𝐿𝑜𝑣𝑒𝑙𝑦 ➪ ᵈᵒᵈᵃᵐ

▪️Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 13▫️

—No... No, no... — Yedam cubrió sus ojos con sus manos, no quería verlo, se apartó del cristal, sus piernas cedieron y cayó de rodillas, mientras rompía en llanto, seguía negando, rogando para que hubiera sido él y no Doyoung.

Cuando por fin pudo abrir los ojos, lo primero que vió no fue arena, sino un suelo blanco y lustroso, completamente liso.

Estaba dentro de la caja de nuevo.

Miró alrededor, y lo primero que encontró fue, a sólo unos metros más allá, a un Doyoung tembloroso, recostado de espaldas a él, escuchaba su respiración asfixiada.

— ¡Doyoung!

Fue hacia él apenas corriendo, ya que seguía sintiéndose débil y fueron sólo un montón de pasos rápidos y temblorosos.

Cargó al menor en brazos, girando su cuerpo para abrazarlo contra su pecho, el más rubio respiraba de forma horrible, parecían leves chillidos que poco hacian para sus pulmones, temblaba de forma furiosa y sus ojos dejaban fluir lágrimas constantes, sus manos estaban sobre su cuello en un gesto doloroso.

— Doyoung, Doyoung, necesito que respires bien, vamos... — rogó Yedam mirando sus ojos, que estaban algo perdidos, su compañero simplemente estaba a punto de morir de pánico y miedo—. Doyoung, vamos, mírame— sus miradas se encontraron, y Yedam se rompió un poco por dentro al ver sólo pánico y miedo arruinando los bonitos ojos del menor.

Doyoung negó, no estaba funcionando, estaba demasiado asustado, sentía como si estuvieran aplastando sus pulmones, no podía respirar, aún en su mente se revivían las imágenes desesperantes de estar ahogándose, busco la mano de Yedam y la apretó con fuerza.

Le rogó que lo ayudara con la mirada, porque en verdad ya no sabía qué hacer, no había forma de estar tranquilo.

— Doyoung, mierda... — Yedam se apartó de él, dejándolo en el suelo, el menor tiró de su mano, para que no lo dejara—. No voy a dejarte— dijo el mayor, su voz estaba más grave de lo normal, acercó su rostro hacia él, rozando sus narices, al hablar sus labios se tocaron—. Relájate un poco— murmuró, su mano escapó del agarre del menor y fue hacia su mentón, alzándolo para tirar su cabeza hacia atrás, su otra mano cubrió su nariz, finalmente, juntó sus labios, entreabrió la boca de Doyoung y expulsó el aire con suavidad, no necesitó soltarlo todo para ver qué sus mejillas se habían inflado y él seguía desesperado por aire —. Respíralo, sigue el ritmo, o respirare por tí— dijo el mayor, al ver que el más rubio no había dejado pasar el aire—. Va de nuevo, Doyoung— avisó, antes de juntar sus labios de nuevo, el menor abrió su boca, controlando los espasmos que no lo dejaban llenar sus pulmones, sin hacer nada, dejando que pasará lo que tenga que pasar, sintió el aire de Yedam llenar sus pulmones, para luego apartarse—. Exhala— exigió el mayor—. Despacio.

La mano que sostenía su mentón fue a su pecho, y sintió este bajar con temblorosa lentitud.

— Y-Yoo- — su voz sonó temblorosa y aún asfixiada, el mayor lo interrumpió instantáneamente.

— No hables— colocó su mano en su mentón de nuevo—. Una vez más y lo harás solo, Doyoung, vamos— tiró su cabeza hacia atrás y volvió a juntar sus labios, repitiendo lo mismo, vió el pecho de su compañero elevarse, al separarse, Doyoung exhaló con tranquilidad, sus ojos se encontraron de nuevo, el mayor parecía suplicar con la mirada, llevó una mano a su nuca— Inténtalo— pidió Yedam con suavidad, y Doyoung lo miró mientras tomaba una profunda inhalación de aire, vió las silenciosas lágrimas rodar por sus pálidas mejillas, su sonrisa y su mano acariciando su rostro—. Ya, exhala.

Obedeció a Yedam en sus órdenes tan básicas de cómo respirar, hasta que se sintió mejor, hasta que su pánico pasó y pudo respirar con regularidad, y asintió para el mayor para darle a entender que ya estaba bien.

El mayor volvió a alzarlo en brazos, tomó su rostro y unió sus labios en un beso de verdad esta vez.

Sus labios se reconocieron con lentitud, rozando cada punto de su pareja, Yedam seguía llorando en silencio, aunque Doyoung acercó sus manitas a sus mejillas para borrar las lágrimas, mientras se hundía más en sus suaves belfos.

Sus lenguas se encontraron, tocándose con la misma suavidad, calmando su amor y su miedo.

Sus frentes se unieron, los hombros de Yedam temblaron de llanto, y Doyoung lo abrazó, dejando que se esconda en su cuello.

— Ya... Ya pasó... — murmuró, mientras frotaba la espalda del mayor—. Estoy aquí, Yedam...

— ¿P-Por qué? ¿Por qué haría esto? —murmuro entre llanto el mayor—. Él es cruel...

Doyoung lo dejó llorar, abrazándolo, mientras buscaba la respuesta.

— Porque quiere enloquecernos.