04 El Pasado.

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El reloj marcaba las 8:40 de la mañana, había una ligera brisa, Andrómeda ya se había bañado y había desayunado correctamente, la comida que Esme le había dado, parecía haber aumentado desde la noche anterior, pues ahora tenía más puré, algunos dulces y un hermoso set de té, pero no le importó mucho. Es siempre agradecida y amable.

Se lavó los dientes y comenzó a cambiarse, ese día había escogido algo sencillo, más tarde saldría a comprar ropa, y no deseaba estar incómoda. Pero quería que alguien le ayude a cargar todo. Quizá consiga ayuda de alguien.

Un suéter verde militar, un pantalón negro con un cinturón que marca su figura. Unos tenis negros y un par de accesorios, la cubrirían basta te bien ese dia. Se puso un poco de perfume y vio el reloj, faltaban unos cuantos minutos para que el reloj marcará las 9.

Bueno, supongo que todo estará bien. -Se dijo a sí misma, y escuchó que tocaban el timbre.-

Buenos días, señorita. -Jasper Saludó con acento sureño, tomó la mano de Andrómeda y la besó.- ¿Cómo fue su despertar?

-Sonrió, Jasper se parece a sus padres.- Magnífico, deja ir mi bolsa. -No quería soltar la mano de Jasper, pero por suerte la bolsa estaba en la mesita d e la entrada, sólo estiró un poco, tomó sus llaves y salió, todo esto sin soltar la mano del mayor.- Vamos, ya quiero estar a solas contigo.

Que nunca suelte mi mano. -Pidió, deseando que Dios escuche su petición, que ignore por una vez sus errores. Se juró a sí mismo proteger, amar y atesorar a esa hermosa señorita, si Dios le da el permiso.-

Ambos se fueron hacia un bosque, cerca del hospital, Andrómeda estaba feliz, podía caminar tomada de la mano de Jasper sin la mirada curiosa de la gente, pues nadie lo vio ingresar al bosque. La brisa había dejado de caer, pero atrás dejó un olor fresco a tierra mojada, algo que ama Andrómeda. Jasper por otro lado quería decirle pronto, pero aún estaban donde los humanos si podrían llegar a verlos. Más arriba era difícil llegar a los humanos. Por lo que debía esperar.

Ambos llegaron a la mitad del bosque, donde Jasper podría abrirse y en caso de ser necesario, dejar a Andrómeda segura. Él no quería dañarla, por lo que sería paciente y amable, todo un caballero.

Andrómeda estaba feliz, se sentó cerca de Jasper y tomó su mano, recostandose en su pecho. Tomó su mano con más firmeza, tratando de darle seguridad para hablar, pues Jasper había intentado hablar varias veces. Dudando. Tenía miedo.

Jasper, sea lo que sea que me vas a decir, prometo no huir, te daré tiempo para hablar y mantendré mi mente abierta. Confío en ti. -Apretó nuevamente las manos de Jasper y le regaló una sonrisa sincera.-

Ten por seguro, que jamás te haría daño. Moriría antes de siquiera hacerlo. -Trató de darse valor, ayudaba mucho la sinceridad de la menor, pero tenía miedo.-

Confío en ti. -Sonrió nuevamente y abrazo a Jasper.-

-Suspiró aunque ni es necesario, pero sentía que tenía que hacerlo.- Te contaré mi historia...

Mi nombre es Jasper Whitlock me uní al Ejército Confederado antes de cumplir los 17, afirmando qientenia 20 años. Me convertí en el mayor más joven del ejército de Texas.

Después de la evacuación de mujeres y niños, comencé el camino de regreso a Galveston donde conocí a tres mujeres, Maria, Lucy y Nettie, que habían perdido recientemente sus respectivos territorios con otros clanes. María sabía por mi traje que estaba en el ejército y me transformó en un vampiro con la esperanza de utilizar mi entrenamiento y experiencia para crear un ejército eficiente. Además de mi otros recién nacidos ayudaron a María a recuperar su territorio y la posterior reclamación de dominio sobre otros. Nettie y Lucy ganaron territorios por su cuenta, pero cuando trataron de rebelarse en contra de María, intuí sus emociones malévolas, me uní a ella y matamos a muchos vampiros.

