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-Que demonios estás haciendo Zoro-ya?-.
Gruñó Law después de que Zoro lo separó del rubio ferozmente.

-Tu que rayos estabas intentando hacerle al cocinero? Se suponía que ibas a ayudarlo, no a hacer esas idioteces-.

Law no sabía porque había reaccionado así, pero tener al rubio tan vulnerable lo excitaba tanto que no le importaba lo que había hecho frente al peliverde.

-Ya veo que no puedes ayudarlo así que nos vamos-
Decía Zoro mientras cargaba a Sanji en sus brazos.

Sanji se encontraba jadeando, estaba muy caliente y su cabeza le daba vueltas.

-Zoro-ya lo que Kuroashi-ya necesita no creo que se lo puedas dar, déjamelo a mí, él estará sufriendo hasta que le den lo que necesita-.

-Eso no es de tu incumbencia, al final de cuentas es mi nakama y haré cualquier cosa por él-

A Law no le quedó más remedio que rendirse, uso su habilidad una vez más para llevar al rubio y el peliverde a su barco y se regresó.

Una vez estando en el barco Zoro se dispuso a llevar al rubio a su cama, no había nadie, Chopper estaba con los demás en la isla y no iban a regresar pronto, estuvo pensando que hacer, si iba a buscarlo terminaría perdido y no podía dejar al cocinero solo en esas condiciones.

Zoro se disponía a salir del cuarto cuando de repente sintió unas manos que lo envolvían desde atrás, tocando el pecho musculoso del peliverde, era el rubio que estaba jadeando cada vez más...

-Zo...ro...por favor...- jadeaba Sanji mientras llamaba a Zoro.

-Cocinero que necesitas? Cómo te puedo ayudar?- Zoro estaba tan desesperado que hasta estaba tratando amablemente al rubio.

Zoro se acercó al rubio y éste bajo sus manos hacia el pantalón del peliverde, iba deslizando sus manos hasta que fue detenido sorpresivamente.

-Cocinero...es lo que creo que estoy pensando?...no puedo hacer eso...no contigo, esto es demasiado-

-Ayuda...me Zoro-

-No quiero que te arrepientas de esto, esto es demasiado, aunque es la única forma de ayudarte, malditos idiotas que te drogaron!-

Zoro no pudo más y empujó al rubio cayendo de espaldas a la cama, tiro de la camisa rompiendo los botones de ésta, se quedó observando la piel tan blanca y perfecta, no pudo resistirse a tocarla, la acariciaba tan suavemente haciéndole perder la cabeza al rubio.

Paso a quitarle la camisa completamente y empezó a acariciar sus rosados pezones, eran tan excitantes que solo bajo su cabeza y empezó a chuparlos delicadamente, no podía creer lo que estaba haciéndole al cuerpo del cocinero, menos podía creer que su cuerpo fuera tan sensible y perfecto.

El rubio solo se podía retorcer de tanto placer que estaba sintiendo con tan solo sentir las manos del peliverde tocando su pecho y su boca chupando sus pezones, sus ideas no eran claras, todo su cuerpo estaba bajo los efectos de la droga.

Se podía notar lo excitado que estaba el rubio, Zoro lo estaba sintiendo, sus miembros estaban duros, el peliverde solo miro una vez más el rostro del cocinero para asegurarse de lo que iba a hacer después, quería al menos saber si lo estaba disfrutando aunque fuera un efecto de la droga no quería lastimar a su nakama, el rostro de Sanji solo reflejaba excitación, estaba ansioso por más.

Zoro se dispuso a quitarle los pantalones y la ropa interior al rubio, para después quitarse él mismo su ropa, así quedando ambos desnudos, el peliverde se quedó pensando un momento.

-Cocinero...no quiero ser entrometido con tu vida privada, yo sé que amas demasiado a las mujeres pero, lo has hecho con un hombre?- Zoro preguntaba con vergüenza, por más que le daba vueltas a su pregunta, la verdad no se imaginaba al cocinero teniendo sexo con un hombre, él ama a las mujeres, cómo podría estar con uno? Pero él preguntaba porque si era virgen tenía que tener muchísimo cuidado, no quería lastimarlo y lo que es peor, él sería el responsable de quitarle la virginidad a su nakama.

-Yo...nun...ca...he...estado...con...un...hom...bre...- la voz del rubio temblaba, no tenía mucha lucidez debido a la droga pero trataba de responder de alguna manera.

Zoro se quedó pasmado... él le quitaría la virginidad a su nakama, y no a cualquiera, sino al cocinero con el que vive pelando día a día, no podía creer que un día lo tendría así, en una cama tan vulnerable, excitado y pidiendo que lo follara.

El peliverde ya no pudo más, se llevó el miembro del rubio a su boca, chupaba la punta dándole vueltas a su lengua, lo introducía hasta el fondo haciendo gemir al cocinero, empezó a sentir como el líquido preseminal comenzaba a salir, Zoro quería hacerlo sentir bien pero también no quería que se corriera con solo eso, deseaba darle más placer, enseñarle lo que era el sexo de verdad.

El rubio jadeaba y se sentía tan caliente, solo pudo tomar a Zoro dándole señal de que quería probar sus labios, el peliverde cumplió con su deseo...un beso tan ardiente, el rubio trataba de seguirle el paso pero no podía, la lengua del peliverde se introducía en la boca del rubio, sus labios se movían ferozmente cómo si quisiera devorarlo.

Mientras el espadachín besaba sus labios, bajaba lentamente al cuello y así mismo su mano estimulaba sus pezones mientras la otra mano se dirigía a la entrada del rubio...podía sentir como se contraía, estaba muy cerrada, iba a ser difícil, el cocinero nunca había estado con un hombre, él sería el primero en entrar, por dentro sentía gran satisfacción de ser alguien importante para el rubio, tanto para dejarlo tener abajo de él, en una cama, se moría de ganas de entrar de una vez pero no lo haría, aún, debía prepararlo adecuadamente.

Zoro introdujo dos dedos en la boca de Sanji haciendo que lo lamiera, la vista que le regalaba al espadachín era espectacular, jamás había imaginado ver ese rostro sonrojado gimiendo de placer por él.
Una vez humedecidos los dedos Zoro acercó un dedo a la entrada del rubio, tratando de introducirlo, Sanji se retorcía, era incómodo por lo que el peliverde le dio la vuelta, quedando el rubio boca abajo, Zoro levanto la cadera del cocinero e hizo lo que jamás pensó que haría, empezó a lamer la entrada del rubio, metiendo su lengua simulando estocadas, chupaba y llenaba de saliva para lubricarla lo suficiente, así mismo introdujo un dedo, fue más fácil, entraba y salía su dedo, escuchaba los gemidos provenientes del rubio, eran tan excitantes, el miembro del peliverde palpitaba, ya quería meterlo.

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