Su nombre (SuperCorp)

Capítulo 11

Estaba cayendo en un verde infinito, del mismo color que la kriptonita. Se extendía hasta donde Kara podía ver, y no estaba segura de cuánto tiempo había caído.
           
Finalmente, se desvaneció lentamente hasta convertirse en oscuridad, y de ella apareció un pequeño punto de luz. Kara se miró la mano y vio un extremo del brazalete rojo anudado alrededor del dedo meñique de su mano izquierda. El otro extremo tiraba de ella en dirección a la mancha de luz, retorciéndose y estirándose ante ella.
           
Al precipitarse hacia la luz, ésta aumentó de tamaño, convirtiéndose en la vista de Metrópolis que se extendía ante Kara. El hilo seguía acercando a Kara, acelerando sobre la ciudad, hacia la enorme torre que tenía delante. Kara observó cómo una gran forma se dirigía a LexCorp, la ciudad se pintaba de tonos anaranjados mientras llovían las explosiones y la destrucción.
           
De repente, la oscuridad se hizo más clara, y la vista de la ciudad cambió a un blanco infinito. Los destellos de luz pasaron volando, coloreando todos los tonos del arco iris. Se retorcieron en diferentes formas, y Kara observó cómo formaban la forma de un bebé.
           
Las visiones se formaron ante ella, los hilos de color se retorcían en formas y escenas, antes de reformarse en imágenes conocidas. Había un bebé, de ojos verdes y pelo oscuro, en brazos de su madre. Había la misma niña, ya mayor, a la que un hombre arrebataba a su madre muerta. Ahí estaba ella, una adolescente, llorando y aferrándose a su padre, que yacía en una cama de hospital. Todos eran de Lena.
           
Kara vio como las visiones cambiaban a Lena leyendo notas dejadas por Kara. Lena mirándose en su espejo, llorando al pensar que Kara era feliz con Mon-El. Luego estaba Lena diciéndole a Jess que se iba a National City.
           
Luego estaba Lena el día en que Lex enfrentó a Batman con Superman. Kara dejó escapar un grito que resonó a su alrededor. Le rogó a Lena que no fuera a trabajar hoy, que saliera de allí antes de que se hiciera daño.
           
El hilo tiró de la mano de Kara, haciéndola girar. Contempló la escena que tenía frente a ella. El monstruo alienígena rugía desde lo alto del edificio, con un resplandor anaranjado que comenzaba en su pecho antes de extenderse hacia fuera, borrando todo a su paso.
           
Kara gritó el nombre de Lena. Una y otra vez gritó su nombre, suplicando y rogando que Lena respondiera. Contempló horrorizada cómo caía a través de la explosión, el naranja ardiente convirtiéndose en una oscuridad sofocante.
           
Y entonces no hubo nada.

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Con un grito ahogado, Kara se incorporó en la cama.
           
Las sábanas de seda se retorcían alrededor de su cuerpo y el pelo oscuro le caía en los ojos.
           
"¡Lena!"
           
Kara se levantó de la cama y se abalanzó sobre la puerta del baño. Dejó escapar un grito de alivio al ver los familiares ojos verdes que le devolvían la mirada mientras Kara examinaba su rostro. Corriendo hacia el dormitorio, cogió el teléfono y miró la fecha.
           
Hoy.
           
Hoy era el día en que Lena moriría.
           
Kara se puso un abrigo y unos zapatos por encima de los pantalones de chándal y la camiseta que llevaba Lena, antes de salir corriendo del apartamento. Una parte de Kara era consciente de que esa era la ropa que Lena había comprado para que Kara se sintiera cómoda. Incluso después de que dejaran de cambiarse, Lena se había acostumbrado a ponérselas.
           
Afuera, Kara paró un taxi y le dijo al conductor que la llevara a LexCorp. Temía por los nervios y la adrenalina mientras el taxi atravesaba la ciudad. A varias manzanas del edificio, el tráfico era denso, y Kara saltó del taxi, lanzando un puñado de billetes al conductor.
           
Corrió el resto del camino hasta el edificio, esquivando a la gente y chocando ocasionalmente con ella mientras se abría paso entre la multitud. Finalmente, el edificio quedó a la vista y Kara dejó escapar un sonido estrangulado mientras se acercaba a él.
           
En el interior, ignoró las miradas extrañas de los demás trabajadores y se dirigió al banco de ascensores que se extendía ante ella.
           
El techo.
           
Ella sabía que era donde encontraría a Lena en su cuerpo.