prólogo

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La primera vez que Felix conoció a Seo Changbin puede decirse que no fue en las mejores condiciones. El chico azabache de no más de veinte años con un cuerpo bien dotado que era cubierto por ropas holgadas de tonalidades opacas, yacía adherido lo más que podía en la pared de un callejón de mala muerte. Mientras temblaba de puro pánico, al estar rodeado de tres Alfas de lobo que lo mantenían preso de su liberta.

Y no es como que pudiera siquiera librarse de ellos sin dar pelea. ¿Que puede hacer un simple humano común? nada. Era en su punto de vista, injusto que tres Alfas contra un humano común, era igual a pure de humano enlatado y exportado.

Se miraba vulnerable, tan indefenso contra esas bestias que querían darle una lección tratando de intimidarlo. Lo consideró como un cahorrito que pedía con urgencia auxilio antes de entrar en ansiedad, detrás de esas gafas redondas pudo apreciar a través de su desarrollada vista como el rostro del azabache se notaba un rastro de lágrimas en sus mejillas sonrojadas, el leve temblor que percibió en la lejanía le confirmaba que ese chico necesitaba ayuda pronto.

Sino lo harían puré de humano.

Felix no se consideraba la persona correcta para juzgar a nadie, ya que el mismo a causado problemas a otras especies, pero para su escusa el nunca le provocaba daño a quien no le toques las pelotas. Por lo que no tenia ni idea del porque tenia la necesidad de proteger a ese chico.

Fue en ese entonces que su león se había crispado y rugido molesto por tal acto inhumano, ese grandote bebé humano como lo había llamando su león, necesitaba que alguien lo ayudará, lo mimara y apapachara con todo amor y cariño que un noble corazón pudiera tener.

Y lo haría, ese bebé humano grandote no merecia ese mal trató. En ese mismos cuchitril mal oliente que apestaba, pudo notar al momento de haberse acercando al azabache en su auxilió, un olor a colonia de bebé que derritió el caparazón duró de su león y de él mismo que ignoro por completo el mal olor e incluso la amenaza.

Era un olor tan rico que su león ronroneo gustoso, le había encantado la esencia que desprendía el bebé humano grandote por que logro sentirse cálido. De pronto había olvidado la razón por la cual iba en camino por ese lugar asqueroso, podia patearle el culo a Yeonjun en otro momento, pero en ese instante tenia que cortarle la yugular a esos hijos de perra que opacaban con sus asqueroso aromas el olor rico de ese humano bonito.

Cuanto odiaba a esos Malnacidos perros.

Recuerda que en un abrir y cerrar de ojos se había transformando y atacado a los tres tipos. Sólo había bastado un fuerte rugido de advertencia, su imponente figura y peso más esos filosos colmillos que expone orgulloso cada vez que habré la boca, para que dejaran en paz al chico.

Defendió con orgullo a ese ser humano indefenso que nada más de verlo su corazón latía rápido queriendo hacer todo lo que ese humano bello le pidiera hacer.

Su león ronroneo sastifecho cuando logró acercarse más al bebé grandote quien sorprendido y asustando todavía trataba de retroceder para que ese león no tratara de hacerle daño. Pero una vez Felix paso su lengua en una sonrojada mejilla le transmitió seguridad y confianza, no tenia por que temer.

Y para terminar de calmarlo su león le había mostrado sumisión, se había doblegado ante él. Bajando su cabeza y acostando todo su enorme cuerpo. Minutos después una sutil caricia por las manos de ese bello ser desencadenó una energía electrizante en todo el cuerpo de Felix, su león habia jadeado gustoso pidiendo entre rugidos lastimeros que el bebé grandote los volviera acariciar.

Fue en ese entonces que su león lo había reclamado, exigía a ese chico a pesar de ser un humano simple y común. Quería esa esencia a colonia de bebé sobre él, y exigia que también el portada su aroma a manzana verde.

Ambos querían a Seo Changbin, el bebé humano grandote.

[...]

La segunda vez que se toparon con bebé grandote fue en el súper, tocaba llenar la refrigeradora con productos para la semana así que esa vez fue en persona a realizarlas y una vez ahí, su sentido del olfato desarrollado le confirmo ese olor que tanto le gustaba, colonia de bebé.

Changbin iba vestido con ropas holgadas de nuevo, sus gafas redondas y un sonrojo en cada mejilla. Tan hermosamente adorable, que no evito soltar un suspiro de tonto enamorado aunque la mayoría del tiempo anduviera con una actitud de mierda.

El despistado bebé grandote en ningún momento había notado el asecho del león macho. Inmune a las feromonas que expulsaba más Felix conforme lo seguía de pasillo a pasillo.

Esa vez Felix no se arrepintió de a ver comprado todas las mismas cosas que el humano compro, por que deseaba conocer las cosas que le gusten. Y tampoco se arrepintió de haber roto la nariz de un Alfa que golpeo por accidente el hombro al azabache logrando que la bolsa donde llevaba jugos se le cayera.

Nadie lo lastimara, mientras él este.

[...]

Y así fue de una tercera, luego una cuarta y una quinta coincidencia. Una coincidencia que hacia latir el corazón de Felix a más no poder y el rugir de su omega león por tenerlo para él.

Querían a ese humano, y tendrían a ese humano.

Aunque el chico no supiera de su existencia, se lo haría notar cara a cara
y no a través de su forma animal.

Lograría a toda costa que el humano Seo Changbin se fijara en él, aunque este fuese un tonto, tonto despistado.

Lograría a toda costa que el humano Seo Changbin se fijara en él, aunque este fuese un tonto, tonto despistado

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Hanna  𑁍

Tonto, pero no tanto 𖥔 ChangLix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora