¡ cinco !

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La alarma marcando las seis de la mañana despertó a Hwang de su profundo sueño. Se removió perezoso entre las sábanas rogando por cinco minutos más para dormir, pero inmediatamente recordó sus planes matutinos.

Resulta y acontece que la misma tarde-noche del día anterior envió a Jeongin un par de mensajes diciéndole la hora en que lo necesitaba.

Desbloqueó su celular apenas abrió correctamente los ojos y releyó la conversación.

Numero desconocido:

Hola, uhm, soy quien te va a
fotografiar...

Espero me recuerdes dksksl

Jeongin:

¡Hola!

Claro, sólo dime lo que necesites
que sepa y te apoyaré.

Numero desconocido:

Pues...

La ropa te la conseguiré yo,
sólo necesito que estés en el
parque mañana muy temprano
para aprovechar el amanecer,
será rápido, nada especial,
¿puedes?

Jeongin:

Sípi, ¿a qué hora?

Y simplemente terminaron de ponerse de acuerdo en sólo minutos. Lo había citado a las seis y cuarenta y cinco en el parque pero él haría los preparativos antes. Se duchó y puso ropa cómoda, guardó la ropa que le consiguió a Jeongin —que afortunadamente obtuvo y estaba seguro que se le vería genial— y tomó su cámara y algunos accesorios de esta, como el lente especial y una batería de repuesto.

El amanecer sería más que perfecto para su iluminación ya que lo haría ver más natural y preciso.

Cuando salió aún estaba un poco obscuro, tomó las llaves y salió rápidamente. Debía tener todo preparado para ese mismo día así que debía apresurarse. Caminó hasta llegar a su destino y realmente el parque era solitario a esas horas.

Buscó con la mirada ese lugar especial que frecuentaba; el área de césped. Esta por lo regular estaba sola durante las tardes, solía recostarse y ver las nubes de vez en cuando, incluso tomarles fotos ya que desde ese angulo lucían esponjosas, tan suaves.

Mentalizando todo, le pediría a Jeongin que se recostara ahí y mirara a distintos lados, probablemente que se recargara en un árbol e incluso algunas fotos de su rostro.

Sí, saldría perfecto. Además, era Jeongin...

Diablos, no lo quería aceptar pero durante la noche no dejaba de pensar en ese chico. Lucía tan lindo, además que era noble y servicial, le encantaba el hecho de que no dudó en ayudarlo, le fascinó aún más cuando le dedicó esa hermosa sonrisa que sólo él podía regalarle.

Apreciarlo tan cerca le hacía sentir nervioso, que no merecía el beneficio y privilegio que tanto mencionaba. Y es que si pudieran verlo como lo hacía él seguramente caerían a sus pies de inmediato.

Como él.

Porque Jeongin era tan distinto a personas que había conocido durante su vida. Le causaba intriga, despertaba curiosidad en él querer saber qué pensaba mientras alimentaba a las palomas, lo que pasaba por su mente mientras disfrutaba escuchar algo en sus audífonos, cuando sus profundos y oscuros ojos se posaban en los suyos.

Entonces sintió una mano sobre su hombro.

— Hola.

── musa !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora