Capítulo 1.

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-No deberías haberle contestado así de borde a papá en la comida. Odio cuando os peleáis. Además, luego te quejas de que te castiga. -Vanya estaba sentada en la cama de su cuarto. Las piernas le colgaban en el borde del colchón, que estaba forrado con mantas blancas, que tenía estampados, pequeños tulipanes amarillos y alguna que otra almohada resguardada con tela violeta. (El color favorito de Vanya). Su hermano se paseaba por la pequeña habitación que la componían, además del dicho mueble, una silla de madera estropeada pegada a un escritorio: (todo al lado de donde dormía, así, le servía como mesilla) sobre él, había varios cuadernos negros con hojas amarillentas, un estuche con alguna pluma azul y una lámpara que iluminaba parte de la estancia (ya que no tenía ninguna lámpara general colgada del techo). También había, en una esquina, cerca de la puerta de madera antigua, un ropero donde la niña guardaba sus uniformes de la academia y, al pie de la estructura de madera con el blando colchón encima, un baúl beige que escondía juguetes y libros de aventuras fantásticas de la pequeña chica de 12 años. No tenía muchas cosas. Tampoco las necesitaba. Lo que más apreciaba Vanya, era el violín que se resguardaba en su correspondiente estuche carbón que su padre le había regalado un día. Este magnífico objeto antiguo se encontraba encima del baúl. Y lo tocaba todos los días, sin falta.

-No lo entiendes, Vanya. Papá se está equivocando. Estoy preparado para ir más allá. Listo para saltar y ver el gran futuro que nos espera. Quiero descubrir cosas nuevas. Vivir aventuras y experiencias. -Su hermano, Cinco, era un chaval excepcional, brillantemente inteligente. Estaba listo para toda la acción. Y era muy rebelde. "Eres demasiado maduro para tu edad, Cinco, y eso me asusta a veces". Le decía constantemente Vanya.

-Yo sé que estas preparado, pero, creo que deberías hacer caso a papá. Él sabe y además...

-¡No, Vanya! ¡Papá es horrible! ¿Por qué lo defiendes simpre? -Le gritó Cinco, que había dejado de andar nervioso por el dormitorio. Ella no contestó. Se encogió asustada. El miembro número 7 de la familia Hargreeves se podía describir como la chica más tímida y sensible del mundo. Y eso, a veces, eran grandes defectos. 

-Lo siento. -Susurró. Cinco la miró arrepentido. Y se sentó a su lado. -Culpa mía. Perdona. Estoy estresado. -Respiró profundamente. -Eres la mejor hermana del mundo. ¿Lo sabes, verdad? Vanya le dedicó una sonrisa triste. 

-Es que estoy enfadado con papá. -Se explicó. (Estaba harto de todo). -Y no debería pagarlo contigo. Y... -No terminó. Se quedó mirando a la chica que tenía los ojos húmedos. -No llores, por favor.

-Vale. -Y parpadeó varias veces para quitar las lágrimas mientras bajaba la cabeza y miraba al suelo. -Lo siento. Cinco miró hacia la puerta y comprobó que todo estaba en silencio y que nadie estaba cerca. Después se volvió hacia Vanya. Involuntariamente, la mano de Cinco se colocó en la mejilla de ella y le obligó a levantar la cabeza. Vanya obedeció. Siempre lo hacía. Era algo que su padre le machacaba día si y día también. Los dos preadolescentes se miraron.

-Si quieres me voy.

-No... por favor, quédate. Me gusta cuando... -Vanya se sonrojó y miró nerviosa los labios de su hermano. Él la miraba con afecto. La quería. Pero le costaba demostrarlo. Era un tipo duro. Cinco aprovechó el silencio sepulcral para acercarse a los labios de ella. Y Vanya se dejó besar. Los labios de ambos se posaron en los del otro. Momentos después, más seguros, alargaron el beso. Entre respiraciones entrecortadas, Cinco le acariciaba la mejilla y Vanya posó su mano cerca de la pierna de él, mientras con la otra se arañaba su propia pierna. Cinco rodeó con su brazo libre la cintura de la chica y se la trajo para si. El beso se volvió más apasionado, a veces con pausas para recuperar el aire y otras para acercarse rápidamente y volver a besarse. Había también respiraciones aceleradas. Una de las veces, Vanya aprovechó para separarse y susurrar:

Algo más que hermanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora