Fugaz y revoloteante

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...Sentí un fuerte golpe en mi costado, sin saber de dónde provenía, la luz cegadora frente a mis ojos tampoco ayudaba a concentrarme ni procesar lo que sea que fue eso. Mi conciencia se apagó por completo en un cerrar y abrir de ojos.

Desperté, frente a mí un claro y pacifico cielo azul, por extraño que parezca verlo directamente no lastimo la sensibilidad de mis ojos, confundida sobre el pasto, note un movimiento que atrajo mi mirada hacia un costado, ahí yacía un chico que al igual que yo estaba confundido y recostado. Pronto y sin saber porque me enfurecí, no entendía el porqué, ni siquiera reconocía a aquel hombre delgado pero pequeño y de cabello castaño alborotado, con rasgos apenas y diferenciado de otros rostros vistos.Le grité, no escuchaba lo que dije, no pude comprender la verborrea que se escapa de mi boca en piloto automático. El simplemente se incorporó y se fue, me incorpore junto con él, pero me quede ahí patada observándole, mi boca por fin paro de moverse y mi garganta seca suspiro.

Observe con más tranquilidad mi alrededor, aquel chico se perdió rápidamente entre las pequeñas colinas del horizonte de aquel empinado lugar, solo divisaba grandes longitudes de césped verde brillante, sin arboles ni nada más. Gire mi cuerpo sobre mis talones, frente a mí y flotando había un niño con una larga túnica, se me escapan los detalles de su rostro porque toda mi atención se dirige hacia su negro cabello capaz de tragarse la luz contrastante con su vestimenta y su pálida piel.

Sin siquiera saber cómo reaccionar, pregunte quien era, no me encontraba realmente curiosa, solo fue lo primero que de mi salió. Sonrió, dijo que era aquel que me guiaría y se dio la vuelta para empezar a avanzar. En estos casos, me pareció lógico seguirle, no se veía como un lugar peligroso y él tampoco tenía una apariencia amenazante, creo que incluso si la tuviera lo hubiera seguido de igual forma, ¿qué más podría hacer en esos casos?Bajando aquella colina y de la nada, apareció una extensa playa, con áreas de mar tan tranquilo que dudaba que fuera eso mismo, y otras tan tormentosos y oscuros llenos de riscos. 

El niño noto mi estado de impresión ante aquel escenario, y mientras abandonaba el suave tacto de aquel césped en mis pies para remplazarlo por aquel suelo arenoso, aunque no me molesto; empezó a hablarme sobre aquel lugar, a penas y recuerdo fragmentos, pero básicamente ahí van almas que supieron que querían en vida, que no terminaron proyectos, o que simplemente que la separación entre su conciencia humana y su esencia espiritual no se separó con éxito. Fue ahí que note que a mi alrededor habían más "personas" rodeándome, ellos tampoco parecían notarme fácilmente.

Prosiguió, diciéndome que cuando se enteran de su deceso, las personas pueden tener varias reacciones, lo natural supongo; algunos simplemente, confundidos y sin saber cómo reaccionar disfrutaban de la calma que les otorgaba ese lugar, buscando sus recuerdos para curar su incertidumbre y talvez encontrar respuestas a su situación actual; otros, asustados y desesperados lloraban desconsolados sin entender porque, asustados del vacío que esa condición les causaba; finalmente, la desesperación violenta, querer escapar a toda costa, de estos últimos, aquel niño me mostro que la momia subía a aquellos riscos en aquel mar furioso para ser destrozados y que se les otorgara alguna salida, pero simplemente volvían, repitiendo aquel ciclo, al punto que esas agua oscuras en ciertas ocasiones se teñían de rojo y desesperación.

Yo, probé cada opción, evidentemente inicié con la más psicótica, quería ver cada perspectiva y sin saber cuánto tiempo paso desde que desperté en aquel lugar y por fin entender quién era yo y porque está ahí, como di mi último suspiro y junto a quien lo di, aquel niño se acercó a mí para llevarme con aquel chico, lo vi sobre el risco en la base de una montaña al final de la playa, el sentimiento cálido broto en mi pecho y corrí hacía en, en también se aproximó hacia mí, pero supongo que mis sueños no pueden ser felices. El piso un lugar sumamente frágil y cayo debajo de aquella gigantesca masa de tierra y piedras que se desprendió, lo aplastaron. Cuando llegue llorando y sin poder mover aquellos sedimentos, el guía me ayudo a removerlos, no había nada solo salieron volando un montón de mariposas, para ser exactos, monarcas.

El niño me abrazo, mientras desconsolada me derrumbaba en aquel lugar, mis ojos ardían; el me tomo de la mano y me hizo caminar donde unas enredaderas tapaban una cueva que se formó al pie de aquella montaña, sin tiempo de procesar nada, el removí aquellas plantas revelando una puerta deslizante, la abrí. Al entrar había un montón de mariposas, justo como aquel mariposario que nos justaba tanto visitar, él quería que lo viera por última vez antes de mudarnos, pero aquel accidente lo impidió. Él ya se fue, sin mí, pero ¿por qué separarnos así?, seguiré con mi pena en este lugar.

Simples sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora