Patéticos Recuerdos

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Kenji.

Diecinueve años. 

Aspira a ser músico y quizás diseñador de vestuario, por lo que juzgan de soñador y de "tener los pies poco firmes en el suelo".

Artista frustrado, según su percepción. Dibuja bastante bien, tendencia al perfeccionismo.

Cabello desbaratado, se lo corta el mismo con algún tipo de navaja según explica.

Cuida con exceso su imagen, según él y cito: "No es que me agrade cuidar de mi apariencia, es que no soportaría el mal trato que me darían si vieran lo horrible que soy sin todo esto encima”

Tendencia a la depresión e indicios de Ansiedad- Terminó de escribir en su libreta la psicóloga para mirar luego a Kenji que se sentaba frente a él preguntándose qué tanto escribiría allí.

-Es todo por hoy Kenji, recuerda la próxima sesión traerme un dibujo cualquiera que hagas en la semana.

-No lo olvidaré, nos vemos.

En la escuela, emocionado el rubio daba los últimos detalles a su dibujo: un alto trapecista de cabeza mirando melancólicamente a la nada, colgado de sus rodillas, viste retazos de tela azul y blanco semejante a los colores del espacio y su rostro pintado a lo circense, maquillaje rosa y dorado en uno de los ojos semejando una lagrima, cabello corto de todos los colores del arco iris; El trapecista extendía sus brazos en dirección opuesta.

Kenji acostumbraba a pasar solo las horas de receso y es que no soportaba las huecas conversaciones de sus compañeros, no deseaba salir a caminar tampoco, ni comer, ya que en éste su último año de secundaria se sentía demasiado agotado de todo este sistema monótono y aburrido. El chico se esforzaba en crear excusas para quedarse solo en la sala sentado, sus compañeros lo admiraban de gran manera, tenía esa actitud despreocupada y desligada de los rebeldes de las películas pero con una apariencia para nada dominante, no era muy alto, incluso siendo el más bajo de su clase, cabello liso y rubio platinado, era blanco como una hoja de papel y bastante debilucho, por no destacar su increíble baja de peso de los últimos tres años, muchas veces lo confundían con una poco agraciada mujer pues sus rasgos eran en extremo delicados, por sobre todo sus delgados labios, sus pequeños ojos y la extravagante forma en que le gustaba vestir para ocultar su falta de confianza y autoestima.

De repente se preguntó de dónde había sacado la inspiración para crear un dibujo que por fin lo satisficiera. Trazo líneas desconcentrado pensando en ello, ¿Sería quizás? ...

-----(recuerdos)------

“¡¿Cómo es posible que aún no salgas de tu casa?!- gritaba Naomi por el teléfono, entretenida y un tanto molesta.

-¡Pero si no es mi culpa! ¡No puedo salir hasta que todos terminen de comer y tú sabes cómo es mi madre! Te lo recompensare, lo juro-

-Tic, Tac, Tic, Tac... -

-Cuantas veces debo decirte que no hagas eso ¡me desesperas!-

-Es la idea...-

-Ya, ya voy en camino- Enseguida colgó con una irritante sonrisa en su rostro, es que el enfado de Naomi le era encantador, con una sola frase animaba su día y hasta su semana. Cada broma que creaba la pequeña para molestarlo era sarcástica y extremadamente divertida a sus ojos, aunque no estaba seguro si solo él la veía así, bueno por algo Naomi siempre conseguía pretendientes antes que él, si ella fuese  un poco menos introvertida en la escuela, estaba seguro de que hubiese sido muy popular. Pero ella prefería socializar fuera de la escuela y no con sus falsos y superficiales compañeros, salvo claro por Kenji  ya que eran inseparables y más de alguna vez se habían corrido rumores de que eran pareja, tristemente falsos.

Memorias De Un Corazón CongeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora