𝑨𝑸𝑼𝑰 𝑬𝑺𝑻𝑶𝒀

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Eran pasadas las 3 de la mañana. Las gotas de lluvia chocaban contra las ventanas. Edgar Allan Poe, se encontraba dormido cómodamente en su cama, acompañado de su mapache mascota, Karl. Ambos dormían tranquilos.

Fue entonces cuando un fuerte sonido despertó a ambos; el teléfono de Edgar empezó a sonar, indicando que entraba una llamada. El nombre "My Beloved Rampo" se mostró en la pantalla. Su novio lo estaba llamando. Unas semanas atrás le había pedido distancia para ordenar sus pensamientos por su cuenta y tener un tiempo solo.
Por esa razón encontró inesperado que lo llamara, y menos a esta hora.

Tomó su teléfono y contestó la llamada. Tenía un mal presentimiento.

— ¿Hola? ¿Rampo-kun?

— Eddie — hizo una pequeña pausa — ¿Puedo pasar por tu casa?

— ¿Eh?

— Necesito verte. Ahora.

Sonaba... ¿Inquieto? ¿Ansioso? No supo describirlo. Se empezó a preocupar.

Tomó aire antes de responder.

— Claro, puedes venir pero... Rampo-kun ¿Estás bien?.

Rampo se quedó en silencio unos segundos.

— Hablamos cuando llegue. — Colgó.

La preocupación en el escritor no hizo más que crecer. Temía que algo malo hubiera pasado. ¿En serio lo visitará en una noche lluviosa como esta? ¿Se peleó con su padre? ¿Escapó de casa y vendrá a vivir con él ahora? ¿Terminará la relación? Mil preguntas rondaban en su cabeza, hasta que el sonido del timbre lo sacó de sus pensamientos.

Se levantó de la cama, saliendo de su habitación y yendo a la puerta. Al abrirla, ahí estaba su amado detective, a quien admira y ama más que cualquiera. Su hermoso novio siempre lucía brillante, con energía y unas vibras alegres que siempre le alegran el día. Pero hoy era diferente, se veía cansado y apagado. Parecía no haber dormido bien, o más bien, ¿Si quiera había dormido? Se notaban pequeñas ojeras debajo de esos preciosos ojos esmeralda que ahora se veían opacos.
Traía su ropa de trabajo, aunque bastante desaliñada. Hasta se atrevía a decir que tenía cara de que no se la había quitado en todo el día, además de estar completamente empapado por la lluvia.

— ¡Rampo-kun! ¿Qué pasa? ¿Por qué saliste en una noche así? Estás empapado ¿Por qué no trajiste un paraguas al menos? — La preocupación se hacía evidente en su rostro y voz. Rápidamente tiró del brazo del detective hacia adentro y cerró la puerta.

Lo tomó de sus frías y mojadas mejillas y lo miró.

— Te vas a resfriar si no te secas. Date un baño y hablaremos luego, ¿Sí? Lo prometo. — Rampo simplemente miró a otro lado y asintió.

Se metió al baño de Edgar a darse una ducha, mientras el antes mencionado fue a la cocina a preparar un café para él. No sin antes dejarle ropa a su novio para que se cambie después de bañarse.
Las prendas le quedaban bastante grandes, como 2 tallas más grande que su propia ropa.

El detective salió del baño ya vestido, y se dirigió a la habitación del chico más alto, quien lo esperaba sentado en su cama con una taza de café en la mesita de luz. No le tomó mucho tiempo subirse a la cama, sentándose al lado del escritor. Edgar le entregó la taza y luego lo rodeó con un brazo, acercándolo más.

Antes de que pudiera decir algo, Rampo habló, por primera vez hasta ahora.

— Ya te contaron la situación, ¿Verdad?

Asintió.

— Hmm, lo suponía. — Se quedó en silencio y tomó un sorbo de la taza.

Edgar tomó aire y luego habló.

𝑨𝑸𝑼𝑰 𝑬𝑺𝑻𝑶𝒀 | RanpoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora