Uzuzen Week 2022

Día 5: Cicatrices

Yoshiteru entró en pánico en cuanto vió la sangre escurrir de sus muñecas. No se supone que lo haría de nuevo, no se supone que volvería a pasar, no, no, no, no.

Las lágrimas llenaron sus ojos, y un nudo se formó en su garganta al ver que, por accidente, había manchado el diario de su bisabuelo.

Oh, no.

"Mierda" murmuró, dando pequeños toquesitos a las páginas con un pedazo de papel blanco, ahogando un grito al ver que la sangre había traspasado las hojas.

Un par de toques en la puerta de su habitación fue lo su único aviso antes de que su hermana abriera la puerta.

Con temor, el pelinegro oculto sus brazos y el diario, viendo a la chica con ojos acuosos.

Vete, vete, vete, sal de aquí, por favor.

"Que no se te olvide ir a recoger al homosexual de tu novio" murmuró Toko, viendo extrañada a su hermano menor.

Originalmente iba a decirle algo más, pero, frunció el ceño preocupada. Dejaría que Tenma se encargará y luego ella le sacaría las respuestas, incluso a golpes de ser necesario.

Cuando la puerta fue cerrada de nuevo, Yoshiteru se permitió pensar.

¿Que mierda le había pasado?

El último evento que recordaba era estar llorando por unos exámenes en los que había sacado una nota casi reprobatoria, un ataque de ansiedad, entonces su cerebro parecía haberse puesto en automático, y apenas había reaccionado, al sentir el agudo dolor de un corte leve y reciente.

Dios, no era la primera vez que le sucedía, pero creía que lo tenía controlado... si es que eso se puede controlar.

¿A quien quiere engañar?

Con rapidez envolvió sus muñecas con un pedazo de tela, antes de buscar vendas, evitando que alguien de su familia lo viera.

Si lo vieran lo harían volver con ese terapeuta y no podía, no podía, no era emocionalmente capaz... no, no, no.

El recordatorio de Toko lo hizo apresurarse, y salir rumbo al aeropuerto.

Tenma había vuelto.

Un poco de luz en su mundo de mierda.

Cuando Tenma llego y lo saludo con su sonrisa, llamando la atención de todos, Yoshiteru lo supo. Lo supo con tanta claridad que dolió.

Tenma no debía saberlo, nunca.