"F-… ¿Frases? yo… No recuerdo haber escrito frases"
>‘‘¿Recuerdas cuando éramos inseparables?...''
>''Sueltas mi mano, (por qué... por qué) ‘‘
>''Te acercas peligrosamente una y otra vez, tu ríes''
>''Si soltáramos nuestros entrelazados brazos, Simplemente… Caeríamos”
-Déjeme ver eso… ahá- y esto… hm. Sí las escribí yo, solo creí que venían cómo buen complemento al dibujo y... espere un momento,... pero...y estas dos...no. No es mi letra...ni siquiera están escritas con el mismo lápiz- murmuraba observando detenidamente Reita.
-¿Cómo dices Kenji?-
-N-nada olvídelo- Esa letra... es, ¡es imposible!
-Bueno entonces explícame, por ejemplo que te hace pensar esta frase "Te acercas peligrosamente una y otra vez", ¿Quién Kenji?-
-Bueeno...- La verdad, le recordaba a tantas cosas, "Te acercas peligrosamente..." realmente él había sentido esa sensación tantas veces con Nao, especialmente cuando dormían juntos, en la pieza de ella, en las escaleras del centro comercial, hasta en las bancas de las plazas, sin dejar que nadie más se sentara en ellas. Recordaba muy bien cuando su amiga de cabello corto le insistía en dormir en medio de la tarde en cualquier parte, cómo ambos sentados en las bancas se recostaban para descansar con los ojos cerrados, Kenji especialmente separado del cuerpo de ella, para evitar sentir esas confusas emociones al estar tan cerca, pero Naomi siempre lograba perturbarlo.
“Recuerdo cómo antes de poder cerrar mis ojos para dormir te acercabas y te recostabas en mi regazo, sobre mis hombro o hasta en mi pecho, cansada, te sostenías de uno de mis brazos por lo que podía sentir que tus manos (cómo siempre) estaban extremadamente heladas, así que las tomaba entre las mías. Cada vez que hacía esto levantabas tu rostro sonriendo tiernamente, en ese segundo me daba cuenta de que estabas peligrosamente cerca de mí, e intentaba no observarte demasiado, evitando perder el control sobre mis emociones y deseos de probar tus labios nuevamente.” "Pero no, no debo."
Muchas otras veces reíamos hasta quedar sin aire, tu mala costumbre de perder la fuerza de tus piernas al reír por largo tiempo, hacía que te lanzaras a mis brazos para sostenerte de mis hombros. Al momento de cesar las risas, solo sonreías mirándome y yo solo pensaba en cómo podía calmar mi ser teniendo ese rostro tan perfecto y angelical sonriéndome a centímetros. A diferencia de otros días en que por alguna razón tu luz se veía opaca, callabas todo el día, solo acompañabas en presencia y guardabas silencio, cantabas y tarareabas canciones tristes y hasta depresivas, tus ojos caídos y tu sonrisa forzadamente melancólica me daban a ver que algo no estaba bien, pero por tu orgullo nunca confesaste nada. ”Solo desperté así”, decías, “se me pasara pronto”. Tres y hasta cuatro días duraba tu distante situación, ¿dónde quedaba ese loco espíritu bromista o esos deseos de fastidiar y hacerme enfadar? me preguntaba, y el no saber que te deprimía me contagiaba el mal ánimo. Quizás qué te habría pasado y tú solo callabas, y quizás hasta sufrías por alguien más... y ésa, ésa idea me destrozaba el alma y me ponía en el mismo estado anémico en que tú te encontrabas. Hasta que un día cualquiera volvías sonriendo y con tu afán de molestar a todo cuanto te rodea y mi cuerpo parecía recuperar las energías al ver tus ojos brillando y al oír tu risa luego de llevar acabo alguna broma, salías corriendo para evitar que te golpeara y te tapabas el rostro con una aguda risa, como un pequeño animal.
-Son... solo palabras sin importancia-
-Ya veo-
De regreso a casa Kenji no podía dejar de pensar en Naomi. Pensar que se habían comenzado a separar por una razón tan estúpida...