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Apenas iniciaba el día, como era costumbre, Sanji el cocinero se levantaba antes que nadie ya que preparaba el desayuno para todos.
Empezaban a levantarse uno a uno e iban directo a la cocina, causando alboroto como siempre, el capitán del Sunny.

-Luffy!!! No toques el desayuno de Nami-san-.

En medio del alboroto, Sanji notó que faltaba alguien en la mesa.

-Ese maldito marimo no piensa venir a desayunar-
-Ha de estar aún dormido Sanji-kun ya ves que se la pasa entrenando hasta muy noche- dijo Nami.

El rubio salió de la cocina al nido del cuervo en busca del miembro faltante, al entrar encontró al espadachín aún dormido en el suelo con el torso descubierto.
Sanji se quedó observando el cuerpo musculoso, tan trabajado y firme, después de todo siempre lo miraba entrenando todos los días. El rubio se perdió en sus pensamientos cuando el espadachín despertó.

-Que tanto miras cejillas?-
-Eh? Nada maldito marimo, apúrate a bajar a desayunar que Luffy se lo comerá todo-.
-Maldito Luffy! Dijo Zoro, mientras se ponía una playera.

Se llegó la tarde y todos estaban en sus actividades diarias, Nami dibujaba mapas, Franky arreglaba detalles del barco junto a Ussop, Chopper estaba jugando con Robin mientras que Zoro y Sanji se encontraban peleando como cada día.

Zoro peleaba sin usar sus katanas ya que quería entrenar todo su cuerpo y Sanji era un oponente que le podía ayudar a mejorar, entre patadas y puñetazos, el rubio atacó al espadachín con una patada pero este detuvo la pierna y lo jalo, haciendo que el rubio cayera pero en eso utilizo su otra pierna y le dio una patada en el estómago al peliverde haciendo que cayera arriba del rubio.

-Ey! Cabeza de musgo! Quítate, estás muy pesado-.
-Cállate cejillas, quién fue el culpable de que cayera arriba de ti?-

Sanji se encontraba abajo de Zoro, esto le dio una sensación muy extraña que no había sentido jamás, nunca había estado en esa posición con un hombre y estarlo con el marimo era muy incómodo.
Por otro lado, Zoro se quitó rápidamente, su respiración era agitada, le fue incómodo estar en esa posición con el rubio pero no iba a dejar que se diera cuenta.

En ese momento, Nami les gritó, diciendo que se prepararán para desembarcar ya que habían llegado a una isla.
Todos se alistaron y fueron al pequeño pueblo para comprar suministros y alojarse en un hotel.
Se dividieron para comprar cosas personales y explorar la isla.

Sanji se encontraba buscando sus cigarrillos, necesitaba comprar varias cajetillas porque no sabía cuánto tiempo pasarían antes de encontrar otra isla. En eso escucho el grito de una mujer, rápido se dirigió al lugar, estaban varios hombres en un callejón y tenían sometida a una mujer.

-Suelten a esa bella dama! Malditos idiotas!-.

Una ráfaga de patadas les llovió a los hombres, el rubio se colocó al frente de la mujer, se aseguró de que estuviera bien y le dio su saco para que se cubriera, como todo un caballero.

-Alejate de aquí mi bella dama, yo me encargo de estas basuras, ponte a salvo-.

La mujer obedeció y escapó.

Mientras el rubio miraba a la mujer que escapara segura, los hombres se levantaron y fueron contra él.

-La pagarás caro por haberte entrometido en nuestros asuntos rubiecito-.
-Oh mira nada más que tenemos aquí? A pesar de que seas un hombre no estás nada mal, tienes una cara bonita y un buen cuerpo-. Menciono uno de los hombres.

-Que demonios están diciendo? Son unos malditos enfermos, que trataban de hacerle a esa bella dama?- Pregunto Sanji enojado.

-Pues ya que hiciste que escapara nuestra presa, tal vez quieras ocupar su lugar rubiecito-
Este se apresuró junto a los demás y trataban de sujetar al rubio, pero no lo lograban, llovían patadas por todas partes, el rubio era fuerte así que tuvieron que recurrir a otro plan, uno de ellos saco una jeringa y entre forcejeos con el rubio lo lograron.

-(Que rayos es esto? Una aguja? Es en serio?)- pensaba Sanji.

-No te preocupes, no tardará en hacer efecto, ya que escapó la mujer, tendrás que ocupar su lugar, no creo que haya ningún problema ya que creo que llamarás más la atención tú qué ella rubiecito- dijo el hombre que lo inyectó.

-Es una inyección que te hará suplicar que te follen tan duro, así serás más dócil-

-Cállate maldito bastardo! Gritaba Sanji empezando a ver borroso mientras jadeaba, sentía que su temperatura aumentaba, no podía creer lo que habían dicho esos hombres.

Todos los hombres se apresuraron a sujetarlo, lo cargaron y cuando estaban a punto de subirlo a un carruaje se toparon con un hombre alto, delgado de ojos grises y cabello negro.

-Que creen que hacen con Kuroashi-ya idiotas?- pregunto Law, este ya no los dejo responder porque era obvio que las intenciones de esos hombres no eran buenas, en un segundo utilizo su poder y partió a todos en pedazos, desapareciendo con el rubio.

Mientras tanto, a una distancia considerable estaba Law con Sanji en sus brazos.

-Kuroashi-ya que te pasa? Pregunto Law, observando como el rubio se encontraba jadeando y no estaba en sus cinco sentidos.
Era obvio que algo le habían hecho esos hombres pero no sabía que era, no había visto a ningún Mugiwara junto al rubio pero sabía que debían estar cerca, cargo al rubio en sus brazos y fue a su submarino, debía tratar al cocinero ya que aunque haya terminado su alianza no podía dejarlo así.

Al llegar al submarino llevo al rubio a una habitación, en eso Bepo entro y le dijo a su capitán que el barco de los Mugiwara se encontraba en la costa, Law no perdió el tiempo y fue al barco, con su habilidad en un segundo llego, pero no había nadie, hasta que vio al peliverde bajando del nido del cuervo.

-Zoro-ya dónde están los demás?
-Todos están en el pueblo, a mí me tocó cuidar el barco, por qué? Y que estás haciendo aquí?
-Rayos, esto no es bueno, entonces te llevare a ti.
-Espera a dónde me vas a llevar?
-Es Kuroashi-ya, algo le hicieron, está en mi submarino.

En un segundo estaban en el submarino, Law llevo a Zoro a la habitación donde tenía a Sanji, este se encontraba fuera de sí.

-Ei maldito cocinero que te pasa? No puedes cuidarte tu solo? Le decía el espadachín sin obtener respuesta.

Law se acercó al cocinero para intentar tomar su temperatura cuando de repente, el rubio empezó a jadear y se fue contra el pelinegro, los labios del rubio se posaron sobre los del pelinegro, sus manos empezaban a querer desvestirlo.
Law estaba muy sorprendido pero inconscientemente correspondió el beso mientras sus manos empezaban a tocarlo, pero unos brazos detuvieron al pelinegro.


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