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—me gustas Iván. — dijo Sophie, la castaña que Iván había perseguido durante 6 meses. La mayoría pensaría que al ser así, Iván aceptaría gustosamente su declaración y serían pareja. Sin embargo, no fue así, Iván simplemente le agradeció su declaración y pidió un tiempo para pensarlo.
. . .
—Ella te gusta, ¿Verdad?
—Eh? Ah, creo, no lo sé — suspiró Iván mientras recostaba su cabeza en el hombro de su amigo, Rodrigo. —tampoco quiero ilusionarla pero ya sabes, no sé si me gusta realmente.
En parte, esto alegró al castaño porque eso le daba esperanzas de algún día gustarle a Iván. Pero, ¿Y si Sophie le terminaba gustando a Iván o incluso llegaba a enamorarse de ella? Era poco probable, Rodrigo lo conocía demasiado bien; le interesaba una chica, salían, se conocían, se declaraba a Iván y al final todo era un simple gusto pasajero de parte del más alto.
Por arte de magia al Iván recibir la declaración de su interés romántico ya no estaba seguro de querer algo con la persona.
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