Pensé que el vínculo entre Maria y yo era amor, pero me manipulaba a su antojo y yo caía pensando que estaba bien. Cuando me convirtió en un vampiro, gané la capacidad de sentir y manipular las emociones de la gente, lo que era muy útil en el control de los recién nacidos más. Con el tiempo, el dolor y la crueldad de tal existencia me deprimieron hasta el extremo. Mientras estaba en el ejército, me hice amigo de un recién nacido llamado Peter, quien persuadió a Maria de mantener debido a sus habilidades de combate avanzadas y alma gemela.

En 1938, Peter volvió y me contó sobre la forma en que los vampiros podían coexistir en el Norte. De inmediato dejé a María y su clan para unirme a Peter y Charlotte. Sin embargo, no encontraba la paz, ya que todavía podía sentir las emociones de las víctimas humanas, que profundamente me deprimieron. Finalmente, dejé a Charlotte y Peter. Traté de matar con menos frecuencia, pero la sed siempre era abrumadora.

En 1948, entré a un restaurante en Filadelfia y se encontró con Alice Cullen. Al principio, estaba desconcertado por su comportamiento feliz a su alrededor, pero sin embargo, sus emociones alegres lo impactaron mucho. Al final resultó que ella había estado esperándolo. Dijo que ambos encontraríamos a nuestras parejas, cuando me tendió la mano, la tomé y sentía por primera vez la esperanza, pues ella me mostró la sinceridad de sus acciones. También me habló de la capacidad de sobrevivir gracias a la sangre de animales en lugar de sangre humana, así como su futuro con Carlisle Cullen y su familia.

En algún momento de la década de 1980, comencé a hacer negocios con un abogado que falsificaba documentos ilegales para ayudar a proveer a la familia con nuevos certificados de identidad. Después de que el abogado se retiró, su aprendiz, J. Jenks, se hizo cargo.

Jasper terminó de contar su historia, con la posibilidad que Andrómeda lo repudie y le pida tener distancia. No la culparia, le dolería, sí, pero tampoco quiere atarla a alguien con un pasado tan horrible. Andrómeda es un ser brillante, una belleza. Es más, perfecta para un mundo tan oscuro y ruin a su lado.

Jasper -Andrómeda tomó la mano de Jasper, quien en medio del relato la había soltado.- Sube la mirada.

Jasper no quería hacerlo, sentía que Andrómeda lo vería con repudio o miedo. No estaba listo para eso. Quizá algún día, pero no ahora.

Jasper, no me iré. Sólo necesito que me voltees a ver. -Andrómeda quería encerrar a Jasper, protegerlo de todo el mal y quizá buscar a la tal Maria para matarla.- Te prometí escuchar, ahora quiero que me veas.

Jasper sintió que no podía negarse, cómo si una corriente le obligará a levantar la mirada, sentía que la orden era dada con amor, pero tenía miedo.

¿Me tienes miedo? -Preguntó con mucho miedo, tomó la mano de la menor, quizá con miedo de que ella retirara su toque.-

No, no te tengo miedo. Estaré a tu lado, si eres un vampiro, estoy seguro que eres el mejor. -Sonrió y sin esperar mucho decidió darle un beso a Jasper.-

Ambos se encerraron en sus sentimientos, el beso que comenzó como algo tierno y perfecto, tomó fuerza para convertirse en un beso cargado de devoción, amor y entrega absoluta. Se rompió hasta que Andrómeda necesitó el oxígeno. Y a pesar de que el beso terminó, el toque de ambos, seguía.

Estaré contigo, mientras así lo permitas. -Jasper tomó ambas manos de la menor.-

Entonces, estaré contigo en cualquier tempestad. Sólo pido que siempre seas sincero. -Sonrió y le dio un beso en la frente. Acunandose después en los brazos de Jasper.-

Eternidad Prometida. [[Jasper Hale.]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora