▪️Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1▫️

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— Soy Bang Yedam,

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— Soy Bang Yedam,.

— Soy Kim Doyoung.

Los dos se miraron de los extremos opuestos de la caja, sus manos tocaban el cristal y recorrían el cuadrado donde se encontraban.

— Esto... ¿Tú... Tampoco recuerdas nada? — preguntó Doyoung con cierta timidez, comenzó a peinar su cabello hacia atrás, cosa que hacía cuando se ponía nervioso, el mayor no había necesitado mucho tiempo para darse cuenta de aquello.

— No— respondió el otro, sus ojos fueron hacia el exterior, a la oscuridad, algo de luz escapaba de la caja y se reflejaba en el suelo, de un sucio color gris, podía ver las grietas.

— Pues, te veo muy calmado para esta situación— Doyoung sonrió de forma temblorosa, sus manos temblaban aún más, estaba por entrar en pánico de nuevo de pensar en aquel extraño encierro y situación.

Yedam lo miró con expresión fría e indescifrable, habló con la misma frialdad.

— En situaciones como estas, uno tiene que estar nervioso por los dos, y otro calmado por los dos.

Doyoung lo miró sin saber qué decir.

— Si los dos estuviéramos en pánico, esto sería una batalla a muerte — continuó el mayor—. Y si los dos estuviéramos calmados esto sería un aburrimiento mortal.

Sus ojos se conectaron un momento, y Yedam pudo ver el segundo en que Doyoung comprendió y aceptó la verdad.

— Tienes razón— murmuró, mientras continuaba caminando, Yedam le siguió, continuando la distancia que los separaba.

No supieron cuánto tiempo continuaron haciendo eso, simplemente pareció eterno.

— ¿Cuánto tiempo crees que haya pasado?

Yedam tragó duro, su vista fue al suelo.

— No lo sé... — murmuró—. Me da miedo todo esto, ¿Sabes?

— Es comprensible— dijo Yedam—. También tengo miedo.

— Lo llevas mucho mejor que yo— comentó Doyoung con una sonrisa temblorosa, sus manos volvían a agitarse—. No sé nada, ni dónde estoy, ni cómo llegué aquí, ni cuánto tiempo pasó... Estoy aterrado.

Yedam lo miró temblar, se acercó a él despacio, colocó sus manos sobre sus hombros, y Doyoung lo atrajo hacia él y lo abrazó con fuerza, hundiendo el rostro en su pecho, mientras su cuerpecito te agitaba por el llanto y el miedo, Yedam lo abrazó de regreso, frotando su espalda, dejándolo descargar todo lo que necesitaba sobre él.

Los gatunos ojos del mayor miraron hacia la luz cuando notó que está comenzó a ser cada vez más tenue, vió el lugar oscurecer, y todo tomó un color un poco más azul y apagado.

Cuando el menor se apartó del abrazo y encontró todo más oscuro abrió sus ojos con espanto.

— Con calma— murmuró Yedam, llevó sus pulgares hacia sus mejillas, y limpio sus lágrimas—. Deben anunciarnos que es de noche, deberíamos dormir.

— ¿Quienes? — preguntó Doyoung.

— No lo sé... Pero debe haber alguien detrás de todo esto, ¿No crees?

Doyoung asintió, se apartó de las manos de Yedam, miró en todo el interior de la caja, donde no había nada más que suelo.

— Supongo que tendrá que ser en piso— murmuró, y simplemente se recostó allí, Yedam se recostó cerca, mirando hacia arriba, hacia el infinito vidrio de más paredes que no terminaba de crecer.

— Desearía que fuera una cama— murmuró el mayor, y el otro asintió.

Y como si lo hubieran escuchado, el duro suelo se hundió ligeramente en la suavidad nueva de lo que se sentía como un colchón, ambos miraron alrededor con algo de sorpresa, y al voltear, un par de almohada igual de blancas los esperaban, las tomaron con algo de duda, pero en verdad eran simples almohadas, que terminaran acomodando debajo de sus cabezas, Doyoung medio abrazándola.

— Yedam...

— ¿Sí?

— ¿Puedo tomar su mano?

El mayor extendió su mano hacia la de él, tomándola con suavidad, era pequeña, suave y podía definirla como esponjosa.

— No sé cómo iremos a despertar mañana— murmuró Doyoung—. Pero no quiero perderlo, al menos no estoy tan solo...

— Tranquilo, Doyoung— dijo el mayor, su voz grave sonaba casi inmaculada, imperturbable—. No pienses en esas cosas, sueña un poco para escapar un rato, seguiré aquí.

Doyoung sonrió, por primera vez, con más seguridad.

— Hasta mañana.

— Hasta mañana, Doyoung.

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