Capitulo II

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-Nicole... ¿Me acompañas a hacer las compras al pueblo?- dijo mi abuela entrando en la habitación.

-No puedo, lo siento... Estoy terminando una pintura.- dije sin levantar la vista de la hoja.

Ella me miró con el ceño fruncido.

-Niki, debes salir de aquí. Vé a conocer gente, hay muchas cosas que puedes hacer. Busca trabajo...

Tenía razón, casi que no había salido de la casa por dos semanas. Sólo había ido al pueblo un par de veces con ella a hacer compras. La verdad era que tenía miedo. Estaba en un lugar completamente nuevo y no conocía a nadie. No era una persona a la que se le dé muy bien sociabilizar.

-No estoy lista, abuela...

Ella suspiró: - Bien, yo iré al pueblo... Vuelvo en un rato- dijo y besó mi frente.

Me quedé mirando un punto fijo. Mi abuela tenía razón. Estaba estancada con un dibujo desde hacía ya una semana, sin poder continuarlo, y era porque no tenía una pizca de inspiración en esas cuatro paredes. Estaba en uno de los lugares más inspiradores en el mundo y lo desaprovechaba por miedo.

Me puse mis botas y salí de la casa, pero en vez de caminar hacia el pueblo me dirigí a las montañas, donde sabía que podría estar sola y disfrutar de la vista. Caminé por cuadras y cuadras hasta que llegué a un padro, repleto de árboles y arbustos. Los rayos del sol pegaban con compasión sobre el pasto verde y los arboles se movían gentilmente por el viento. No importaba en qué dirección mirara, sólo habia montañas y más color verde.

Me senté y disfruté de la paz y la tranquilidad de ese lugar. Saqué mis hojas y separé lapices de distintos tonos de verde. Comencé a pintar lo que veía. Estaba tan absorta en mi dibujo que me sobresalté cuando alguien habló detrás de mi luego de un buen rato:

-Hola... - dijo una voz masculina. Yo giré sobresaltada y luego tapé mi cara con mis manos. Él rió.- Lo siento... No quise asustarte.

-Descuida.- dije respirando hondo, recuperandome del susto.

-¿Puedo sentarme?- dijo señalando el pasto a mi lado.

-Eh... si- dije moviendome un poco a mi derecha. Él se sentó a mi lado. Pude verlo mejor. Era pelirrojo y bastante alto, robusto pero delgado. Si yo no me equivocaba, debía tener mi misma edad. Vestía unos jeans azules y un buzo bordó. Sus ojos eran grandes y azules. Sus cejas eran coloradas, como su pelo, y tenía su nariz repleta de pequeñas pecas marrones. Sus facciones eran muy lindas, lo que me llevó a querer dibujarlo. Me contuve mis ganas para cuando estuviera en casa, sino pensaría que soy rara. En sus manos sostenía una libreta y un lapiz.

Él miró el dibujo en mis manos.

-Eres buena- dijo sonriendo.- Ahora ya no soy el único que viene aquí por un poco de inspiración.

-¿Escribes?- pregunté un poco tímida.

-Eso intento... Estoy estancado hace como una semana, no se me ocurre una maldita historia.- Abrí mis ojos del asombro.

-Somos dos a los que nos falta inspiración...

-¿Me estas hablando enserio?- dijo señalando mi dibujo. No me había dado cuenta de lo mucho que había estado pintando, parecía una pintura de hacía mas de dos semanas.

-Me inspiró el lugar...- dije ruborizada.

Él miró al frente y suspiró: - Es una maravilla.

-Todos deberían poder conocer un lugar así alguna vez- dije pensativa.

-Es necesario para la salud- dijo él y reí.

-Soy Jack- se presentó y extendió su mano para estrecharla con la mía.

-Nicole- dije estrechando su mano.

-Es un placer conocerte Nicole... Debo decir que me alegra tener una nueva compañera de inspiración.- Jack abrió su libreta y se concentró en su historia. Me llamó la atención la manera en que fruncía el ceño cuando leía. Quería dibujarlo. Él notó que lo observaba y me miró con una sonrisita picara y sus cejas levantadas. - ¿Tengo algo?...

Mis ojos se abrieron más de lo normal. - No... yo...ya tengo que irme...- dije ruborizada. Comencé a guardar mis cosas y me levanté.- Fue un placer conocerte, Jack.

-Hasta la próxima, Nicole.

Y yo no tenía idea de lo que estaba por venir...

10 razones para creer en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora