Capítulo 1 - La llegada al internado

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Aún recuerdo perfectamente cuando mis padres me dijeron que entraría a estudiar a un internado donde malgastaría dos años de mi preciosa vida.

No me podía creer que estuvieran hablando en serio.

Al principio me negué rotundamente a acceder a marcharme durante dos años completos a vivir en un colegio donde ni siquiera conocía a nadie, pero cuando me dijeron que los resultados con los que salía la gente sobrepasaban la media, accedí rápidamente.

Y, después de meses de espera, al fin ha llegado el día.

Estoy plantada delante de la puerta de entrada, con la maleta colgando del brazo y la boca abierta. Pese a que ya he estado aquí antes de que empezara el curso para ver las instalaciones, no deja de impresionarme como la primera vez. Enorme es poco para describir el lugar.

El ruido de la gente que hay a mi alrededor me devuelve a la realidad. Miro a todos lados sin saber muy bien que hacer. Los que ya se conocen el lugar, se reúnen con sus amigos, se comentan algunas vivencias del verano y entran todos juntos. Yo, en cambio, estoy sola en medio de la multitud. Estoy sola en el internado.

"Vamos, Emily. ¡Respira hondo y entra de una vez por todas!", me grita mi conciencia. "Aquel grupito de la derecha te está mirando mal... ¡No! ¡No los mires! Limítate a ignorarlos y atraviesa la puerta de entrada".

Y obedezco.

Respiro hondo y entro.

Al atravesar la puerta, vuelvo a quedarme con la misma cara que la primera vez que vi el enorme patio de entrada. Una enorme explanada verde se extiende a ambos lados del edificio principal y más grande de todos: las clases.

Al final de los dos lados de la explanada, se encuentran otros dos edificios idénticos: las habitaciones.

Si mal no recuerdo, las habitaciones femeninas pertenecían al lado izquierdo.

Así que me dirijo al lado izquierdo. Sólo quiero llegar a la habitación y dejar de una vez estas maletas que pesan tanto.

Aunque, ahora que lo pienso, son tres personas por habitación. Espero que me hayan tocado compañeras simpáticas, la verdad es que no quiero tener problemas, y menos el primer día.

Entro en un edificio que tiene un cartel que pone "Mujeres".

Una vez dentro hay muchísimos pasillos, casi tantos como chicas corriendo y llamando de puerta en puerta.

Muy bien, allá vamos...

Entro por el mismo pasillo que la última vez y paso la sala de estudio, unos baños y unas cuantas habitaciones, hasta que llego por fin a la 124.

Llamo a la puerta e introduzco en la cerradura la llave que me dieron. Cojo aire y lo suelto lentamente para tranquilizarme.

Entro en la habitación, no recordaba que fuese tan espaciosa. Dentro hay tres camas perfectamente hechas, un armario para cada una y una puerta que, si no recuerdo mal, es la del baño.

En la cama que está más cerca de la ventana hay una chica rubia con el pelo recogido en una coleta alta. Unos ojos verdes se asoman por detrás de los cristales de las gafas. Está sentada encima de la cama concentrada en un libro que sostiene en las manos. En la otra cama hay una chica de pelo castaño y ondulado con ojos azules. Y está... ¿haciendo la croqueta encima de la cama?

- Esto... hola... -Saludo al darme cuenta que ninguna de las dos se ha dado cuenta de la persona que acaba de entrar en la habitación.

La rubia despega la vista del libro y me mira por encima de las gafas. La castaña se cae de la cama.

White Roses College - Primer año en el internadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora