11. Alina

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Negué con la cabeza mientras hacia mi informe semanal.

¿Que le diría a mi jefa?

1. Dante es un imbécil.
2. Está comprometido.
3. Lo bese.
4. Tiene un cliente bastante sospechoso del otra lado del mundo.
5. No puedo sacarme lo de la cabeza.

Justo en ese orden estaban las cosas raras que habían pasado y me negaba a qué fuera lo único bueno que había pasado en una semana.

Borre aquello. Y me lance al sillón cuando un golpe en la puerta me hizo levantarme.

—¡Voy!—grite mientras caminaba a la puerta y al mirar por el pica porte hice una mueca.

—¿Si? —dije cuando vi a Dante con ropa informal parado frente a mi pórtico. Era la persona más rara que jamás había conocido en mi vida.

Por un momento me decía "no rompas la línea" y en otro aquí lo tenía.

No decía nada, pero tampoco se iba, así que suspire.

—Si no tienes nada que decir. —iba a cerrar la puerta, pero el la detuvo y me dio una bolsa que llevaba en sus manos.

La tomé con un poco de desconfianza y al abrirla comprobé que tenía chocolate y otras cosas para hacer bebidas calientes.

—¿ A caso no puedes hacerte tu mismo el café? —antes de poder terminar la frase colo sus manos en el marco de la puerta y al intentar hacerme para atrás me detuvo.

—No sé porque, pero no puedo sacarte de mi mente. En cada maldito pensamiento apareces y por más que quiero no te vas desde hace 5 años me has torturado. —iba a decir algo. Pero las palabras no salían de mi mente.

Entonces el fue más rápido. Me tomo de la cintura y me pego a su cuerpo, trague saliva y quería alejarme, pero por alguna razón no podía, quería separarme de él, pero todo mi cuerpo estaba temblando al sentir sus manos.

—Renuncia porfavor o me volveré loco. —dicho eso dio la vuelta y regreso a su apartamento.

Dejándome confundida con mareo y bastante caliente.

Negué con la cabeza y me metí al apartamento. Cerré la puerta con seguro y corrí al sillón.

Suspire pesado y negué con la cabeza.

Llevaba una semana con él y me estaba volviendo loca, quizás tenía razón.

Quizás debería hacer un informe donde dijera que todo marchaba bien, que aquellos rumores eran falsos y que debía regresar a mi trabajo habitual.

Quizás esas razones serían válidas para mi jefa.

Así que suspire pesado y comencé a escribir.

Al terminar el informe me di cuenta de que no eran más que dos hojas, pero deberían de ser suficientes para Alissa. Copié el texto y lo pegue en un correo en blanco.

Una ves listo le di enviar y cerré la computadora. Necesitaba descansar.

Sacar aquella imagen de Dante de mi cabeza y sobre todo aquellas palabras.

No necesitaba más estrés en mi vida lidiar con todo lo que tenía ya era más que suficiente.

Suspire pesado y me levanté del sillón al llegar a la recámara mi celular comenzó a sonar.

—¡Bueno!—dije al responder.

—Dime que es una maldita broma.—Alissa parecía alterada.

—Yo.—intente defenderme, pero rápidamente contra ataco.

Los secretos de DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora