III.

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El último timbre del día sonó y los alumnos corrieron tan rápido como pudieron a la salida de clase. Liva se encontraba tranquilamente recogiendo, no tenía prisa en llegar a casa. Jessica se despidió con la promesa de verse mañana. Liva levantó la vista y vio que el chico que había llegado tarde por la mañana ya se había ido también.
Mientras recorría el pasillo se reclamaba a sí misma por no haber podido apartar la vista de aquel chico de pelo oscuro.
Llegó a la puerta principal y cuando se inclinó ligeramente para alcanzar el pomo de la puerta y salir al exterior, ésta la golpeó justo en la frente haciendo que cayera al suelo por el dolor del choque. Alguien se agachó junto a ella y mientras se disculpaba repetidamente la intentaba tranquilizar por sus quejidos. Era la voz de un chico. Era suave pero firme, en un tono grave pero sin dar miedo, más bien te generaba confianza y un estado de bienestar.
Tras calmarse y levantar la vista despacio, sus ojos se encontraron con una tierna mirada procedente de unos ojos claros que no recordaba haber visto nunca, o al menos tan de cerca.

Perdona, por este espectáculo —pronunció Liva de forma nerviosa, limpiándose las lágrimas y poniéndose en pie rápidamente, no quería que la primera impresión que tuviera ese chico llamado Charles fuera la de una niña llorica que se ponía a llorar por algo tan simple como darse un golpe.
No te preocupes, perdóname a mí, no debí abrir la puerta tan bruscamente —lejos de contestar con enfado por aquello Charles respondió de forma comprensiva. —Es normal que llores si te he hecho daño con el golpe.

Liva se sonrojó aunque fue imperceptible. Hacía mucho que no la hacían sentir de ese modo, como que sus emociones importaban.
Charles y Liva salieron juntos del instituto y se quedaron delante de la puerta comentando las impresiones de las clases y los profesores hasta que Liva se dio cuenta que se tenía que haber ido hacia rato porque la estaban esperando.

—Parece que mañana te levantarás con un buen chichón —comentó Charles acercándose a la cara de Liva para analizar el lugar donde la había golpeado, la cogía suavemente del mentón para poder mover su rostro y examinarlo desde varios ángulos. Liva paralizada por los nervios se dejaba mover cual muñequita, no se había dado cuenta de que el sentido de la oída había dejado de funcionar haciéndola estar en un estado fantasioso hasta que un sonoro claxon la despertó e hizo volver a la realidad.
El susto del pitido la había hecho retroceder instintivamente mientras se giraba para ver quién había sido el causante de aquello.

—Oh, no... —pronunciaron los labios de Liva mientras sus ojos mostraban una expresión de miedo.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2022 ⏰

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