La cita.

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Juan realmente le había hechado ganas, había decorado el chiringuito para que se viera lo suficiente romántico como para celebrar una cita.

Hacía menos de un mes Sapo Peta fue a Juan para pedirle ayuda, quería que le ayudara a juntar a dos de sus amigos. Juan aceptó, jugar a ser cupido sería divertido pensó.

Tomó un tiempo convencer tanto al oso híbrido; Rubius, como al fuerte guerrero y brujo; Vegetta, para que tuvieran una cita. Al final, el plan y el esfuerzo de los dos cupidos tuvo sus resultados.

Hoy, Vegetta y Rubius tenían su gran esperada cita. Juan sería el camarero mientras que Sapo Peta sería el cocinero (cosa que a Juan le costó aceptar, pero Sapo Peta lo acabó convenciendo de alguna manera).
Era de noche, había un camino de rosas por el suelo, velas en la mesa reservada para los tortolitos, la iluminación de los farolillos daba un toque aún mas romántico.

El menú que prepararon los dos impostores de cupido era algo simple: Pollo al horno, algunas croquetas, carne de conejo y papas asadas, para picar había queso y pan y de postre decidieron preparar un pastel de chocolate.
Esto les iba a costar un pastón, nada que afecte al dueño del chiringuito en verdad.

Juan se empezó a poner nervioso cuando vio a Vegetta entrar por la puerta del chiringuito un minuto antes de la hora acordada, puntual como siempre. Vestía un traje simple y común: camisa a botones blanca, chaqueta negra, pantalones negros, zapatos negros y una corbata morada que combinaba con sus ojos.
Juan tocó dos veces la puerta de la cocina de manera disimulada, avisándole a Sapo Peta en un código que se habían inventado hace 8 minutos que Vegetta ya había llegado.
Juan salió de detrás del mostrador, él iba vestido en un traje de camarero, camisa blanca remangada, chaleco negro abrochado, pantalones negros y unos tenis que tenía por ahí, en su brazo tenía colgado un paño (según Sapo Peta le daba un toque de camarero elegante).
Se puso en frente de Vegetta y le sonrió.

— Buenas noches señor ¿qué se le ofrece?— preguntó el camarero de la noche intentando sonar serio. Vegetta sonrió divertido viendo como su amigo intentaba tomarse en serio su papel de camarero.

— Buenas noches, tengo una mesa reservada con el nombre de Vegetta... ¿quizás?— realmente él no había reservado nada así que no sabía a que nombre estaba. Juan sabiendo esto sonrió divertido y miró un papel que estaba al lado del mostrador. Obviamente esto lo tenía preparado pensó Vegetta.

— Perdone señor, pero aquí no tenemos ninguna mesa reservada al nombre de Vegetta, la única mesa reservada está al nombre de Samuel De Luque y Ruben Doblas.— Dijo, fingiendo que leía el papel que en realidad estaba en blanco.

Antes de Vegetta poder contestar, Rubius entró por la puerta (5 minutos tarde), lucía también un traje como el de Vegetta, las diferencias notables es que él no tenía corbata, si no un lazo negro, llevaba unas gafas de sol en la cabeza (totalmente innecesarias a estas horas de la noche) y tenía un eyeliner negro simple pintados en los ojos (obvio).

Después de una bienvenida un tanto divertida, Juan los dirigió a la mesa de la parte de afuera que les correspondía a ambos.

...

Rubius y Vegetta estaban sentado comiendo de sus platos mientras tenían una charla normal para ellos, hablaban de sus cosas, sus gustos, tenían discusiones tontas que llegaban a nada y varios coqueteos mutuos.

Rubius realmente estaba enamorado de Vegetta, y aunque le costó mucho tiempo aceptarlo, ahora puede notarlo más que nunca. Ama su forma de hablar, como puede hablar por horas de un tema y saber tanto sobre este mismo, ama las sonrisas que solo le regala a él, ama esos músculos que tantas veces lo hicieron babear por horas, ama los apodos que el mas bajo le pone, ama que con Vegetta pueda soltarse y ser él mismo y espera que el de ojos morado se sienta tan cómodo con su presencia como él con la suya.

Por otro lado, Vegetta intenta mantener una conversación sin perderse en los brillantes ojos del castaño, no puede evitar fijarse en el brillo que hay en ellos cada que lo mira, y eso le encanta, le encanta saber que él hace esos ojos brillar de amor. Vegetta no hace mucho se dio cuenta también del amor que sentía por el chico alto que tiene sentado en frente, en cambio a él le costó un pelín menos aceptarlo. Era imposible no enamorarse de Rubius, esos ojos verdosos mezclado con un color miel, su humor, sus boberías, su hermoso cuerpo, sus raros estilos de la moda, su ego, AMABA TODO DE ÉL, si se ponía a numerarlo todo no acabaría hasta pasado mañana.

Estaba agradecido con sus amigos por haberles dado este empujon a ambos, sin ellos probablemente se hubieran quedado en un bucle que no acabaría para nada bien. Sin embargo saber que esos dos los están espiando le molesta un poco, tiene sentido que Juan los vea de cerca, es el camarero ¿pero Sapo Peta? él es el cocinero ¿no debería estar en la cocina?

Terminaron de comer el primer plato y de picotear, hablaron un rato mas y decidieron por fin pedir el postre. En menos que canta un gallo, Juan venía con un pastel de chocolate en una bandeja, lo dejo en la mesa y les dijo “provecho”.

Realmente disfrutaron el pastel entre risas y coqueteos. Al terminar pagaron y fueron a sentarse en la orilla de la playa, viendo a lo lejos la casa de Quackity.

— Bueno...— suspiró Rubius mirando a Vegetta fijamente.

— Bueno.— exclamó Vegetta devolviéndole la mirada al castaño mas alto. — Ha sido una buena noche, me la he pasado muy bien.— dijo Vegetta dedicandole una sonrisa al de ojos verdes, este asintió mirando otra vez al mar.

— ¿Quieres pescar?— preguntó de la nada el castaño.

Vegetta aceptó y los dos se pusieron a pescar teniendo un deja vu... ¿pero de qué?

Ignoraron ese sentimiento, ahora mismo estaban pescando con el amor de su vida, debían disfrutar este momento.

Por otro lado, no muy lejos, estaban Sapo Peta y Juan observando a los dos tortolitos pescar.

— ¿Cuánto a que se besan?— susurró el andaluz al mayor.

— No voy a apostar nada, ya te debo demasiado— le susurró Sapo Peta devuelta mientras rodaba los ojos, Juan solo soltó una carcajada para seguir viendo a la parejita desde la puerta del chiringuito. — ¿Qué crees que están diciendo? no los escucho— preguntó otra vez en susurro Sapo Peta. Por mucho que ellos no escucharan a la pareja ambos tenían miedo de ser pillados espiandolos.

Ay Vegetta que pectorales tienes ¿te los puedo tocar?— imitó a Rubius poniendo voz aguda — Claro chiqui toca, toca ¿quieres que nos liemos en mi castillo?— imitó esta vez a Vegetta poniendo voz grave — Si por favor Vegetta estoy desesperado, necesito pene por favor Vegetta— volvió a imitar a Rubius, se estaba dando asco así mismo pero el hecho de que parecía que los tortolitos si estaban diciendo lo que se acababa de inventar hizo que los dos soltaran una fuerte carcajada, tapandose la boca rápido y escondiéndose dentro del chiringuito, cada uno a un lado de la puerta.

Rubius y Vegetta miraron al chiringuito al escuchar ruido, pero al no ver nada siguieron con lo suyo.

— Por poco— susurró Sapo Peta mirando divertido a Juan, quien se estaba riendo en silencio.

Cuando se calmaron volvieron a asomarse por la puerta, los dos se sorprendieron con lo que estaban viendo: Vegetta estaba besando a Rubius y este le correspondió el beso, desde la lejanía podían sentir todo lo que transmitía ese beso lleno de amor.

Juan y Sapo Peta se miraron con los ojos bien abiertos, sonrias emocionadas se les escapaban a ambos, se pusieron a saltar emocionados y agarrados de las manos como chicas de secundaria, evtitando soltar un grito de emoción.

Volvieron a mirar afuera y esta vez vieron a Rubius apoyado en el hombro de Vegetta, y la cabeza de Vegetta apoyada en la de Rubius mientras seguían pescando.

Sapo Peta y Juan se volvieron a mirar, esta vez chocando los cinco, el plan había funcionado.

Decidieron empezar a recoger y cerrar el chiringuito, dejando a los tortolitos solos, Juan rezaba para que no se pusieran a follar en su playa artificial, y Sapo Peta se reía de él mientras lo ayudaba con los platos.

Realmente esto de ser cupido era divertido.

Cupidos || Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora