Capítulo 1: Inicio

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- ¡No quiero que regreses nunca más, Victoria! - Gritó mi madre a todo pulmón llamando la atención de algunos vecinos que estaban en sus alcobas tomando aire fresco.-

Sequé las lágrimas salientes de mis ojos, y clavé mis uñas en la pequeña maleta con mis pertenencias y el pequeño bolso de Winnie Pooh de Maya.

- Gracias, yo también te amo.- Hablé con ironía sintiendo mi corazón romperse una vez más.-

Las punzadas que llegan a mi cabeza dejándome desorientada sintiendo el frío llenarme completamente, esa agria sensación de frío y miedo. 

Maldigo una vez más tomando la pequeña mano fría de Maya que al verme su expresión cambia totalmente.

- Mami, ¿Estás bien? - Sus palabras retumban en mí cabeza haciéndome reaccionar.-

No puedo llorar delante de mi hija.

- La abuela estaba molesta, ¿Fue porque comí sus galletas? - Baja la mirada haciendo un pequeño puchero.-

El corazón se me estremece y las ganas de llorar se hacen cada vez más grandes. El frío de Nueva York se vuelve más insoportable y sin tener el suficiente abrigo para poder proteger a Maya de este penetrante frío.

Acomodo el bolso colgando este en mi espalda, y cargo el pequeño cuerpo de mi hija. Le doy un fuerte abrazo y siento su cuerpo helado.

- La abuela no está bien. Su comportamiento no es bueno, y no cielo, no ha sido por las galletas.- Paso una de mis manos por su rubio cabello ordenándolo un poco.-

Ella asiente un poco pensativa.

- Te amo mamá.- Besa mi mejilla.- ¿Iremos a donde el señor Frank? - Pregunta curiosa.-

- No lo sé, cariño. Primero debemos llamar al señor Frank para saber si está en su casa.- Toco uno de mis pequeños bolsillos para buscar mi  teléfono.-

Con los dedos temblorosos y fríos busco en mis contactos el número del señor Frank. Él, es un hombre de unos sesenta y dos años de edad que después de la muerte de su esposa decidió abrir un pequeño refugio para personas sin hogar brindándoles un pequeño espacio, comida y bebida por un lapso determinado de tiempo.

Esta no sería la primera vez que visitaríamos sus instalaciones, pues hemos tenido la oportunidad de compartir con él en varias ocasiones.

No puedo creer en lo estúpida que pude llegar a ser al pensar en que mi madre había cambiado un poco.

Mi madre tiene problemas de adicción desde mis diecisiete años de edad siendo la muerte trágica de mi padre el principal causante de su adicción.

Quedé embarazada de Maya a los dieciocho años de un chico llamado Collin que terminó utilizando mi cuerpo como el resto, inventando excusas para no hacerse cargo nunca de ella, de Maya, de nuestra hija. No pude continuar los estudios por el embarazo y mi situación económica empeoró, lo que me conllevó a la infinita búsqueda de un empleo estable.

Después de tres largos sonidos, una voz grave y familiar contestó.

- ¡Victoria, cariño! Que alegría me da el saber de ustedes.- Aquella voz tan gentil y acogedora fue como un gran abrazo para mí.-

- ¡Frank! - Aclaro un poco mi garganta y trato de ordenar mis ideas.- ¿Cómo estás? - Pregunto, recordando que no puedo ser descortés.-

- Todo bien, cariño.- Habla animadamente y da una pequeña pausa.- ¿Y la pequeña Maya? ¿Como sigue Meredith? - Habla refiriéndose a mi madre.-

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2022 ⏰

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