Lee Hyojun.
¿Podía decir que la amaba cuando él era simplemente el jardinero de donde ella habitaba, teniendo menos de diez conversaciones con ella? ¿Podía decir que ella le correspondía cuando solo le había sonreído unas cuantas veces, y estas sin ninguna doble intención?
¿Podía interferir en su relación?
Alejó esos egoístas pensamientos, sintiéndose culpable al pensar en tales atrocidades, y miró dolido como la chica de sus sueños reía junto a un chico de cabellos azabaches, un chico bastante guapo.
Se sentía tan poco en comparación a él.
Decidió ignorarlos, siguiendo con su labor de podar los arbustos.
Mientras trabajaba, regresó a sus pensamientos, hundiéndose entre ellos. Sin embargo, fue interrumpido por una voz suave, por lo cual regresó inmediatamente a la realidad al saber de quién era aquella hermosa voz, volteando a ver rápidamente de donde venía, sonriendo ampliamente al verla.
—Discúlpame, Taehyung —se notaba nerviosa, agitando rápidamente el corazón contrario por su pequeña sonrisa —. Ya me voy a ir, por lo que si mi padre te pregunta le dices.
Notó claramente como ella volteaba a ver al de atrás suyo con una sonrisa, y así fue como se desvaneció la suya.
—Claro, no te preocupes por eso... —admitía que se sentía un tanto decepcionado y que deseaba que ella alguna vez lo viese con otros ojos—. Yo solo seguiré aquí, no creo que también vaya a venir a preguntarme a mí.
Claro que no estaba mintiendo sobre eso. El padre de Hyojun tiende a ignorar la existencia del de cabellos castaños, y probablemente solamente lo toma en cuenta cuando trata sobre exigencias, porque de la paga se encarga una de las trabajadoras de esta familia.
Suspiró con cansancio, viendo de reojo como ambos enamorados se iban por su lado. Seguramente a uno de esos lugares de los que van todos los tortolitos a la hora de citas, manteniéndose en su burbuja de amor por los próximos veinte minutos.
Cerró sus ojos fuertemente, tratando de detenerse, él no debía entrometerse en esa relación.
No tenía el derecho ni la fuerza suficiente para hacerlo.
Otra vez, con sus propios pensamientos golpeando sus esperanzas continuamente, siguió con su labor de podar los arbustos de la casa Lee.
Porque él no era más que un simple jardinero.
Caminaban silenciosamente, siendo sus respiraciones las únicas que se escuchaban. Ninguno de los dos mostró interés en formular palabra, manteniéndose completamente callados. Jungkook no consideraba ese silencio incómodo, de hecho, lo consideraba tranquilo.
Dirigió su mirada a la chica a su lado, quedando embobado al verla sonreír levemente mientras caminaba. Sin duda alguna, la amaba.
Sabía que era tonto decir que su actual primer amor era el que consideraba su único y perfecto amor; un amor irremplazable. Sin embargo, no controlaba las mariposas que revoloteaban en su estómago cuando la miraba, los celos y angustia que le atormentaban cuando la miraba sonreírle a otros chicos.
Deseaba nunca perderla.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos una vez se detuvieron frente el aeropuerto. Sus ánimos bajaron rápidamente al recordar lo que hacían ahí. Debían despedirse.
Ella tomó sus cosas, soltando su mano. Volteó a verla algo desanimado. Dos meses sin verla serían duros. Sin esperar que ella hablase, la abrazo fuertemente, aspirando el olor a vainilla y canela que desprendía de su ropa.
—No sabes lo mucho que te extrañaré...
—Vamos, no te preocupes, son tan solo unos cuantos meses, no es la gran cosa. —le sonrió con dulzura, en un simple intento de subirle el ánimo. —Nos volveremos a ver pronto, por lo que no te mates esperándome.
Él sonrió levemente, enterrando su rostro nuevamente en el cuello de ella.
Unos cuantos minutos pasaron y ella ya se encontraba camino a Tokyo, Japón, lugar en donde visitaría a una compañera por su celebración de cumpleaños.
Jungkook suspiró sin mucho que hacer, caminando un tanto desanimado regreso a casa. Salió del aeropuerto, viendo como empezaban a caer las gotas de lluvia. Nuevamente, suspiró, pensando en lo cliché que se sentía eso. Miró la gente a su alrededor sacar sus paraguas, y se sintió tonto al no checar el pronóstico del tiempo con anterioridad.
Sin más que hacer, cruzó la calle corriendo así poderse cubrir bajo los techos de los puestos de venta a su alrededor. De nuevo, con las manos en sus bolsillos, empezó a caminar por las calles de Seúl, sin siquiera dignarse en checar si tenía algún billete para irse en taxi.
Así pasaron las horas camino a casa, siendo perseguido por las cada vez más fuertes lluvias de la ciudad hasta llegar a su hogar.
Con la mirada un tanto apagada, sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta de su hogar, entrando sin más. Dejó su abrigo en el sillón y caminó directamente a su habitación, se encontraba cansado.
Tiró sus zapatos a cualquier lugar de la habitación y se echó a la cama, aspirando el olor de sus sabanas mientras se aferraba a ellas. Se dio la vuelta para quedarse mirando al techo, viendo las manchas rojas que había en este, sonriendo al pensar en los momentos en los que se quedaba viendo ese techo.
Hyojun le decía constantemente que parecían pétalos de una rosa, y que la rosa de la cual provenían era la gran mancha roja ubicada en la esquina del techo. Él siempre miraba eso como algo absurdo, no tenían forma alguna, solo eran simples manchas en su techo.
Así pasaron los minutos en los que se quedó reflexionando mientras miraba el techo, sintiendo lentamente como la oscuridad cubría el cielo. Se levantó con cuidado de su cama, colocándose unas pantuflas, encaminando a la sala de estar para hacer unos cuantos deberes.
Y sin que se diera cuenta, una esquina de su habitación se llenaba de pequeñas gotas rojas.
Hace tiempo no escribía tan tranquila, siguiendo las ideas que mi mente creaba. Lo extrañaba.
Me disculpo si el capítulo es muy corto, pero el tiempo no me ajusta, además que es una pequeña introducción a lo que seria la historia.
Espero lo hayan disfrutado.
Atte. Yxxn
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Espinas en el corazón. ; k.th | j.jk
RomanceLa amaba, amaba a aquella chica de cabellos castaños y brillantes, de ojos oscuros como la noche, y de labios rojos como la sangre. Aún así, ella amaba un azabache de tez clara y ojos grandes. Ambos amaban a la misma chica con la misma intensidad, y...