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Ser un hijo de los dioses era mucho menos glamoroso de lo que uno podría pensar. Para empezar, no es que el puesto viniera con poderes ilimitados e invencibilidad.

Todo lo contrario, tenía más límites que libertades. 

No se podían conjurar objetos de la nada, o vencer a un enemigo con una sola mirada. 

Entonces, ¿qué cosas sí ofrecía el ser hijo de los dioses? 

El poder de cambiar de dimensión fácilmente. Era algo absurdo cómo ese era prácticamente el único poder del que gozaba el hijo de los dioses, Quackity. 

Quackity era un híbrido de pato, creado por los dioses para su entretenimiento mientras terminaban de construir sus imperios. 

Así, Quackity miró a varios mundos nacer y caer, pero nunca le fue permitido interactuar con ellos, o así era hasta la creación de un nuevo mundo, el DSMP. 

Ahí le fue dada su primera pizca de libertad, pero las cosas no salieron tan bien. Quackity había presenciado siglos de guerras, pero nunca las había vivido en carne propia. 

Ahí aprendió que los humanos son crueles, egoístas, y que no son de fiar. 

Todos se cansan de pelear, así que al notar a Quackity tan cansado de vivir guerra tras guerra, una idea surgió. Podían crear un lugar más pacífico para él. 

Así nació Karmaland V, en la que reunieron a varios nobles héroes, confiados de que ahora las cosas saldrían mejor que la última vez. 

La introducción de Quackity a Karmaland cómo un humano más iba de maravilla, nadie sospechaba nada, y mejor aún, Quackity por fin se estaba divirtiendo. Estaba aprendiendo que algunos humanos aún podían ser traicioneros, pero a la vez, aprendió que unos pueden ser realmente entretenidos. 

Por una vez estaba actuando cómo el joven que nunca podía ser, no el hijo de los dioses, no Big Q, él magnate de Las Nevadas que había cometido toda clase de crímenes horribles, sino solamente Quackity, el inocente y juguetón. 

Le gustaba eso. 

Sin embargo, no todo era perfecto. Aún tenía que regresar al DSMP de vez en cuándo, pero para ser honestos, cada vez quería simplemente quedarse en Karmaland por más tiempo. 

Había aprendido a ocultar su parte más oscura en Karmaland, así cómo había aprendido que en DSMP, mostrar debilidad sólo te hace un objetivo fácil. Sin embargo, esto significaba que no podía ser completamente sí mismo en ningún universo.

Y ocultar constantemente quién eras podía llegar a cansarte. 

Le era especialmente difícil separar a Big Q de Quackity, olvidaba constantemente que las bromas en Karmaland eran sólo eso, bromas, e incluso los desacuerdos se podían arreglar fácilmente. Casi estaba seguro que viviría otra guerra civil cuándo Luzu y Rubius se enemistaron a causa de él, pero se sorprendió al ver que no pasó a mayores y eventualmente todo volvió a la normalidad. 

Muchas veces había estado al borde de dejar a Big Q encargarse de vengar todas las bromas que los demás le hacían en Karmaland, pero no lo hacía. En Karmaland sólo existía Quackity, y él estaba bien con eso. 

Pero no podía seguir jugando a dos bandos por siempre, y eso lo sabía. 

Por ahora, todos en Karmaland ya estaban acostumbrados a que Quackity simplemente desapareciera por días, Quackity simplemente se excusaba diciendo que estaba explorando o minando. Todo el mundo le creía, pues, ¿qué razón tendría Quackity para mentir sobre eso? Era muy distraído, probablemente se perdía y terminaba pasando más tiempo en la mina del necesario. 

Between Worlds [Karmaland × DSMP] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora