El guerrero dragón De Rayo

Capítulo 4: La guerra interminable

Miles de años, las guerras eran bastante comunes; los demonios y los ángeles libraban batallas, en las cuales perecían muchos individuos de ambos bandos, entre esas guerras, se vieron involucrados los simples humanos, que, algunos escogían irse a alguno de los bandos dominantes. Los humanos preferían mantenerse alejados de los conflictos entre demonios y ángeles, pero, de igual forma resultaban perjudicados por sus constantes batallas, así que decidieron retirarse del lugar. Las guerras continuaron, y se expandieron durante siglos, hasta que, un día, uno de los demonios superiores a orden del rey de los demonios, mandó a todas sus tropas a atacar a los ángeles, pero a estos últimos no se les hizo difícil contratacar, quedando solamente 2 ángeles y 2 demonios, antes de empezar la lucha final, que definiría que bando dominaría el plano terrenal, se formaron 2 sellos, el primero correspondiendo a los demonios, y el segundo a los ángeles, cada sello alberga a los miles de demonios y ángeles que parecieron ese día, el cual, ha sido recordado como el día más sangriento de toda la historia, conocido como: El día de la purga divina.

Alia y Zace se encuentran exactamente en este fatídico día, sin saberlo, deciden vagar por aquel nuevo mundo que les rodea, buscando alguna información sobre donde puede estar el templo, sin saber que ni siquiera el Dragón de Rayo ha nacido aún.

Alia: Este lugar... es tan distópico, pero a la vez, se siente un aura de tranquilidad.

Zace: No se donde podamos estar, pero, esa montaña del fondo se me hace conocida de alguna forma.

En ese momento pasa un demonio por encima de ellos, siendo perseguido por un ángel. Alia  y Zace miran asombrados.

Zace: Demonios... y ángeles campando a sus anchas? Alia, creo que no estamos en nuestra época, algo ha pasado. Ahora recuerdo, si, aquella montaña de allá es la que está al fondo del hotel en el que nos hospedamos.

Alia: Bueno, eso descarta nuestra teoría de que el hotel fue formado por un demonio desde el comienzo del mundo, pero, de igual forma alguna relación ha de tener con ellos, de lo contrario Leila no nos habría atacado de esa forma; ahora que lo pienso, el mural decía que de esta guerra nació el Dragón de rayo, pero, no hay rastros de él por ninguna parte, puede ser que hayamos llegado antes de su nacimiento.

Zace: De igual forma, no hay que bajar la guardia, recuerda que el resto del mural estaba destrozado, y que habían otro tipo de símbolos que no se mostraban del todo bien, creo que nuestras respuestas las conseguiremos aquí, Alia.

Alia: Si, puede que así sea, pero ¿de que nos servirá si no encontramos una forma segura de salir de este lugar? el tío Ace está esperando, no podemos dejarle solo, además, recuerda que, por mucho que suprima la posesión de su demonio interior con sus poderes de rayo, tarde o temprano va a suceder lo inevitable, a menos de que sea capaz de hacer un trato con su demonio, cosa que, aceleraría un poco nuestro plan.

Zace: Ya nos encargaremos de eso luego, no hay que desaprovechar esta oportunidad que tenemos, vamos.

Empiezan a caminar, y se percatan de que el cielo se esta oscureciendo, empieza a relampaguear, los humanos van muriendo uno tras otro, no hay vuelta atrás, los demonios son implacables con cada ángel que se le atraviesa y viceversa, no hay cuartel en esta guerra, ni nadie que se salve fácilmente, hasta que en cierto punto, solamente quedan 2 ángeles y 2 demonios se matan mutuamente uno de cada bando, quedando así el ultimo ángel y demonio en pie, seres superiores que habían logrado vencer cualquier adversidad, pero, antes de que empezara esa batalla final, que definiría el destino de la tierra, cae un rayo a los 2 que se quitaron la vida a la vez, haciendo que lo poco que quedó de ellos se fusionara, y formara así al Dragón de rayo y junto con él, 2 sellos, el angelical y el demoniaco, tras esto, un templo emergió, y se fue sin dejar rastro alguno de su paradero, y ante el rugido estruendoso del dragón, los representantes de cada raza libraron su último combate muriendo ambos por las heridas graves que tenían.