¡ único !

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Desde su infancia, Yang Jeongin había sido un chico muy risueño, cariñoso y adorable, amante de los colores. Era dulce con todo aquel que le conocía, siempre sonriente, muy rara vez se le veía serio o malhumorado, tanto así que parecía una persona diferente.

Jeongin era extrovertido y poseía un carácter agradable, sin embargo, únicamente tenía dos amigos cercanos; Minho y Changbin, un alfa y un omega respectivamente. Juntos habían pasado mucho, experiencias buenas y malas, siempre apoyándose mutuamente.

El joven Yang vió su feliz infancia desmoronarse en el momento en que su madre falleció tras un accidente de auto mientras se dirigía a revisión por su embarazo; desgraciadamente, aquella tragedia le costó la vida a madre e hija. La muerte de la mujer y su bebé afectó enormemente al padre de Jeongin, volviéndolo duro. En vez de enfocarse en la crianza de su hijo vivo, Yang Jeongsik se encerró en el vacío que la pérdida de su esposa dejó. Su lobo se volvió huraño y amargado, se odió por no haber protegido correctamente a su omega.

Pese a la falta que le hacía su madre, y al rechazo por parte de su padre, Jeongin no cambió, continuó siendo el mismo chico risueño.

A la edad de quince años su lobo hizo aparición, dejando ver su gloriosa categoría alfa. La presentación de Jeongin fue sorpresiva, nadie se creía que aquel adorable muchacho fuese un alfa, especialmente su padre.

La adquirida categoría del castaño le trajo malos recuerdos a Jeongsik, especificamente de la muerte de su amada omega. El señor Yang se dijo que debía volver a su hijo un alfa fuerte, rudo, serio, protector y guerrero; mas la dulce actitud de Jeongin no se fue a ningún lado por más que lo intentara.

Jeongsik le reclamaba noche tras noche a la diosa Luna por darle un alfa demasiado blando como hijo. Estaba seguro de que era un defecto, un error, que Jeongin era en realidad un omega. Pero a éste poco le importaba lo que su padre o su abuela dijeran sobre él, porque era un alfa sin importar su forma de ser. Hacía oídos sordos y seguía siendo él mismo, no dejó de usar su ropa de colores (mayormente rosa) ni dejó su amor por el canto.

Agradecía tener por amigos a un par de raritos que tampoco encajaban con lo que la sociedad imponía para alfas, betas y omegas; Minho era el más apegado a lo que debía ser un alfa, excepto por el hecho de que le encantaba hacerse cargo de su propia casa (lo cual incluía su gran amor por la cocina) y que tenía por pareja a otro alfa, mientras que Changbin sencillamente era bastante malhumorado, agresivo y musculoso para ser un omega.

Aquel trío de amigos era constantemente ignorado por los demás en la universidad, incluso molestado por algunos al ser distinto al resto. Jeongin nunca terminaría de entender porqué la gente le tenía tanta aberración a lo diferente.

Aquella mañana, como tantas otras, el castaño enfrentaba la desaprobación de su padre. No importaba cuánto lo intentara Jeongsik, no importaba cuánto lo golpeara, nunca lograría que Jeongin fuera un alfa rudo y en busca de pelea como la mayoría.

— Con esa actitud, tu cara aniñada y tu ropa rosa, pareces más un omega que otra cosa —gruñó, mirando con decepción a su hijo.

Era ridículo, solamente estaba utilizando su sudadera favorita, la cual era de color rosa y estaba decorada con un lindo osito.

— ¿Qué estupideces dices, papá? Soy tan alfa como tú, nada tiene que ver mi forma de ser, mi vestimenta o mi físico con mi categoría —rodó los ojos, harto de aquella situación. Siempre era lo mismo.

Pero Jeongsik no iba a dejar las cosas ahí. Días anteriores había escuchado que la cantidad de deltas se había elevado, lo cual le preocupaba, ¿y si su hijo era uno de esos enfermos que iba en contra de la naturaleza?

── diferentes !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora