voy a llevar algunos libros a la biblioteca ¿Está bien?"

"Sí, no te preocupes por eso".

En realidad se estaba sintiendo muy bien el día de hoy.

Viola decidió aprovechar que los hombres estaban desayunando en el comedor para limpiar la habitación donde se había quedado. Sin embargo, ya que un olor extraño estaba impregnado en las paredes, el hombre decidió abrir la ventana para ventilar y también para poder sacar las sábanas y las fundas de las almohadas. Estaba sacudiendo el polvo del alféizar cuando escuchó la voz de otra persona a sus espaldas:

"¿...?"

Era un joven, de un pueblo cercano, el que decidió tocar la puerta de la habitación. Aparentemente había entrado por el jardín:

"Padre, quiero preguntarle algo. Disculpe la intromisión".

"¿Qué pasa?"

"Un familiar mío está enfermo y lleva varios días postrado en cama. ¿Puede venir y orar por él?"

Era un lugar pequeño, así que ciertamente nos tenían médicos. Cuando una persona se enfermaba, la iglesia era la encargada de proporcionar una medicina bastante sencilla que aprendían a hacer utilizando hierbas. Si no mejoraban con eso, entonces debían ir a un hospital que se encontraba en el corazón del país. A unas tres horas. Sin embargo, como era una zona con mucha humedad, las enfermedades infecciosas eran cosa de todos los días, por lo que había muchísimos inconvenientes para transladarse a otro sitio tan rápido.

"Por favor. ¡No tengo a quién pedirle ayuda! Solo puedo confiar en el padre."

Ante esa súplica, Viola no tuvo más remedio que asentir con la cabeza.

"Iré. Por favor, espere un momento."

Viola inmediatamente comenzó a prepararse para atender al enfermo. Además de los elementos utilizados para orar por su recuperación, también necesitaba un botiquín y hierbas con propiedades antipiréticas. Esas se guardaban al lado de la biblioteca, así que lo primero que recordó, fue que el demonio estaba allí revisando unos libros.
Viola llamó a la puerta y lentamente metió la cabeza para poder mirar alrededor. Allí, completamente rodeado de estanterías, Safils estaba sentado frente a un pequeño escritorio que tenía una vela consumida hasta la mitad.

"Safils, quería decirte que saldré un rato porque tengo un paciente".

"¿Cómo qué tienes un paciente?" Safils frunció el ceño. "¿No debería ir yo? Aún no te sientes bien."

"Estoy bien, te lo prometo."

Viola respondió con una sonrisa a Safils, quien estaba a punto de levantarse para ayudarle con ese supuesto paciente que tenía. Lógicamente Viola sabía lo que preocupaba y hasta le pareció un poco divertido que tuviera una mano en su barbilla como para pensar bien la situación. Claro que la condición física del hombre era algo que tener en consideración, pero pensó que debía estar más preocupado de que pudiera huir de nuevo y que ahora si tuviera suerte.

Una caja de rosas gemelas (Traducción Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora