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Ese día, apesar de ser sábado, se levantó con menos animos que en el transcurso de la semana.

Luego de su rutina diaria su madre la llamo a desayunar, esos días podía darse el lujo de levantarse tarde. Por lo que a las 9:00a.m ya estaba desayunando. Rebecca era muy buena cocinera, siempre le preguntaban porque no trabajo de Chef, pero solo respondía con un, "¿qué crees? ¿Qué a una mujer la dejarían ser Chef? No me hagas reír, por favor, solo come."

Era una lastima que esa frase fuera cierta, a una mujer nunca la dejarían, la juzgarían, la explotarían por el salario mínimo aunque tuviera 10 años de experiencia. Solo porque se les complacia llenar de privilegios al hombre. Nunca fue justo.

- Gracias madre, esto se ve verdaderamente delicioso-. Miro los dos platos, uno con dos panqueques, se podía decir, perfectos y un poco de fruta encima. Al otro un omelette con cebolla, pimientos, queso, tomate, lechuga, jamón y mayonesa. Disfrutaría ese desayuno.

Siguió comiendo, hasta que una voz que no era la de su cabeza le habló.

- ¡Hey, Evelyn! Llevas quince minutos mirando a la pared y solo has probado un bocado-. Dijo Rebecca chasqueando los dedos.

Talvez se había perdido mucho en sus pensamientos y en la flojera que le daba todo ese día, normalmente no era así, solo ese último mes de escuela.

Pareciera que pensará mucho en algo, o talvez en alguien, no lo sabía, debía ser más cuidadosa si no quería varios regaños.

Por suerte, termino de comer a tiempo para que sus alimentos no se malgastaran. Sus "demonios", como llamaba ella, deberían dejar de interrumpir su día, aunque fueran sus amigos y estarían con ella hasta el día de su muerte.

Que tonta, no se había dado cuenta de la presencia de uno más, solo llego hace un día y le estaba carcomiendo la cabeza por completo, carecía de empatía con ella.

[....]

Ese día quedó de verse con sus amigas, se probó varios conjuntos, pero ninguno le encantó más que la blusa de seda blanca y el pantalón de tela celeste, obvio tuvo que agregar un suerte calientito, ya que se quedarían hasta tarde. Hace meses que había olvidado lo cómodos que eran los pantalones.

Le dijo a su madre que ya saldría, Rebecca se dirigió hasta ella y le dió un beso en la frente antes de pedirle a Dios que la cuidará, depositando así toda su confianza en él.

Evelyn salió tan rápido como pudo, ya que había invitado a alguien especial, no sin antes preguntarle a sus amigas.

Al ver la casa amarilla con blanco se fijó en la dirección "Avenida 5, casa 67" y al verificar que si era la que buscaba tocó el timbre. La casa era pequeña, pero también lo suficientemente grande para que una familia viviera allí. En la entrada estaba la puerta color blanco con detalles preciosos, a la par una pared que llegaba a la mitad para arriba tener una reja igual de preciosa que la puerta. A través de las rejas se miraban las flores muy bien acomodadas, una escalera espiral amarilla que llevaba al segundo piso. Detrás de ella una pérgola negra con tres sofás para una persona y una mesita en medio de estos, se veía que era moderna, ya que tenía un vidrio cubriendo una parte y dos cortinas dobladas. También colgaban del techo de cristal varios candelabros chicos.

Después de husmear con la mirada la casa de la castaña, está bajo de las escaleras con una blusa rosada de vuelos que llegaban a la muñeca, un pantalón blanco flojo y unos tacones del mismo color. También llevaba un collar precioso con una corona de dije. Se sorprendió al verla salir sin pena guardando algo en su bolso.

Aunque sí, la mayoría de mujeres ya usaban pantalón en esa época, a esa mayoría todavía salía con pena por las calles, la falda-pantalón había causado gran polémica. Ahora con mujeres usando pantalón, era un gran desastre, para el patriarcado, por supuesto.

La chica salió del lugar con una gran sonrisa, ella al verla sonreír tanto no pudo evitar hacerlo también, por alguna extraña razón se sentía viva, como tanto había deseado. Parecía que lo que deseo hubiera aparecido solo con esa curvatura de labios por parte de la contraria.

- ¡Hey! ¿Cómo estás? Justo terminaba de arreglarme, no pensé que vinieras tan temprano. Por suerte estaba lista-. Demasiado bien para su gusto.

- Bien, pase antes para que no esperarás tanto. Y al parecer creo que te apresuré un poco-. Río.

- Oh, no te preocupes, no me molesta, me quedó perfecto. Justo más tarde tengo que reunirme con alguien y entre más rápido llegué mejor-. Ahora las dos reían.

- Eso es una buena noticia, no te atrasaras, por cierto, te ves bien hoy.

- Gracias, para el gusto de mi madre es horrendo, solo lo dice por el pantalón, todavía no se acostumbra.

- Pero si es hermoso- porque está en ti- el blanco es un buen color.

- Lo se, pero estoy segura que ya se acostumbrará, ella es así.

Las dos seguieron riendo y platicando de lo que sea en el transcurso del camino hasta llegar al lugar.

Comieron y platicaron con sus amigas, aveces la despertaban de su mundo, empezaba a regañarse por beber de más, en el futuro esperaba no hacerlo.

Acompaño a todas a su casa, Mark iría por ella después, ya que porfin había aprobado el examen de conducir, al darle la noticia fue directo a comprar un auto con lo del casino.

Cuando llegó el turno de dejar a Diana en su casa se sintió mejor estando a solas con ella. Al despedirse la castaña sorpresivamente dejo un beso en la mejilla de la pelinegra y se escabullo a su casa.

Eso le dejo un gran revuelo en el estómago y la cara ardiendo, seguro Mark pregunta porque, pero no tenía que responderle, lo dejaría así. Por ahora.

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⏰ Última actualización: Oct 02, 2022 ⏰

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