La anorexia asesina tu sonrisa, el brillo de tus ojos, debilita tus huesos y tu corazón hasta que deja de latir. Tu cuerpo deja de tener formas, salvo las propias de un esqueleto. La anorexia se alimenta de la muerte, del dolor, de las lágrimas, de los miedos, del aislamiento y de la angustia. Y uno no sabe, se siente incapaz de expresar a qué le teme, porque ni tan siquiera él o ella, es consciente de las heridas que encierra su alma.
Nadie en su sano juicio decide padecer un trastorno de alimentación, aunque pueda involucrarse de manera voluntaria en conductas de riesgo que le pueden llevar a desencadenarlo el día de mañana, como el hacer dieta o ejercicio en exceso. Los trastornos de alimentación son enfermedades multifactoriales muy graves que afectan la identidad global del individuo, dañando severamente cada órgano y cada área de su vida.
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