Lucifer y Jehová se llevaban muy bien, el superior le tenía una increíble preferencia al rubio.
En el inicio de la creación del nuevo proyecto de Dios, Lucifer solía proponer ideas, propuso que fuera redonda pero el pelirrojo para llevarle la contraria la hizo un poco imperfecta. El agua marina salada fue una broma del angel a su jefe que al final le gustó y decidió dejarla.
Se llevaban muy bien, Lucifer era el único que se quedaba con Jehová durante las noches a planear que cosas podrían añadir y aunque a los demás angeles les parecía una preferencia inaceptable no podía evitar querer al rizado, era tan dulce con todos, todo un solecito.
El jefe no aceptaba que tenía un favorito, por lo que solo decía que le gustaban las ideas que proponía. Claro, le gustaban sus ideas pero también cuando le permitía dormir en su regazo mientras le acariciaba suavemente el cabello, incluso se lo intentaba trenzar pero era tan liso que se soltaba rápidamente.
En el momento de crear la vida, el más joven le paso uno de sus dibujos al pelirrojo, tenía cuatro patas delgadas, un cuerpo alargado y tenía un cuello bastante largo si lo comparabas con la cabeza. Jehová ya estaba teniendo algunos sentimientos que lo confundían, pero la idea de hacer feliz al ojirubí le hacía sonreír. Le pusieron Dino y así empezó a crear a los dinosaurios.
Cuando todo estaba tranquilo Lucifer fue a la oficina de su jefe, él estaba ahí mirando un pozo hecho de mármol dónde se veía la esfera mal hecha. El techo era alto de color dorado, las paredes blancas con antorchas enormes con un fuego extrañamente blanco, que emitían calor pero se sentía el ambiente bastante fresco. El mayor le dió una mirada tierna al chico.
-Mira, Luci, el dinosaurio de cuello largo es genial, pensé que sería más aburrido - le dijo con un tono de ilusión, casi infantil que daba una impresión graciosa debido a lo gruesa que era su voz, pero al chico le hizo latir el corazón a mil.
-Sabia que era una buena idea, por cierto, no me parece nada justo que yo no tenga un apodo para ti- Dijo el más bajo a su Señor, en modo de chiste, pero recibió una mirada curiosa
-Es verdad. No tengo ningún apodo, nadie tiene la valentía suficiente como para no llamarme por mi nombre; aunque claro, no veo ningún problema con que lo hagas- Le sonrió, con los dientes perfectamente rectos y relucientes.
-Bien, no quiero que nadie se de cuenta, ya piensan que soy tu sirviente favorito. Así que te llamaré por otro nombre. A ver, algo con J, ¿Jeho? Nah, simple ¿Vavá? Me gusta ese, pero preferiría algo más común. ¿Je? ¿Jet? ¿Jeh? ¿Jen? ¿Jes? Prefiero Jes. - después de dar tantas vueltas quedó un sobrenombre nada similar, pero que le encantó al cobrizo.
-Es horrible- Bromeó y recibió un puchero como respuesta.
Poco a poco Lucifer se acercaba más al pozo, hasta quedar enfrente de su superior. Se perdió en los ojos rojos del más joven, que posicionó su mano en el pecho de Jes- Escucha, pequeño, sé que estás planeando y no te voy a dejar bajar allá con los dinos- cambio de tema rápidamente, se había puesto nervioso.
-No estaba pensando en eso, ¡Fallaste! - se rió - yo solo quería venir aquí a ponerte estás flores en el cabello y aprovechar para hacerte descansar un poco, las creaciones no harán nada. - De cierta manera el ángel solo quería pasar tiempo con él. Pensaba que sentía tantas cosas porque era Dios, pero no podía estar más equivocado.
Los dos se sentaron en un sillón negro, que estaba contra una de las paredes del salón. El mayor se recostó en el regazo de su sirviente, viéndolo desde abajo no pudo evitar pensar en lo lindo que era.
Luci puso su mano en mi cabello y comenzó a revolverlo suavemente, las flores que llevaba eran blancas y comenzó a ponerlas poco a poco.
-Este color se te ve bien en el cabello- Me susurró
-Claro que se me ve bien, ¿que esperabas? - Soltó una risita, me calentó el alma, sus colmillos ligeramente elevados, pero eran más largos asi que igualaban la longitud de sus demás dientes. Su mano bajó de mi cabeza a mi mejilla y esta vez sonriendo solo con los labios, me miró a los ojos.
-Eres tan lindo - Se le salió, parecía avergonzado.
-Tú también lo eres - No lo pensé mucho antes de decirlo, puse mi mano sobre la suya y él se puso del color de sus ojos.
Me senté lentamente y lo abracé por los hombros. El poco a poco fue pegándose a mi y no sé muy bien como terminamos acostados sobre el sofá. Él estaba sobre mi con la cabeza en mi pecho. Cerré mis ojos y el tomó mi mano, entrelazó nuestros dedos y sin darme cuenta me quedé dormido.
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Nuestro pecado
SpiritualSiempre hay miles de versiones de una historia, la de un lado, la del otro, la real y las que se interpretan. Esta es una de las interpretaciones, es todo con el fin de entretener, por favor no se ofendan. Lucifer y Jehová eran muy cercanos, buenos...