Cuando todo esto del virus empezó se armó un buen revuelo, poco a poco las vacunas empezaron a aparecer, pero gracias a lo fácil que el virus mutaba hacía que no fuesen de mucha ayuda. Habías visto demasiados vídeos de gente que tenía efectos secundarios tras recibir la dosis, vídeos que te hacían tener más miedo de las vacunas que del propio virus. Al fin y al cabo eras joven por lo que no formabas parte de la población de riesgo, ademas, ¿para que te ibas a poner una vacuna que quedase obsoleta cuando el virus volviese a mutar?, al menos eso era lo que te repetías.
Pero aquí estabas ahora, esperando tu turno para poder vacunarte en una sala abarrotada de hombres esperando su turno. No podías creer que lo fueses a hacer, pero la nueva mutación hacía que estuvieses dentro de la población de riesgo, ya que afectaba solo a hombres, independientemente de la edad de la persona. Si contagiarte significase estar solo encamado o como mucho hospitalizado como las otras mutaciones no habrías pensado en vacunarte siquiera, pero... que un maldito virus te haga encogerte... era surrealista.
En cuanto te enteraste de la noticia sentiste que era tu oportunidad de experimentar tu fetiche, debido a que junto a la reducción significativa de tamaño, pasar de medir 1,80 a tan solo 5 centímetros, el afectado también vería su resistencia incrementada bastante. Incluso empezaste a buscar en internet como poder infectarte, pero mientras mas buscabas mas pensabas en todos lo vídeos que habías visto en toda tu vida sobre hombres encogidos frente gigantescas mujeres, no solía acabar bien para los pequeños.
La parte de poder experimentar tu fetiche era disfrutarlo, no acabar muerto por servir de aperitivo o morir aplastado tras ser pisoteado repetidas veces sin piedad. Además, tu fetiche involucraba a mujeres hermosas, no a mujeres feas o viejas, sin contar a hombres o animales que podrían acabar contigo antes de poder experimentarlo. Reflexionaste unos días y llegaste a la conclusión de que mejor era tener una larga vida solo de vídeos o historias, a una corta experimentando tu fetiche o peor aún, a una larga siendo esclavizado por un hombre o una mujer horrorosa.
En cuanto despertaste de tus propios pensamientos viste salir a una enfermera y llamar a un hombre, este se levanto y entro detrás de ella en la habitación para recibir la vacuna. Parecía que eras el último que quedaba, todos los demás habían recibido su dosis. Sacaste tu móvil y empezaste a mirar tus redes sociales, varias de las chicas que seguías habían posteado las ganas que tenían de encontrar a algún desvalido hombre encogido por el virus para "cuidarlo" seguido de caritas sonrientes de diablillos. Agitaste la cabeza y guardaste el móvil, no querías pensar en lo que serían capaces muchas de las mujeres que conocías.
Oíste la puerta abrirse y a una joven enfermera reírse mientras hablaba con su compañera, miro el listado que llevaba en la mano y dijo tu nombre. Te levantaste y entraste detrás de ella en la habitación. Te diste cuenta que era una habitación sin ninguna otra salida y no recordabas haber visto salir al hombre que entro antes, lo más seguro es que saliese mientras mirabas el móvil.
- Buenas. -dijiste.
- Hola guapo, -te dijo la enfermera que te había llamado antes de entrar, lo que hizo que te sonrojaras- Siéntate que ahora nos ponemos contigo.
- Marta. -le llamó la atención su compañera entre risas.
- ¿Que? Es mono. -te miro y te guiño el ojo.
- Mírale, has hecho que se ponga rojo como un tomate. -su compañera se reía de ti.
No sabias que hacer ni que decir, estabas un poco nervioso ya de por si por la vacuna como para que una chica guapa se pusiese a coquetear contigo. Mientras ellas se metían un poco entre ellas y se reían un poco a costa y de lo roja que estaba tu cara, no podías parar de mirarlas. La que te había lanzado el piropo, Marta, era muy guapa, tenía un largo cabello de color castaño, llevaba unas gafas que la hacían parecer inteligente e iba maquillada de forma sutil, ademas de vestir el traje de enfermera habitual. Su compañera no se quedaba corta, tenía un rollo más punk, un cabello semi corto de color moreno pero con las puntas de color rosa, tenía un lado de la cabeza rapado, maquillada con un pinta labios negro y contorno de ojos negro bastante pronunciado y su nariz y orejas adornados con varios pendientes cada uno.