- III -

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Una tarde para llorar
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La tristeza era palpable en el ambiente.
Sollozos se podían escuchar, y rostros de tristeza podías mirar.

El funeral del joven katsuki se estaba llevando a cabo, muchos aun no podían dijerir la noticia.

¿Como lo harían ustedes?

Saber que alguien tan fuerte, con un don increíble e inteligente, había muerto en la batalla.

Es algo difícil de imaginar.

Muchos suplicaba por verlo una ultima vez, querían que la tapa del ataud fuera abierta solo por unos instantes pero, claro, el director nezu, que monitoreaba todo, lo prohibía.

Llegó la hora.

La tierra lo cubrirá, estará muchos metros bajo tierra y jamás lo volverían a ver.

La característica caja de madera bajaba lentamente, como si de una tortura visual para los presentes se tratara.

Un sonido en seco retumbó, el ataud había tocado fondo.
La tierra comenzó a caer sobre el, al mismo tiempo que las lágrimas de muchos.

Llenado hasta el tope, cada uno de los invitados dejó una rosa blanca sobre la tumba, cada uno susurrando un "te extrañare"

La gente poco a poco se iba, la ceremonia había terminado y la lluvia ya se hacía presente.

Los padres de katsuki estaban por irse hasta que vieron como un joven peliverde aun estaba frente a la tumba con si rosa blanca en mano.
La lluvia comenzaba a mojarlo, pero estaba bien! Asi nadie notaría las gruesas lágrimas que rodeaban por sus mejillas llenas de pecas.

Espera en el auto querida, ahora vuelvo — Masaru camino con su paraguas hacia el pecoso, quien aun nl se percataba de la presencia del contrario.

Te dará un resfriado si sigues aqui — la voz del castaño era suave — Anda, es hora de irnos —

No había respuesta, era como si izuku estuviera en trance, cuando el castaño estaba apuntó de tocar el hombro del peliverde para que reaccionara este habló de la nada.

Los.. Los resfriados son para los débiles — Masaru sabía perfectamente de donde venía esa frase — Ve a casa junto con mi tía yo.... Estaré un rato más — sin voltear a verlo hablo tranquilo pero con notas de tristeza, el mayor lo entendió y camino en dirección a su auto, dejando al pecoso solo.

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En otra parte de la ciudad....

La sangre manchada todo el lugar.

Su corazón bombeaba una vez, dos, tres.... Seguía y seguía.

El oxígeno entraba en sus pulmones.

Sus extremidades comenzaban a relajarse y tensarse.

Su pecho aun abierto salpicaba la sangre que su corazón ahora bombeaba.

El dolor ya se hacía presente, recorriendo cada parte de su cuerpo, tan lentamente que parecía una tortura...

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2022 ⏰

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